Es difícil predecir cómo será nuestro comportamiento ante un hecho inesperado. Hasta la persona más racional, en un momento dado de su vida, ha actuado de una manera totalmente contraria, a la sabia razón.
En una ocasión un esposo, que ya contaba con una edad madura, no pudo soportar que su esposa de la noche a la mañana, le pidiera el divorcio, después de muchos años juntos. Y sin importarle con sus hijos, ni pensar en lo que hacía, sacó un pequeño revólver que durante años había tenido en un casi olvidado cajón y lo descargó sobre su esposa, compañera y madre de sus hijos. Unos minutos después se dio un tiro en la cabeza.
Una pareja que durante más de 20 años había llevado una vida tranquila y que juntos habían educado a sus hijos, que ya superaban los 30 años, se había acabado en cuestión de minutos.
En otro caso un joven, porque su perrito que tenía de mascota, le saltó encima y le derramó un jugo sobre una camisa nueva, le dio una patada tan fuerte que acabó con la vida del pobre animal, que únicamente quería demostrarle afecto a su amo, como lo hacía diariamente.
Si nos pusiéramos a relatar todas las situaciones similares, jamás terminaríamos; ya que todos los seres humanos, casi a diario, enfrentamos malos momentos o eventos que no se esperan. Y duele más, cuando las adversidades o los sucesos imprevistos ocurren cuando todo se ha tratado de hacer bien. Cuando ha habido una planificación, tomando en cuenta cada detalle. O como dicen algunos: “No me explico, porqué me ocurre esto, si yo no perjudico a nadie; al contrario cuando puedo hacer el bien lo hago…” “¿Por qué a mí?” “Yo voy a la iglesia siempre o confío en Dios”.
Resulta casi imposible explicar porqué la vida es así y a veces un poco injusta. Hay personas que se buscan los problemas –y algunos hasta bien merecido lo tienen-; no obstante, hay seres humanos, que sinceramente, no merecen que les ocurran tantas dificultades.
Quizás nadie pueda explicar esto… O decir que siempre tendrá la fortaleza necesaria para mantener el equilibrio emocional, cuando los eventos inesperados vengan a incomodar su vida.
Lo único que si le puedo asegurar, estimado lector, es que nosotros los seres humanos somos tan frágiles, que a veces la vida depende de un hilo de coser. Mire a su alrededor –tal vez los ejemplos están cerca de usted- o investigue y se dará cuenta de tantas personas o familias, cuyas vidas han tenido un cambio negativo, debido a unos minutos de ira que ha nublado la razón.
¡Siempre tengamos presente, que somos frágiles y pequeños! Nuestra vida es como la neblina que se desvanece en cualquier instante…
Aprendamos a ser humildes, bondadosos y respetuosos con nuestros semejantes y con la naturaleza.
Regalemos todos los días, al amanecer, unos minutos a nuestro Creador.
Hagamos desde lo más noble de nuestro corazón, una pequeña oración a Jesús.
Digámosle: Señor JESÚS, soy frágil, no sé que hacer frente a mis dificultades… ¡Ayúdame, por favor!
Por:
Eric Enrique Aragón
11 de enero de 2011