Imagínese
construyendo su casa con materiales de mala calidad y sin las especificaciones
técnicas necesarias, que debe llevar su vivienda ¿Qué cree usted que pasaría con
su vivienda si viniese una fuerte tormenta o pasaran los primeros años? Por
supuesto, una casa mal construida se deterioraría antes del tiempo
reglamentario.
Así
ocurre con nuestra vida. De nada sirve que los mortales nos afanemos por lograr
algo, si al final del camino va a ocurrir exactamente lo que Dios haya
dispuesto, conforme a su voluntad. Él va a tomar en cuenta lo que haya en “nuestro
corazón”; ya sea maldad o bondad.
El
empeño en la realización de alguna meta es una actitud positiva. Soñar y
esforzarse por alcanzar ideales es lo máximo. No obstante, el final lo decide
Dios. Asimismo, permitir que nuestra mente se perturbe, porque no tenemos un
empleo, casa, familia o el futuro es incierto… ¡no vale la pena! Pues Dios marcó
la ruta desde el inicio y nadie lo va a cambiar.
Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan
los que la edifican; si Jehová
no guardare la ciudad, En vano vela la guardia.
¿Qué
significan estas palabras?
Lo
que dio a entender el sabio Salomón: “La carrera no es del más ligero, ni del
más fuerte; sino de aquel a quien Dios quiere darle la victoria”
¿Qué
debemos hacer frente a las dificultades?
Orar,
mantener la Fe y esperar que Dios haga lo que tiene que hacer. Eso es todo. Lo
que Él decida es ley y nadie lo puede cambiar; de modo tal, que por más que se
afane o perturbe un ser humano, nada podrá hacer. “Dios es soberano”.
Por:
Eric Enrique Aragón
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