martes, 1 de marzo de 2011

¿Cómo quieres verte en el año 2011?

Escuchar hace un par de días a un vecino, quien le decía a otra persona, más o menos lo siguiente: “No cuentes conmigo para ese trabajo. Mañana será un día sagrado para mí…” (Se refería al último día del año), me hizo recordar dos aspectos de mi vida. Primero, retrocedí en el tiempo hasta finales de los años 60. Y después, hice una remembranza de aquel año, cuando vivía en la ciudad de San José, Costa Rica. Específicamente el año 1984.

El día 24 de diciembre, al igual que el último día del año (31 de diciembre), mis tutores me decían, o mejor dicho, me ordenaban que me bañara y me pusiera –quizás mi mejor vestido- un pantaloncito largo y una camisa estampada o de cuadritos, manga larga. Y me explicaban que lo correcto era estar en esos días, en horas de la tarde, bien arreglado para recibir la Navidad y el Año Nuevo, respectivamente. ¡Por supuesto! Siempre me dominaba el sueño antes de la medianoche. Lo que si me gustaba era la cena que teníamos, aproximadamente, a las 8 de la noche. Realmente, ésta consistía en una comida sencilla, unos dulces y las ricas frutas, que saboreaba como si la vida fuese nada más eso, “comer frutas y dulces”. Casi siempre algún vecino nos regalaba todo lo que se ponía sobre la mesa para comer.

Mi anhelo más grande al día siguiente, eran los juguetes. En esos años todavía se le hacía creer a los niños que los juguetes los traía el niño Dios, en horas de la madrugada. La gente adulta escondía los juguetes a los niños, para ponérselos sin que éstos se percataran, debajo del arbolito de navidad. En mi caso, me ponían los juguetes (que por cierto, con frecuencia eran pocos y muy sencillos) cerca de la cama; de manera tal, que al despertar los viera inmediatamente y en consecuencia, me volviera loco por la emoción –que siempre así ocurría-.

No me atrevo a decir si esta acción de ocultar la verdad a los niños, era buena o mala. Lo que sí puedo asegurar es que yo era feliz. ¡Y por cierto! Jamás… ¡Jamás! Hubo licor en la casa ni fiestas. Todo se limitaba a vivir y recordar sanamente lo relacionado a la Navidad. Estar en familia e ir a la iglesia (católica), aunque fuese a contemplar un rato, el nacimiento del Niño Dios, era lo importante para mí.

Tuve la dicha de estar con tutores, todas eran damas de cierta edad, que me inculcaron esta forma de vivir y entender la Navidad y el Año Nuevo. Mi madre era una española gitana, que huyendo del periodo franquista, se radicó en Costa Rica, por los años 50. Cuando nací se devolvió a España. Nunca en mi vida logré disfrutar unos minutos con ella. Y mi padre… Otro aventurero rumano. Éste ni la sombra me dejó. Por esa situación viví con muchos tutores… Definitivamente que después de muchos años de rebeldía y aventuras, mi vida cambió gracias a estas nobles personas; cuyos ejemplos y enseñanzas están bien guardados en mi mente y en mi corazón. ¡Alabado sea Dios por darme esta bendición…!

El otro bello recuerdo y que morirá conmigo, fue aquel momento en el cual leí un artículo, muy motivador, que se titulaba, “¿Cómo quieres verte a los 40 años?” En ese año tenía 23 años. El escrito se refería al hecho de que debemos preocuparnos por mejorar nuestras vidas y trabajar para alcanzar nuestros ideales, empezando desde este momento; de modo tal, que nuestro futuro a mediano y largo plazo sea mejor.

En otras palabras, “Debemos sembrar buenas semillas, el día de hoy, para cosechar excelentes frutos el día de mañana”.

El artículo terminaba con la frase lapidaria del gran pensador romano,
Marco Aurelio: “Nuestra vida es lo que nuestros pensamientos hacen de ella”.

Y la pregunta para ti: ¿Cómo quieres verte en el año 2011?



Autor:
Eric Enrique Aragón
31 de diciembre de 2010

Siempre daré un paso más...




Madre SOS, una mamá diferente…

¡Felicidades a todas las bellas madres en su día!
Aquí en la República de Panamá se celebra el grandioso Día de las Madres, el día 8 de Diciembre de cada año. ¡Y qué mejor día para agradecer a Dios por todas las madres, que el día de la Inmaculada Concepción!

La madre para un niño es lo más sagrado, sublime y bello que puede anhelar en la vida. La amorosa y sufrida mamá que siempre está con sus hijos, en las buenas y en las malas.

Esa madre que aunque no tenga nada para comer o reciba el cruel maltrato de su compañero –algunas veces el propio padre de los niños-; siempre estará dando amor y ternura a sus bebés, y los defenderá hasta con su propia vida…

Para la inmaculada madre, todos sus hijos son iguales y siempre los amará; no importa si éstos (sus hijos) son rechazados por la sociedad o van por un mal camino. Ella siempre los perdona y los espera con los brazos abiertos... En verdad eres el amor perfecto…

¡Cuán necesario eres mamá en este mundo lleno de maldad! ¡Te necesitamos para hacer de este planeta, un mejor lugar para habitar!

Ella nos da fuerzas y nos enseña el inmenso significado del amor y de la bondad. Ella nos mima, besa y protege en esas noches oscuras. También nos reprende y nos castiga; pero, jamás dejamos de quererla, porque ella es el perfecto amor en nuestras vidas.

Un niño sin su madre, nunca será un adulto totalmente feliz. La madre jamás se podrá reemplazar. El mismo Dios le buscó una madre terrenal a su hijo Jesucristo, cuando habitó en este mundo.
Deseo extender mi agradecimiento a unas madres muy especiales, a las Madres de las Aldeas Infantiles SOS. A pesar de que no tienen hijos propios, igualmente son excelentes madres. Y muy especiales, ya que con mucho amor y ternura, hacen un gran esfuerzo para suplir en parte, la ausencia de una madre en el corazón y en la vida de muchos niños y jóvenes huérfanos y carentes del amor de un hogar.

Gracias a todas las Madres de las Aldeas Infantiles SOS. Esta es una institución que funciona en varios países del mundo, incluyendo, la república de Panamá, cuyo objetivo es ayudar a los niños desamparados.

En la actualidad, miles de niños alrededor del mundo, gracias a Dios y a las Madres SOS, tienen un mejor futuro.

FELICIDADES A TODAS LAS MADRES EN SU DÍA, QUÉ DIOS LAS BENDIGA HOY Y SIEMPRE. Y A TI BELLA MADRE, DIANA MEDINA BRAVO, QUE CON TANTO CARIÑO Y COMPRENSIÓN CUIDAS A DIANA ISABEL Y A MICHAEL ALEXANDER…

Autor:
Eric Enrique Aragón
7 de diciembre de 2010

lunes, 28 de febrero de 2011

¿Qué hacer cuando todo sale mal?

Es difícil predecir cómo será nuestro comportamiento ante un hecho inesperado. Hasta la persona más racional, en un momento dado de su vida, ha actuado de una manera totalmente contraria, a la sabia razón.

En una ocasión un esposo, que ya contaba con una edad madura, no pudo soportar que su esposa de la noche a la mañana, le pidiera el divorcio, después de muchos años juntos. Y sin importarle con sus hijos, ni pensar en lo que hacía, sacó un pequeño revólver que durante años había tenido en un casi olvidado cajón y lo descargó sobre su esposa, compañera y madre de sus hijos. Unos minutos después se dio un tiro en la cabeza.

Una pareja que durante más de 20 años había llevado una vida tranquila y que juntos habían educado a sus hijos, que ya superaban los 30 años, se había acabado en cuestión de minutos.

En otro caso un joven, porque su perrito que tenía de mascota, le saltó encima y le derramó un jugo sobre una camisa nueva, le dio una patada tan fuerte que acabó con la vida del pobre animal, que únicamente quería demostrarle afecto a su amo, como lo hacía diariamente.

Si nos pusiéramos a relatar todas las situaciones similares, jamás terminaríamos; ya que todos los seres humanos, casi a diario, enfrentamos malos momentos o eventos que no se esperan. Y duele más, cuando las adversidades o los sucesos imprevistos ocurren cuando todo se ha tratado de hacer bien. Cuando ha habido una planificación, tomando en cuenta cada detalle. O como dicen algunos: “No me explico, porqué me ocurre esto, si yo no perjudico a nadie; al contrario cuando puedo hacer el bien lo hago…” “¿Por qué a mí?” “Yo voy a la iglesia siempre o confío en Dios”.

Resulta casi imposible explicar porqué la vida es así y a veces un poco injusta. Hay personas que se buscan los problemas –y algunos hasta bien merecido lo tienen-; no obstante, hay seres humanos, que sinceramente, no merecen que les ocurran tantas dificultades.

Quizás nadie pueda explicar esto… O decir que siempre tendrá la fortaleza necesaria para mantener el equilibrio emocional, cuando los eventos inesperados vengan a incomodar su vida.

Lo único que si le puedo asegurar, estimado lector, es que nosotros los seres humanos somos tan frágiles, que a veces la vida depende de un hilo de coser. Mire a su alrededor –tal vez los ejemplos están cerca de usted- o investigue y se dará cuenta de tantas personas o familias, cuyas vidas han tenido un cambio negativo, debido a unos minutos de ira que ha nublado la razón.

¡Siempre tengamos presente, que somos frágiles y pequeños! Nuestra vida es como la neblina que se desvanece en cualquier instante…

Aprendamos a ser humildes, bondadosos y respetuosos con nuestros semejantes y con la naturaleza.

Regalemos todos los días, al amanecer, unos minutos a nuestro Creador.
Hagamos desde lo más noble de nuestro corazón, una pequeña oración a Jesús.
Digámosle: Señor JESÚS, soy frágil, no sé que hacer frente a mis dificultades… ¡Ayúdame, por favor!



Por:
Eric Enrique Aragón
11 de enero de 2011

¡Culpable…! ¡Culpable…!

Parecía que iba a ser un día cualquiera… Estaba parado dentro de una panadería, casi a la salida de ésta. Era un día lunes, once de la mañana, aproximadamente. Tomaba una bebida de chocolate, mientras miraba todo a mi alrededor.

Enfrente una gran calle por donde pasaban decenas de vehículos y buses colectivos que se detenían a recoger pasajeros, precisamente, a unos siete metros del punto donde me encontraba parado.

A los lados de esta calle muy popular, que en otro tiempo fue la principal de la ciudad, se observan cientos de almacenes, en su mayoría de hebreos. La gente caminando como hormigas por la acera, que está llena de anaqueles con ropa para la venta, pertenecientes a estos almacenes; ya que tienen la costumbre de sacar sus artículos, sobre todo la ropa, afuera del establecimiento comercial, obstruyendo muchas veces el paso de los peatones, y más en días de quincena… También, para hacer aún más difícil el paso de la gente, en la acera de ambos lados de la calle, se han ubicado muchos buhoneros y vendedores de frutas.

Resulta peligroso cruzar esta calle, no obstante, cientos de personas lo hacen en la mañana, en ambas direcciones; ya que se dirigen a sus áreas de trabajo. Por aquí cerca, además de los cientos de almacenes, se encuentran grandes supermercados, instituciones gubernamentales, un museo, varias escuelas públicas, mueblerías, restaurantes, y otros establecimientos comerciales propios de una gran avenida Central, en la ciudad capital.

Miré el reloj –siempre estoy pendiente del tiempo- y me percaté que tenía quince minutos de estar en la panadería. Siempre me detenía cerca de ésta a esperar el bus… Ciertos días de la semana tengo que dictar unas horas de clase – a veces gano unos reales como profesor- en un instituto, que ofrece carreras a nivel técnico superior y que se encuentra en este lugar.

Por la panadería pasan muchos niños con sus padres, que vienen o van a las escuelas de educación primaria, que están a unos pocos metros de aquí… En este preciso momento observaba a una madre que traía de la mano a un niño y más atrás venía una niña. Todos procedían de una escuela, cruzaban la calle, se acercaban a mí. El niño tendría unos nueve años y la niña, no más de once añitos. Mire a la niña que se acercaba y me pareció que caminaba con cierta burla –contorneaba el cuerpo-. Todo el que tiene hijos pequeños, sabe que ellos siempre andan inquietos, es normal a esa edad.
A medida que se acercaba la niña, como algo inesperado e instintivo, de mis ojos empezaron a brotar lágrimas. En ese momento trataba a toda velocidad, de esconder lo que me estaba ocurriendo, para que nadie se diera cuenta. La niña no estaba haciendo ninguna burla… Ella es así…Caminaba con dificultad… Se tambaleaba de un lado a otro, parecía que se iba a caer…

¡Imagínense! el gran esfuerzo que hace esta niña para ir a la escuela… ¡Y cómo hará sus deberes en el aula de clases…! ¡Y la burla de sus compañeritos que no entienden tal situación; porque que no han recibido una buena enseñanza en el hogar… Y de algún adulto desalmado que abundan…! No sabría explicar que enfermedad padecía… Tal vez ¿Parálisis cerebral...? La verdad no sé… Lo que si sé es que hay millones de angelitos que sufren como ella y que nunca pidieron venir al mundo así…

Sentí un gran dolor, que me llegó a lo más profundo de mi alma… La vi alejarse y pensé en lo afortunado que soy; ya que Dios me regaló dos niños sanos. También, sentí una gran impotencia, porque no podía ayudarla… Y al mismo tiempo, la angustia y la aflicción destrozaron mi corazón, porqué medité en la crueldad que aniquila a la raza humana; igual que el peor de los tumores malignos.

¡Qué inhumanos somos que no hacemos nada para que los niños que sufren como esta niñita, puedan vivir en un mundo mejor… ¡SI SOMOS CULPABLES…CULPABLES…!

Por: Eric Aragón
20 de mayo de 2010