El COVID-19 que aún no se ha
podido controlar, ha metido al mundo en una crisis de salud pública, que a su
vez provoca una fuerte disminución en todas las actividades comerciales y
laborales de los países afectados.
Las empresas entran en una
crisis económica por la falta de ventas, baja producción, falta de inventarios
de mercancía, materia prima y una asistencia laboral irregular, entre otras
dificultades.
Como consecuencia de todo
esto, surgen los problemas de pago de
préstamos y otras obligaciones bancarias, igual con el pago de seguros,
alquileres, servicios básicos, gastos escolares y a proveedores…
El ciudadano común dejará de
pagar sus deudas de préstamos hipotecarios, personales y autos, por mencionar
algunas. Su presupuesto quedará totalmente desajustado, ya que sus prioridades por
la PANDEMIA serán otras, principalmente
comida, suministros de aseo y medicinas…
Problemas de estrés y
emocionales que vendrán serán duros y requerirán atención médica en ciertos
casos; porque el trabajador también se verá afectado en su salario (ingresos) y
no sabrá cuál será su futuro laboral. Lo
más seguro es que gran cantidad de empresas quiebren o tengan que hacer ajustes
laborales para sobrevivir.
Los desempleados que estaban
a punto de empezar a laborar en una empresa y los que buscaban un empleo, definitivamente,
quedaron en el “limbo”. Los independientes ni se diga, quedarán por el suelo…
la realidad es que nadie se escapará de un periodo sombrío en materia económica,
laboral y financiera, por causa de un CORONAVIRUS que nadie en el mundo
esperaba.
Que significa todo lo
expuesto que es la pura realidad del mundo en estos momentos y para los meses
siguientes, "que ningún banco privado debería someter a los clientes -llámese depositantes que son los que aportan el dinero, que se convierte en la materia
prima de los bancos- a situaciones estresantes y fuera de toda proporción en
cuánto a las medidas para otorgar un periodo de gracia para los préstamos
hipotecarios y personales".
No se puede decir o aseverar
que algunos que trabajan “SÍ pueden” hacerle frente a sus deudas y aquellos que
no trabajan “NO”. Señores sólo los ricos
y aquellos que están acomodados y ganan en sus empleos como ejecutivos y en el
gobierno, más de 10 mil dólares por mes, podrán aguantar sin ningún problema
unos 4 meses y pagar sus préstamos; pero,
la mayoría de clase trabajadora y clase media baja, con trabajo o sin trabajo
NO puede afrontar en estos momentos sus compromisos bancarios ni pagar deudas.
La medida más adecuada con la realidad mundial, además de solidaria por parte de la banca
privada, sería: “ESTABLECER UN PERIODO DE GRACIA PARA TODOS POR 90 DÍAS, por lo menos”… de modo tal, que podamos todos como un solo equipo salir de la crisis.
Agradecemos a todos los
bancos que apoyan a sus clientes en momentos difíciles…
Por: Eric Enrique Aragón