viernes, 7 de enero de 2022

Dios cumple su palabra…

Las promesas de Dios son leyes que no se pueden cambiar. Él está por encima de todo y tiene el poder supremo para hacer o deshacer; sin embargo, en este caso, no puede cambiar sus promesas, porque Él no puede dudar de lo que ha prometido; si lo hiciera sería igual que los mortales, que hoy prometen algo y mañana cambian sus palabras como resultado de la imperfección humana.

Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo ¿y no hará? Habló ¿y no lo ejecutará? Números, cap.23, verso 19 (La Biblia).

Dios Padre hizo muchas promesas y su hijo cuando vino a este mundo, también lo hizo. Éstas son leyes que cualquier ser humano sin importar su condición social, económica o de cualquier otra índole puede invocar y Dios que está en los cielos y en todas partes, tendrá que cumplir, porque así Él lo ha dicho.

Lo maravilloso de todo es que ninguno de los dos lo hará por obligación, sino, por amor. El amor de Dios no es mezquino ni perverso como el de los seres humanos. El amor de Dios es perfecto y se describe en el libro de la Biblia: I Corintios, cap. 13.

Entonces, no importa las necesidades, enfermedades, sufrimientos o problemas que tenga un mortal, si éste le pide a Jesús con fe, recibirá el auxilio que necesita, ya que es una “Promesa de Dios” ayudar a todos aquellos que le piden con Fe.

Haga un ejercicio simple y pídale a Jesús de acuerdo a su necesidad.  Que le calme un dolor de muelas, hasta que consiga el dinero para ir donde el odontólogo. Rogarle que cuando lleve las hojas de vida a las empresas, le den una oportunidad de trabajo. Hágale la petición que muchos clientes lo contraten si presta un servicio independiente; o que le ayude por medio del trabajo a conseguir el dinero para pagar la casa y así no quedar en la calle. Pedirle buena salud física, mental, emocional y espiritual para la familia…

En resumen, todo lo que se pida a Dios, creyendo que Él es Todopoderoso, lleno de Misericordia y de Amor infinito: no dude que recibirá el socorro necesario. Pues, un Dios que sacrificó a su propio hijo para salvar a la perversa humanidad, Jamás nos abandonará en los momentos difíciles de la vida.

Por: Eric Aragón