jueves, 27 de enero de 2011

Trabajar bajo presión...



Como parte de la labor diaria, un instructor o maestro, siempre debe estar preparado para ofrecer un buen consejo a un estudiante. En algún momento nos encontramos con aquel estudiante que nos comenta un problema por el cual atraviesa, esperando que su facilitador, por lo menos sea capaz de regalarle unas palabras sabias de estímulo.

Es difícil a veces ayudar a las personas con un consejo, y sobre todo, en aquellos casos que son delicados o pueden ser comprometedores para el consejero. Sin embargo, todos los seres humanos pasamos por momentos de presión y angustia, en los cuales nuestra mente se perturba, a tal grado que se dificulta ver la solución del problema; aunque tal vez la solución esté enfrente del afectado.

¡Y hablando sobre esto! Hoy se acercó una estudiante ¡Bueno! ¡Ya de cierta madurez…! La dama es la jefa de un restaurante y refresquería, donde labora una gran cantidad de colaboradores –entre cocineros, ayudantes y despachadores- y cuyas ventas diarias alcanzan los miles de balboas. En fin, se suponía que le iba a dar una clase normal. Ella está en una clase especial, por su horario de trabajo. Se capacita como administradora técnica de restaurantes y afines. Esta es una carrera corta, de un año y medio de duración; y concluye con una práctica profesional.

¡Bueno! ¡Como siempre…! Cuando no tengo trabajo en una empresa, termino como instructor o facilitador en algún centro técnico o escuelita de secundaria ¡Gracias a Dios! Pareciera que el trabajo de docente siempre me ha perseguido… ¡Es como si yo hubiese nacido para ser maestro…! Al principio cuando las personas me conocen, como que yo no les caigo muy bien. Decía una dama: ¡Eso te pasa por feo! ¡Pero, no se asusten! ¡Gracias a Dios! Sus palabras son más emotivas que verídicas…

Volviendo a la estudiante –que la dejé por el camino- así soy yo, me encanta sentarme a tomar un buen café y a conversar sobre diversos temas… Ella, la estudiante, llegó un poco atribulada a la clase. Era obvio, ya que no lo podía esconder. En su cara se le notaba y en su forma de hablar… Ni siquiera tuve que preguntarle cual era el motivo de su situación. Ella se desahogó conmigo, fue algo rápido e instintivo. Ni siquiera me dio oportunidad de prepararme. Supongo que lo hizo, además de ese deseo que tenemos todos (los mortales) de desahogarnos en un momento dado, con la intención de que yo le diera algún consejito.
Todo el asunto giraba en torno a la presión ejercida por su jefa: ¡Tienes que cumplir con la meta de ventas! ¡No puedes utilizar al personal en horas extraordinarias! ¡No me interesa que te falten recursos humanos! ¡Resuelve el problema ya…!

En fin, todos hemos pasado por esto y siempre será así, mientras estemos en este mundo –le dije.

Empecé a explicarle que así es el trabajo y cuánto más importante sea el cargo, más presión se tendrá. Los empresarios y los grandes ejecutivos, siempre exigen que se cumplan los objetivos y las metas ¡Quiero resultados…!

Primero, debemos estar conscientes de esta situación, todos los días, antes de ir al trabajo. En otras palabras, necesitamos prepararnos psicológica y espiritualmente, entes de salir de la casa. ¿Cómo? Haga siempre una oración de fe a Jesús y auto-motívese, diciendo: “No perderé la calma” “Pensaré con claridad antes de hacer o decir algo” “Si mis jefes me exigen, entonces, estaré preparado para responder con sabiduría y elegancia”.

Segundo -continué explicándole a la señora estudiante- tenemos que hacer uso de las herramientas administrativas ¿Cuáles? Planificar, organizar, supervisar y controlar las tareas asignadas al personal, buscando siempre la mayor eficiencia en el uso del tiempo y de los instrumentos de trabajo.

Tercero, acostúmbrese a comunicar las cosas en forma verbal, utilizando palabras convincentes. Y haga informes por escrito a los superiores, de manera tal, que lo bueno, lo malo y lo feo, siempre quede documentado. Pero, eso sí, procure que la mayor parte de su labor sea “eficiente”.

Por último, le señalé, que es muy importante mantener reuniones con los colaboradores (trabajadores), de modo tal que éstos entiendan cuáles son las metas que se deben cumplir y los sacrificios, que a veces es indispensable hacer… Sobre todo, que se mantenga siempre el trabajo en equipo.

La vida moderna o contemporánea, se caracteriza por la presión que ejerce sobre nosotros. ¡Nadie se escapa! Ni el reino animal... La tensión nerviosa, los dolores de cabeza, la agresividad, la ira y otras emociones dañinas, son consecuencia de esta presión psicológica cuando se escapa de nuestro control. Aprendamos a mantener la calma frente a los problemas y a pensar con sabiduría.

Debemos practicar la meditación, la sana alimentación, los preceptos morales y cristianos, la unidad familiar; oír música clásica e instrumental; y pedir a Jesús ayuda, antes de ir al trabajo.


Por:
Eric Enrique Aragón
27 de enero de 2011

viernes, 21 de enero de 2011

¡Piensa positivamente!

La fuerza del pensamiento

Marcha con la cabeza firme, confiada y sonriente, y todos confiarán en ti. Proyecta fuerza y entusiasmo, incluso, con los movimientos de tu cuerpo.

Cuando te asalte la duda, permanece con el corazón firme y con el deseo de luchar hasta el fin.
Si la ofensa y la calumnia te hieren, no te lamentes inútilmente, dedícate a trabajar…

Procura dar lo más que puedas: una buena palabra; una sonrisa; un gesto de estímulo, un pensamiento generoso… Y sentirás en tu corazón una gran verdad, “es mucho mejor dar que recibir”.

¡Resuelve tu problema!

No te dejes engañar: ¡Sólo tú serás responsable del camino que eliges! Nadie podrá rendir cuentas por ti. Procura, por lo tanto, vivir acertadamente, de acuerdo con tu conciencia.
¡Resuelve tu problema! Comienza, pues, a partir de este momento. No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy.
Ciertamente, no puedes resolverlo todo de la noche a la mañana… ¡Pero, comienza ya! Y si caes de nuevo, no te desanimes. ¡Vuelve a comenzar cuantas veces sea necesario!
Cada uno es responsable de sus actos. ¿Por qué tienes que desanimarte por lo que hacen o dicen los demás? ¡Sigue trabajando! ¡Adelante! ¡No te desanimes! ¡Tu puedes!
Aunque todo esté contra ti: sigue luchando, no te dejes vencer. ¡Tu puedes!
Tu puedes vencer todos los problemas, si quieres…

Modifica tu modo de pensar, para que tu salud sea firme y estable.
Deja de quejarte de tus dolencias. Éstas aumentan a causa de nuestros pensamientos negativos.
Aprende a descansar la mente.
La mente cansada no puede pensar bien.

El pensamiento es la mayor fuerza que existe sobre la tierra.
No te dejes sugestionar por palabras y pensamientos negativos.
Siempre existe una solución para cualquier problema, por más complejo y difícil que parezca.


Por:
Eric Enrique Aragón
21 de enero de 2011

domingo, 16 de enero de 2011

¡Este es uno de esos días!



La vida sería diferente si tuviéramos el control sobre los eventos, en esos días “malos”, por los cuales pasamos todos los mortales. Sin embargo, no podemos hacer nada, ya que ésta es una característica de las limitaciones humanas.

“Yo juraba que hoy sería un día como cualquier otro” Pero, todo indicaría que no sería así… Como todos los días –gracias a quienes me enseñaron disciplina- me levanté a las 4 de la mañana para hacer un poco de ejercicio físico, darme un buen baño y por supuesto, antes de salir a mi trabajo, dedicar una hora a la comunicación con Dios (orar).

Antes de llegar al instituto, donde dicto unas horas de clase -siempre llego temprano, a las 7 a.m. aproximadamente- me tomo unas tres tazas de café. Me encanta en la mañanita, mientras tomo un café, bien sentado, meditar en lo que haré ese día o ponerme a leer algo interesante; asimismo, aprovecho para darles los buenos días a las personas que me atienden y que muy amablemente contestan mi saludo. Para mí, hacer esto en la mañanita, casi religiosamente, es un elemento sumamente motivador…

Después que salí de la segunda cafetería –sí, los cafés me los tomo en diferentes lugares que están camino al trabajo- llegué al último sitio, en el cual siempre me han recibido muy bien; no obstante, hoy, una empleada recién llegada a la cafetería, me hizo una grosería sin ninguna razón. Definitivamente, que ésta fue la primera señal, de que posiblemente, el presente día, se convertiría en “uno de esos días malos”. Y en efecto así fue…

Ningún ser humano se escapa de los días malos. ¡Siempre ocurren! ¿Con qué frecuencia? No lo sé… Únicamente Dios lo sabe… Y no se trata de que tengamos mala suerte o de que hayamos buscado ese día malo. ¡Claro! No me refiero a los días normales, en los cuales, obviamente, cada uno de nosotros nos buscamos los problemas con nuestro mal proceder.

Se trata de ciclos o altibajos de la vida. Igual que cuando -sin ninguna razón- una persona se siente perezosa, cansada o desanimada.

Los eventos que suceden en esos días varían. Los hay desde una simple discusión con una persona, una leve grosería, hasta casos bien complejos; incluso, situaciones que han terminado “muy mal”, porque se perdió el total control emocional “ese día malo”.

Lo primero que debemos hacer es identificar el día malo, que no hemos buscado; sino, que es parte de los ciclos de la vida.

En segundo lugar, prepárese para enfrentar este día. ¿Qué significa prepararse? Simplemente, entender que los momentos en los cuales las cosas no saldrán bien, siempre ocurrirán. No depende de uno, sino, de factores externos que no podemos controlar humanamente. De modo que permita que este día pase a la historia, como uno más. Frente a las groserías que reciba innecesariamente y otros eventos negativos, manténgase, lo más ecuánime posible, no pierda el control emocional. Y por otro lado, no tome decisiones importantes ese día. Procure no hacer nada o decir algo, de lo cual tenga que arrepentirse al día siguiente…

Por último, tenga paciencia ese “día malo pasará también”. Recuerde sacar el máximo provecho en los días buenos, tomando buenas decisiones.

Y no perdamos de vista lo más importante, lo que dicen las Sagradas Escrituras:
“El ladrón viene a hurtar, matar y destruir; pero, Yo (dice Jesús) he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas”.

Practicar la Fe Cristiana nos ayuda a fortalecer nuestro mundo interior; de modo tal, que podamos mantener el equilibrio emocional, frente a los “días malos”.


Autor:
Eric Enrique Aragón
15 de enero de 2011

jueves, 13 de enero de 2011

¡Tal vez el mañana nunca llegue!

¿Por qué tenemos que esperar tanto para cambiar nuestra vida? Cuando sentimos el dolor nos damos cuenta de que estamos indefensos. Anhelamos, quizás con lágrimas en los ojos, que vuelva el pasado para cambiar algunas cosas o para valorar y amar todo lo hermoso que nos rodea, empezando con nuestra familia. ¿Por qué esperar más?
Cuando perdemos un familiar, entonces, nos ponemos a llorar desconsoladamente. Gritamos ¿Por qué te lo llevaste Dios mío? Sentimos un infernal dolor; porqué en ese preciso momento, recordamos que no le dimos amor ni amistad a ese ser amado, que ya no estará más con nosotros.

Porqué tenemos que esperar que ocurran los graves problemas para corregir algunos errores; para cambiar los hábitos negativos; para ser mejor esposo o esposa, hijo o persona; o peor aún, para acercarnos a Dios. ¿Por qué? ¿Por qué esperar tanto, innecesariamente?

Dios nos dice en la Sagrada Escritura: “Clama a mí y Yo te responderé”. “Los que vienen a mí cargados y cansados, Yo los haré descansar”. Dice Nuestro Señor Jesucristo: “El diablo viene para matar, destruir y robar, pero, Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia”.


Jesucristo nos dice por medio de los Evangelios: “que en este mundo habría mucha maldad. Incluso que ésta se multiplicaría”. Por eso, siempre recomendaba –Él respeta la libertad de decisión- practicar los preceptos cristianos, que se resumían en amar a Dios, sobre todas las cosas; y al prójimo.

¿Qué significan estas palabras? Sencillamente amar a nuestra familia; respetar a todos los seres humanos; decir palabras positivas y que expresen gratitud; ser solidario con los demás, compartir la alegría y el dolor con nuestros semejantes; practicar la tolerancia, la bondad, la comprensión. Ser honrados en todo momento.

Y lo más importante, dedicarle siempre unos minutos a Dios, de modo que podamos agradecerle por la vida que nos da; por nuestros hijos y familiares. Pedirle por los más necesitados y la fuerza necesaria para seguir trabajando por un mundo mejor y soportar las difíciles pruebas que podamos tener a lo largo de nuestra existencia terrenal....

Por:
Eric Enrique Aragón
13 de enero de 2011

miércoles, 5 de enero de 2011

Tu tesoro más preciado…

El ayer ya se fue de tus manos y no regresará jamás; el mañana aún no llega; el PRESENTE es tu tesoro más preciado, es tu realidad, porque de él depende todo tu futuro.

Utiliza de la mejor manera tu presente. Siembra buenas semillas hoy, para cosechar excelentes frutos en el futuro.

Realiza tareas positivas, practica lo bueno; se cortés, amable y cariñoso, con tu familia y con aquellos que te rodean; practica los valores morales, la honradez y la fe cristiana; esfuérzate por alcanzar tus ideales y sueños; se respetuoso y prudente en tus acciones y manera de hablar: y verás que tu futuro será mejor.

Hoy recoges lo que sembraste ayer; mañana recogerás lo que siembres en este momento.
Tu futuro será bueno o malo: todo dependerá de ti, de lo que hagas hoy.

En la vida hay que tener ideales. Los ideales son simplemente el oxígeno del espíritu. Significa trazarnos una ruta hacia el horizonte y seguirla. Puede ser una línea imaginaria desde el corazón o un sueño agradable que perseguimos…Pero hay que marchar en pos de su fin todos los días. Los ideales deben ser hondamente sentidos en nuestro corazón, en lo más profundo de nuestro ser y ellos deben ser una fuente de fortaleza y motivación para seguir luchando, en este mundo que a veces es cruel con nosotros.

Los ideales no pueden venderse ni encadenarse ni ser destruidos, porque obedecen a objetivos permanentes de la vida. Los ideales a veces nos llenan de satisfacción y otras veces de dolor. Nos alegran cuando los vemos triunfantes, y nos apenan cuando los vemos en derrota. Pero, ellos son superiores a la victoria o a la derrota, a la alegría y el dolor. Ellos permanecen para siempre…

Quien carece de ideales, se deja arrastrar por la vanidad, lo superficial y el vano materialismo. Pero, aquella persona que cree en los ideales, no le teme al futuro, porque tiene la materia prima que le da vida a su esperanza y la luz que ilumina su camino. Tengamos ideales y construyamos con ellos las obras maestras de la vida…

El verdadero intelectual e idealista, no tiene tiempo para detenerse a ver lo superficial de las cosas. Trabaja, piensa, habla y vive sus ideales, sin mucho tiempo para quejarse o lamentarse de las cosas negativas de la vida.

Si quieres ser un idealista, tener madurez y superarte: aprende a convivir con quienes no están de acuerdo con tus ideas, con quienes te atacan o critican todo lo que tú haces. Así es el mundo superficial. Tú estás por encima… ¡No lo olvides!

Tú puedes vencer todos los problemas si quieres. Continúa sin desanimarte, porque eres el único responsable de tus actos. Modifica tu modo de pensar, para que tu salud sea firme y estable.
Deja de quejarte de tus dolencias. Todos los seres humanos tienen problemas, éstos nos acompañarán siempre.
Aprende a estar por encima de las dificultades y recuerda que sin los problemas la vida sería aburrida y carente de sabiduría.

El pensamiento de fe y optimismo, es la mayor fuerza que tiene el ser humano. No te dejes sugestionar por palabras y pensamientos de desaliento. Siempre existe una solución para cualquier problema, por más difícil y complejo que sea.

Piensa positivamente, para atraer sólo pensamientos positivos, de paz y prosperidad. Si la ofensa y la calumnia te hieren, no te lamentes inútilmente, dedícate a trabajar.

Cuando te asalte la duda, permanece con el corazón firme y con el deseo de luchar hasta el fin.
Procura dar lo más que puedas: una buena palabra, una sonrisa, un gesto de estímulo; y un pensamiento generoso; y sentirás en tu corazón una gran verdad: ¡Es mucho mejor dar que recibir!



Por:
Eric Enrique Aragón
5 de enero de 2011