La mayor parte de los habitantes
de las naciones afectadas por el COVID-19, depende en este momento de la ayuda
que les pueda ofrecer el Estado, los grupos organizados y la gente de buena voluntad
con más recursos económicos.
En gran medida este trabajo de
logística es titánico y merecedor del mejor galardón que se pueda dar; ya que
las personas que llevan ayuda a sus compatriotas, lo hacen poniendo en peligro
sus propias vidas.
Tomar en cuenta todos los
registros (base de datos) que tengan las dependencias sociales, y señalar las
áreas marginadas que se conocen; incluyendo las instituciones para enfermos
mentales, asilos, cárceles, orfanatos y otras similares, es clave para
organizar la distribución de bolsas con productos alimenticios y otras
contribuciones; no obstante, como es una
situación ¨fuera de serie¨ se deben considerar otros elementos de juicio que,
también, son importantes.
Los empresarios, gerentes
administrativos y contadores, saben perfectamente que todos los registros de
inventarios de productos (base de datos) deben ajustarse con el inventario
físico, que representa el trabajo en campo que reflejará la realidad del
inventario. Igual principio se debe
aplicar para la distribución de alimentos, si queremos mejores resultados.
La paralización de las
actividades comerciales trae como consecuencia, que los grupos vulnerables que
ya conocemos, vayan a desesperarse más por sus necesidades básicas y por
el encerramiento en sus casas… Recuerden que estas personas tienen sus propios
comportamientos sociales, además de que necesitan deambular por las calles para
la rebusca monetaria y con otros fines… Algunos tratarán de aprovechar esta
situación para realizar actos delictivos o incitar a la gente a ejecutar actos
violatorios a la ley, como lo es el saqueo a tiendas y supermercados. Por eso es importante, llevarles alimentos y
mensajes de que el Estado no los abandonará y que no cometan errores que puedan
lamentar cuando finalmente ganemos esta guerra. Y lógicamente, los organismos
de seguridad deben ser más eficaces y precisos en el control de la violencia y
delitos.
Los gobiernos tienen que entender
que éste es un problema mundial que afecta a los que tienen menos recursos (los
que tradicionalmente ya se conocen); sin embargo, otros grupos que no califican
como marginados o que, en tiempos normales, nadie ayudaría y menos el Estado,
ahora si necesitan la ayuda estatal; puesto que todas las actividades
comerciales que de una u otra forma les permitían obtener alguna entrada de
dinero, se acabó. Nos referimos a los desempleados que ganaban
buen salario y a los pequeños empresarios que ya empiezan a ¨comerse los
cables¨.
En otras palabras, es obligatorio
por parte de los gobiernos, hacer una labor de campo y visitar a todos por
igual, tanto los barrios marginados como los de clase media o que en
apariencia pareciera que están bien, pero, no son más que gente que ha
trabajado duro por tener algo y que ahora tal vez requieran alimentos, medicinas,
atención médica y salud mental.
Todas las acciones de
distribución de alimentos deben contar con el apoyo de los representantes,
líderes comunitarios, técnicos que conozcan las diversas áreas geográficas y el
comportamiento social.
Tiene que ser un trabajo real y
serio, considerando todas las variables, sin juega vivos ni la politiquería
barata y dañina.
En cuanto a la frecuencia, ésta
debe ser técnicamente establecida. Cuanto mayor sea el tiempo entre los
repartos de alimentos, menor será el peligro para los colaboradores de la
logística.
Otro grupo que no camina como nosotros, pero igual, no podemos dejar solos en este momento difícil, son nuestros
amigos los gatos y los perros que deambulan por las calles de las ciudades
urbanas y rurales buscando comida, y que, Gracias a Dios y a la buena voluntad
de muchos parroquianos, siempre sobreviven. Ahora mismo no tienen nada para
comer. Debemos ayudarlos. Las
organizaciones defensoras de los animales, ahora tienen que demostrar ese
empeño por llevarles comida.
Por: Eric Aragón