El
discurso inaugural del presidente Donald Trump, me recordó a un poderoso rey,
que a pesar de que gobernaba un imperio y su palabra era la ley, en un momento
de su historia, decidió reconocer que había un poder superior a él.
El
rey Nabucodonosor, movido por la fe, persistencia y confianza que Daniel, un
esclavo hebreo, tenía en Dios y cuya Fe no fue en vano; ya que el Dios de
Israel (El mismo de nosotros los cristianos), además de darle sabiduría a
Daniel lo defendió de sus enemigos, tomó la decisión (Nabucodonosor) de
RECONOCER públicamente a Dios como el “Único y Poderoso Dios”, por encima de su
gobierno y poderes.
Antes
de Nabucodonosor -rey de Babilonia- hubo otro rey en Egipto (Faraón), que
viendo los milagros que Dios hacía por medio de José -esclavo hebreo-, igual
que el rey de Babilonia, “RECONOCIÓ a Dios como el más grande”. Lo cierto es
que a esos reyes de alguna manera Dios los bendijo. El Dios de Israel, nuestro
Dios, es un Ser Supremo, que de alguna forma honra a quienes le honran.
Quizás
poca gente y analistas políticos resalten en forma positiva un detalle muy
interesante, en la toma de posesión del nuevo mandatario de los Estados Unidos
de América (20 de enero de 2025), y es el hecho de que el presidente número 47
de la nación mas poderosa del planeta Tierra, reconoció a Dios, el de los
hebreos y de nosotros los cristianos, como el Dios poderoso que está por encima
de él y de Estados Unidos.
Cuando
se le agradece a Dios y se reconoce a la familia que Él creo como la fuente de
vida y amor para los seres humanos; entonces se le está dando a Dios el sitial
que se merece.
Por: Eric Aragón
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