Muchos gobiernos están apostando
por mantener el statu quo en el manejo de la Pandemia, hasta que se elabore
una vacuna efectiva contra la enfermedad (Covid-19) o que ocurra un milagro que
debilite al virus.
En otras palabras, procuran que
la cantidad de contagios sea la adecuada, de modo que no sobrepase la capacidad
hospitalaria, ya que, si esto ocurriera, entonces, si habría un grave problema
nacional.
Esta política de los gobiernos va
en la dirección correcta, todas las autoridades nacionales, estatales y
provinciales deben hacer campañas fuertes y permanentes para mantener el
control de los contagios; sin embargo, le están dejando muchas ¨puertas
abiertas¨ al virus.
Los gobiernos se concentran en lo
general (macro) y olvidan los detalles (micro). Elaboran sus planes de trabajo
desde el Gobierno Central y se rodean de montones de asesores que no conocen la
idiosincrasia de los barrios, sobre todo, de los más pobres que son los más
afectados. La planificación y supervisión está muy centralizada. Esto explica
porque las medidas tomadas por algunos gobiernos y autoridades de salud no
están reflejando resultados positivos. Ni siquiera la ayuda estatal se está
distribuyendo como debe ser, y además aparecen oportunidades para el
despilfarro de los recursos del Estado. Es como dar dos pasos hacia adelante
y después cuatro hacia atrás.
Desde que empezó la Pandemia
mucha gente entendida y que se enfrenta al enemigo cara a cara, como los
médicos, personal de salud, líderes comunitarios y otros, se lo han señalado a
los gobernantes: al enemigo hay que atacarlo en su propio terreno.
Los gobiernos le cierran una
puerta al virus y por otro lado se abren cinco, y esto no va a cambiar mientras
los gobiernos del mundo no vean el problema en su cuna (origen).
La PANDEMIA tiene 2 grandes
aspectos: el problema económico para la clase pobre, y también para la
clase media golpeada por el desempleo. Y por otro lado, la indisciplina
social que es difícil controlar por más campañas que se hagan para que la
gente sea responsable.
Los gobiernos han tratado de
mitigar las necesidades de la población, haciéndoles llegar bolsas de comida y
bonos para comprar alimentos; no obstante, esta ayuda le ha llegado sólo a una
parte de la población o es una ayuda que no cubre las necesidades alimenticias
y de salud de una familia promedio de barrios pobres.
Otros sectores, como la clase media desempleada,
no ha recibido nada; ya sea porque no se les considera ¨clase marginada¨ o la
distribución es desigual.
Las necesidades básicas que la
mayoría de la población no puede suplir por la Pandemia, y la misma conducta
social de inmadurez, irresponsabilidad e indisciplina que adornan a un gran
número de habitantes de un país: son los elementos que impulsan a la gente a no
tomar en serio las medidas de protección contra el Coronavirus. Si la conducta
social es irresponsable en países de primer mundo, es lógico que en los otros
países que no tienen el mismo nivel económico ni educativo, sea peor.
El problema hay que
atacarlo en su origen. El asunto para los gobiernos es que este plan requiere
capacidad logística, jefes eficientes, buena planificación y supervisión. En
cuanto al dinero, lo están despilfarrando debido a la ineficiencia
administrativa y posibles malos manejos (Cuando pase la Pandemia se sabrá lo
bueno, lo malo y lo feo de lo que hicieron los gobiernos con los fondos del
Estado).
El recurso humano para trabajar
en un plan estratégico, completo y con poder total, ya lo tienen; sólo hay que
reasignar empleados públicos, contratar profesionales y trabajadores que
comprendan el movimiento de las comunidades o barrios, y los voluntarios
siempre aparecerán.
El origen del problema está en
cada comunidad, corregimiento o en la unidad poblacional más chica de un país.
Es como si se hiciera un plan de vecinos vigilantes para prevenir los actos
delictivos en los barrios. Hagan un comité en cada barrio o corregimiento,
formado por empresarios del lugar, estudiantes graduandos de universidades,
líderes de barrio, autoridades locales, representantes de los vecinos,
auditores estatales y privados.
Busquen un local que sea como un
centro de mando, desde allí le hacen llegar las bolsas de comida y bonos a
todos en la comunidad que estén necesitados de verdad. Asimismo, podrán vigilar
que no haya fiestas ni aglomeraciones en parques ni canchas de juego.
A la salida de cada corregimiento
o barrio controlan la movilidad de las personas, así sería más fácil conocer a
los vecinos que tienen que salir porque trabajan, a los que van a comprar
alimentos y a los que necesitan ayuda. Se tendría un inventario de todas las
personas y actividades. Además se harían campañas permanentes en los barrios…
No hay otro camino. Si la enfermedad toma
fuerza, sabe moverse y se fortalece con la indisciplina de las personas, entonces,
vamos a atacarla con medidas extremas en los barrios, pero, sin perder de
vista las necesidades de la gente de cada comunidad y el respeto que merecen.
Hay que atacar el problema en los
barrios, y así se controla más la conducta de las personas y se hará una mejor
distribución de la ayuda. En estos términos la cuarentena será más efectiva y
le daremos duro al enemigo: ¨Covid-19¨.
El Gobierno tiene que permitir
que cada provincia, distrito, corregimiento y barrio: elaboren su propia estrategia de acuerdo a la
conducta y necesidades de cada sector.
Por: Eric Aragón