lunes, 12 de noviembre de 2018

Honestidad en la administración pública


¡Cuánta gente habla de honestidad...! Sin embargo, son pocos los que se esfuerzan por alcanzarla. Es como un gran tesoro que hay que buscar con afán y sacrificio, pero, no todos están dispuestos a dar ese gran paso.

En las campañas políticas se aprecia más este fenómeno. Los candidatos a puestos de elección son grandes magos vendiendo la imagen de honestidad y transparencia. Cuando usted los ve a través de los medios televisivos logran convencer a los ingenuos -que por cierto son la mayoría- con sus lindas palabras y cara de “angelitos”; no obstante, una gran parte de aquellos que ganan, sin esperar mucho van sacando las garras de lo que verdaderamente son: “aves de rapiña”.

El poder real no lo tienen ellos, sino los ciudadanos que ejercen el voto. Es fundamental, que se vea más allá de las apariencias. La persona que ejerce el voto, debe analizar la trayectoria del candidato en el plano privado, profesional y público, buscando que haya seriedad y consistencia a lo largo de los años… Y aún así a veces nos equivocamos, ya que lamentablemente el dinero corrompe a mucha gente; pero, por lo menos el que ejerció el sufragio se sentirá satisfecho consigo mismo, porque le dio valor a su “voto”.

“El concepto honestidad -del latín “honestitas”- se puede definir como la virtud de decir la verdad, ser decente, razonable, recatado y justo”. Wikipedia.

La calidad de un candidato a puesto de elección se mide por su honestidad. Y ésta debe prevalecer siempre, en todos los tiempos y facetas de la vida. En otras palabras el conjunto de acciones a lo largo de la vida, permiten evaluar la calidad de un mortal y sobre todo a los que administrarán los proyectos del Estado.

Un funcionario público puede ser deshonesto, tramposo, mentiroso y de baja moral que le gusta moverse en la oscuridad, o puede ser un funcionario de buena calidad y excelencia, que nunca pasará de moda; porque siempre contribuye al desarrollo de su país con sus acciones, ya sean privadas o públicas.


Por: Eric Enrique Aragón





viernes, 28 de septiembre de 2018

La jugada perfecta de ajedrez


 “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. 
 Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.  Isaías, capítulo 55, verso 8 y 9.

Me atrevería a decir que Dios es el jugador perfecto en el juego de ajedrez. Aunque es imposible comparar a Dios con algo o alguien, pues, se trata de un Ser Supremo, creador de todo lo visible e invisible; podríamos imaginar que aquellos movimientos perfectos -imposibles de observar por el hombre- Dios y su Ángel si pueden realizarlos.

Definitivamente que el ser humano no puede ni podrá jamás entender las decisiones del Altísimo hasta que algún día La Santa Trinidad lo revele; por tanto, sólo les queda a los mortales aceptar con fe los designios de Dios; ya que son perfectos.


Por: Eric Enrique Aragón

jueves, 2 de agosto de 2018

En la sombra de tus alas me ampararé…


El águila harpía (Harpia Harpyja), es una de las más grandes y poderosas del mundo. Su hábitat es el bosque lluvioso y es el “ave nacional” de la república de Panamá.  Puede levantar mamíferos hasta tres veces su propio peso.

Esta colosal águila se encuentra en el punto más alto de la cadena alimenticia y su permanencia en un lugar es indicador de que las especies que allí habitan (ecosistema) están en total equilibrio.

No cabe la menor duda de que sus crías se sienten protegidas debajo de las alas de tan “poderosa águila”.

Dice el salmista: “ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí; porque en ti ha confiado mi alma, y en la sombra de tus alas me ampararé hasta que pasen los quebrantos…”  Salmo 57, verso 1.

No dude de que Dios está en la cima del universo y que debajo de sus alas estaremos protegidos para siempre; ya que nada ni nadie jamás podrá estar por encima de Él.

¡A Dios sea la Gloria, a su hijo Jesucristo y al Espíritu Santo!

Clamaré al Dios Altísimo, al Dios que me favorece. Él enviará desde los cielos, y me salvará de la infamia del que me acosa; Dios enviará su misericordia y su verdad…” Salmo 57, verso 2,3.

Estas palabras del salmista me recuerdan a un gran orador que oí hace muchos años –a mediados de la década del 80- y en cuyo mensaje hacía mucho énfasis en la importancia de ser persistente en los momentos más difíciles de la vida.

“Todos los mortales cuando confrontan situaciones graves, incluso aquellos que se han burlado de la Fe de los demás o se han creído autosuficientes, claman a Dios por ayuda. No obstante, cuando la solución al problema no llega pronto o pareciera que la petición no fue escuchada por el Altísimo… la mayoría se deja caer en derrota. Son pocos los que se levantan después victoriosos”

Seguía diciendo este sabio orador:” La mente se perturba y usted piensa que su clamor no llegó a los oídos de Dios, entonces, es aquí cuando más debe seguir clamando y creyendo… Aunque parezca atrevido “recuérdele a Dios las palabras inspiradas por Él y que están en la Santa Biblia… “Pedid y se os dará” “Dios no es hijo de hombre para mentir ni hijo de hombre que se arrepienta” “Clama a mí y yo te responderé”

Por último hizo referencia el orador al ciego de Jericó, que aunque tenía todo en su contra, en ningún momento dejó de clamar a Jesús ¿Y cuál fue el resultado? Logró que el Hijo de Dios lo escuchara y solucionara su problema.

¡A Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo sea la Gloria por siempre!



Por: Eric Enrique Aragón

miércoles, 4 de julio de 2018

Destino marcado…


Imagínese construyendo su casa con materiales de mala calidad y sin las especificaciones técnicas necesarias, que debe llevar su vivienda ¿Qué cree usted que pasaría con su vivienda si viniese una fuerte tormenta o pasaran los primeros años? Por supuesto, una casa mal construida se deterioraría antes del tiempo reglamentario.

Así ocurre con nuestra vida. De nada sirve que los mortales nos afanemos por lograr algo, si al final del camino va a ocurrir exactamente lo que Dios haya dispuesto, conforme a su voluntad. Él va a tomar en cuenta lo que haya en “nuestro corazón”; ya sea maldad o bondad.

El empeño en la realización de alguna meta es una actitud positiva. Soñar y esforzarse por alcanzar ideales es lo máximo. No obstante, el final lo decide Dios. Asimismo, permitir que nuestra mente se perturbe, porque no tenemos un empleo, casa, familia o el futuro es incierto… ¡no vale la pena! Pues Dios marcó la ruta desde el inicio y nadie lo va a cambiar.

Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia.

¿Qué significan estas palabras?
Lo que dio a entender el sabio Salomón: “La carrera no es del más ligero, ni del más fuerte; sino de aquel a quien Dios quiere darle la victoria”

¿Qué debemos hacer frente a las dificultades?
Orar, mantener la Fe y esperar que Dios haga lo que tiene que hacer. Eso es todo. Lo que Él decida es ley y nadie lo puede cambiar; de modo tal, que por más que se afane o perturbe un ser humano, nada podrá hacer. “Dios es soberano”.



Por: Eric Enrique Aragón

martes, 19 de junio de 2018

Cuando la fe se aleja...


Si usted mira a su alrededor se dará cuenta que en todas partes se pregona la fe: en los parques, las iglesias, buses, casas, en las esquinas y en la red ¡Y la creatividad que se utiliza para enviar los mensajes de fe, es genial!

Pero ¿Quiénes tienen fe de verdad? “Cuando el estómago está lleno es fácil conquistar el mundo”. En otras palabras, cualquiera desde la comodidad de su hogar puede sustentar la fe cristiana, motivar a otros y “criticar a diestra y siniestra”.

La fe es un derecho inalienable que tenemos todos los mortales; sin embargo, es en los tiempos de hambruna dónde la fe crece y se fortalece –y no me refiero sólo a la escasez de alimentos que mata a poblaciones enteras; sino, también a la sed de justicia, de amor y a todas las situaciones caóticas por las cuales pasan los seres humanos.

¿Qué es la Fe Cristiana? No se trata de repetir frases como: “Es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve…” La fe cristiana va más allá de las palabras e implica mucho carácter, temple y fortaleza emocional.

¿Por qué se necesita temple y fortaleza emocional? Porque en tiempos de desesperación, cuando uno se siente abandonado, que está en un pozo muy profundo y oscuro; y que no vale la pena vivir, ya que pareciera que al mismo Dios no le importa con nuestra vida (así pensamos)... ES AQUÍ EN ESTE PRECISO MOMENTO CUANDO DEBEMOS AFERRARNOS CON TODAS NUESTRAS FUERZAS A LA FE .

Por: Eric Enrique Aragón