lunes, 28 de febrero de 2011

¿Qué hacer cuando todo sale mal?

Es difícil predecir cómo será nuestro comportamiento ante un hecho inesperado. Hasta la persona más racional, en un momento dado de su vida, ha actuado de una manera totalmente contraria, a la sabia razón.

En una ocasión un esposo, que ya contaba con una edad madura, no pudo soportar que su esposa de la noche a la mañana, le pidiera el divorcio, después de muchos años juntos. Y sin importarle con sus hijos, ni pensar en lo que hacía, sacó un pequeño revólver que durante años había tenido en un casi olvidado cajón y lo descargó sobre su esposa, compañera y madre de sus hijos. Unos minutos después se dio un tiro en la cabeza.

Una pareja que durante más de 20 años había llevado una vida tranquila y que juntos habían educado a sus hijos, que ya superaban los 30 años, se había acabado en cuestión de minutos.

En otro caso un joven, porque su perrito que tenía de mascota, le saltó encima y le derramó un jugo sobre una camisa nueva, le dio una patada tan fuerte que acabó con la vida del pobre animal, que únicamente quería demostrarle afecto a su amo, como lo hacía diariamente.

Si nos pusiéramos a relatar todas las situaciones similares, jamás terminaríamos; ya que todos los seres humanos, casi a diario, enfrentamos malos momentos o eventos que no se esperan. Y duele más, cuando las adversidades o los sucesos imprevistos ocurren cuando todo se ha tratado de hacer bien. Cuando ha habido una planificación, tomando en cuenta cada detalle. O como dicen algunos: “No me explico, porqué me ocurre esto, si yo no perjudico a nadie; al contrario cuando puedo hacer el bien lo hago…” “¿Por qué a mí?” “Yo voy a la iglesia siempre o confío en Dios”.

Resulta casi imposible explicar porqué la vida es así y a veces un poco injusta. Hay personas que se buscan los problemas –y algunos hasta bien merecido lo tienen-; no obstante, hay seres humanos, que sinceramente, no merecen que les ocurran tantas dificultades.

Quizás nadie pueda explicar esto… O decir que siempre tendrá la fortaleza necesaria para mantener el equilibrio emocional, cuando los eventos inesperados vengan a incomodar su vida.

Lo único que si le puedo asegurar, estimado lector, es que nosotros los seres humanos somos tan frágiles, que a veces la vida depende de un hilo de coser. Mire a su alrededor –tal vez los ejemplos están cerca de usted- o investigue y se dará cuenta de tantas personas o familias, cuyas vidas han tenido un cambio negativo, debido a unos minutos de ira que ha nublado la razón.

¡Siempre tengamos presente, que somos frágiles y pequeños! Nuestra vida es como la neblina que se desvanece en cualquier instante…

Aprendamos a ser humildes, bondadosos y respetuosos con nuestros semejantes y con la naturaleza.

Regalemos todos los días, al amanecer, unos minutos a nuestro Creador.
Hagamos desde lo más noble de nuestro corazón, una pequeña oración a Jesús.
Digámosle: Señor JESÚS, soy frágil, no sé que hacer frente a mis dificultades… ¡Ayúdame, por favor!



Por:
Eric Enrique Aragón
11 de enero de 2011

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