lunes, 12 de noviembre de 2018

Honestidad en la administración pública


¡Cuánta gente habla de honestidad...! Sin embargo, son pocos los que se esfuerzan por alcanzarla. Es como un gran tesoro que hay que buscar con afán y sacrificio, pero, no todos están dispuestos a dar ese gran paso.

En las campañas políticas se aprecia más este fenómeno. Los candidatos a puestos de elección son grandes magos vendiendo la imagen de honestidad y transparencia. Cuando usted los ve a través de los medios televisivos logran convencer a los ingenuos -que por cierto son la mayoría- con sus lindas palabras y cara de “angelitos”; no obstante, una gran parte de aquellos que ganan, sin esperar mucho van sacando las garras de lo que verdaderamente son: “aves de rapiña”.

El poder real no lo tienen ellos, sino los ciudadanos que ejercen el voto. Es fundamental, que se vea más allá de las apariencias. La persona que ejerce el voto, debe analizar la trayectoria del candidato en el plano privado, profesional y público, buscando que haya seriedad y consistencia a lo largo de los años… Y aún así a veces nos equivocamos, ya que lamentablemente el dinero corrompe a mucha gente; pero, por lo menos el que ejerció el sufragio se sentirá satisfecho consigo mismo, porque le dio valor a su “voto”.

“El concepto honestidad -del latín “honestitas”- se puede definir como la virtud de decir la verdad, ser decente, razonable, recatado y justo”. Wikipedia.

La calidad de un candidato a puesto de elección se mide por su honestidad. Y ésta debe prevalecer siempre, en todos los tiempos y facetas de la vida. En otras palabras el conjunto de acciones a lo largo de la vida, permiten evaluar la calidad de un mortal y sobre todo a los que administrarán los proyectos del Estado.

Un funcionario público puede ser deshonesto, tramposo, mentiroso y de baja moral que le gusta moverse en la oscuridad, o puede ser un funcionario de buena calidad y excelencia, que nunca pasará de moda; porque siempre contribuye al desarrollo de su país con sus acciones, ya sean privadas o públicas.


Por: Eric Enrique Aragón





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