lunes, 2 de agosto de 2021

Si todos cometen errores, entonces ¿En quién confiaré?

Una madre jamás pensará en fallarle a sus hijos, dará su vida por éstos si fuese necesario: "esa es su grandeza"; al igual que una buena madre, aún existen personas que son dignas de confianza.

Tal vez se están extinguiendo como los dinosaurios, pero, todavía se hallan personas que hacen un gigantesco esfuerzo por llevar una conducta correcta, conforme a las reglas morales y a los principios cristianos.

No son mortales que están alardeando de ser cristianos o "que cumplen con todo lo moral", son seres humanos corrientes: de todos los colores y apariencias que procuran cumplir con esa máxima norma: “No hagas a otros lo que no te gustaría que te hagan”.

No hay duda de que éstas personas cuyas cualidades se han señalado, son “dignas de confianza”, pues harán todo lo posible por quedar bien con sus semejantes.

Lo que causa tristeza y dolor es cuando se le falla a quienes confían en uno. En cierta forma no es un pecado ni tampoco una acción premeditada, si se ha hecho todo lo humanamente posible por quedar bien.

El verdadero problema radica en la “imperfección humana”. Los errores y las fallas siempre acompañarán a los mortales desde que nacen. Una gran cantidad de hombres y mujeres se frustran y abandonan la senda de la lucha por hacer lo correcto, "debido a las fallas que se cometen", y más cuando salen perjudicadas las personas a quienes se les quería ayudar.

Estar exentos de errores es inevitable. Cuánto más busque hacer bien las cosas, más errores cometerá… “Ésta es una regla que no falla”. Hay que aprender a vivir así. Lo único que se puede hacer es buscar la fuerza necesaria para superar tal situación.

…No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda.                Salmo 121

Por: Eric Aragón

miércoles, 7 de julio de 2021

Alcanzar metas en tiempos de pandemia…

El mundo entero entró en una crisis de salud y económica en el año 2020, como resultado de la enfermedad Covid-19 que nadie sospecharía que iba a causar tanto caos en todos los continentes.

Y lo irónico es que cuando se pensaba que estaba bajo control, comenzó el virus (Coronavirus) a atacar con todo su “arsenal”, llevando nuevamente a la humanidad a situaciones iguales o peores que las que se vivieron.

Lo cierto es que la población mundial y los gobiernos por fin han comprendido que la enfermedad no se va a ir, por lo menos en un par de años más.

También se ha entendido que una paralización de todas las actividades económicas y del confinamiento total de la gente como se hizo en un principio, en la actualidad no es la solución a la crisis; al contrario agravaría más el problema financiero de las empresas y el desempleo que ya está por las nubes.

En medio de este sombrío panorama los mortales tienen que seguir “luchando” por alcanzar mejores días. Nadie debe “quebrarse”… el que está sin trabajo, tiene que seguir buscando ese anhelado empleo sin desmayar; los jóvenes tienen que estudiar y ahora más que nunca, ya que la competencia será mayor en el futuro. Los que han perdido sus casas y otros bienes, deben levantarse de las cenizas “como el ave Fénix”… Aquellos que aún conservan sus trabajos, ahora deben esforzarse más por ser competentes y serios en sus trabajos…

El mensaje claro y alto es que todos deben seguir con sus ideales o fijar nuevas metas de superación. No es fácil en medio de la “Pandemia”, pero tampoco imposible. La clave es llenarse de la fortaleza y motivación necesaria para no caerse, y si se cae, pues, poder levantarse y seguir en ese camino tan difícil de la superación.

¿Tiene el ser humano esa fuerza de voluntad que necesita? Por supuesto que carece de ella. El único que puede hacer que esa corriente de fuerza espiritual, emocional y física corra por todo el cuerpo de los mortales es “Dios”

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos”. Hebreos, capítulo 11 (La Fe).

Por: Eric Aragón

miércoles, 16 de junio de 2021

El gran engaño...

Nacer “pobre” es una bendición de Dios. De hecho, Jesús siempre ayudó a la gente necesitada. Seguro que habrá gente que malinterpretará estas palabras.

Si una persona vino a este mundo en condiciones de escasez de dinero y con muchas necesidades materiales, no significa que debe quedarse así. Al contrario, los padres deben hacer todo lo posible para que sus vástagos estudien y se superen en todos los aspectos de la vida.

Aquí tenemos dos situaciones. Por un lado, la gente que pasa a ser clase media profesional o con un buen nivel de comodidad; pero, viven en un mundo de ensueños. Ya no creen en la bondad, la humildad, ni tampoco les interesa ser mejores personas de acuerdo a los principios de Dios; ya que la vanidad, el orgullo, la lujuria, el amor desenfrenado por el dinero: ocupa el “corazón” de ellos. Éstos (no todos) son peores que los que nacen en cuna de oro; a pesar de que vienen de un ambiente de pobreza, cuando alcanzan las comodidades, se llenan de vanidad y comienzan a despreciar, incluso, a su propia familia.

La Pandemia puso de manifiesto la fragilidad de esta clase media y de los ricos que tienen corazón de piedra y no creen en nada, sólo en el “dios dinero”.

Un gran sector de la juventud no entiende que obtener un estatus social y económico a través de la trampa, el narcotráfico, la corrupción política, la prostitución y otros medios ilegales, únicamente trae desdicha, cárcel y muerte -menos la paz verdadera que necesita un ser humano para vivir mejor.

En otro orden, vamos a tener a los jóvenes que se abren paso por medio del esfuerzo, sacrificio, estudio y persistencia, cuando se ganen buenos salarios producto del trabajo honrado, serán excelentes administradores de las finanzas personales; además, estarán adornados por cualidades como la bondad y la humildad, entre otras, que solamente se aprende cuando se nace en la “pobreza”.

Y lo más importante. Orar a Dios todos los días y pedir su Espíritu Santo como fuente de sabiduría y fortaleza emocional.

Por: Eric Aragón

martes, 15 de junio de 2021

El templo más importante...

La restauración de un templo es imprescindible, ya que contiene la memoria de la humanidad; algo así como la conservación de las fotos, recuerdos y enseñanzas de nuestros abuelos.


El incendio de la catedral de Notre Dame (Nuestra Señora de Paris), fue un golpe muy duro a la cultura francesa y a la historia de la humanidad. El templo fue construido en el siglo XII, y ha sido testigo de grandes eventos históricos, como la Revolución Francesa, al igual sirvió de inspiración para la famosa novela de Víctor Hugo; además de ser una colosal obra arquitectónica (estilo gótico).

 

Cada Estado tiene la obligación de mantener los monumentos históricos en las mejores condiciones posibles, y más cuando su impacto es mundial. Así lo declara la Organización de Naciones Unidas (ONU), y es por esta razón que se declaran ciertos monumentos, catedrales y templos como “Patrimonio de la Humanidad”.

 

¿Cuál de todos los templos es el más importante? Todos tienen un gran significado, puesto que le revelan al mundo los detalles de su historia y ésta debe servir para no cometer los mismos errores del pasado.

 

Para Dios existe un templo más importante que todas las edificaciones que pueda hacer el hombre y que fue comprado para su restauración con la “Sangre de Jesucristo, el hijo de Dios”, cuando sacrificó su vida por la humanidad en la Cruz del Calvario.


Los seres humanos tienen la responsabilidad ante Dios de cuidar su cuerpo. Evite el consumo de todo aquello que afecta la salud mental y física; siga un régimen alimenticio nutritivo, haga ejercicios, busque la unidad familiar y dedíquele un pequeño tiempo, aunque sea, a la oración. Pídale a Jesús su Espíritu Santo para vencer todos los obstáculos que le impidan proteger su cuerpo.

 

¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo…”

(I Corintios, capítulo 6, versos 19 y 20).

 

Por: Eric Aragón

lunes, 14 de junio de 2021

Una buena estrategia en tiempos difíciles…

Todo buen padre de familia motiva a sus hijos a estudiar, ya que un joven con preparación académica, tendrá más oportunidades de superación que aquellos que no han estudiado.

Analizar el problema con sabiduría y sin prejuicios, poseer educación, leer acerca de casos similares, ser disciplinado, puntual, responsable, consultar a gente sabia: son algunos elementos para elaborar un plan que sea útil para la solución de cualquier problema actual, sea de índole social, económico, familiar, laboral, político o emocional.

No obstante, como nada es perfecto, siempre se deja por fuera un factor. Algunos dirán que es un tema religioso, pero no lo es; es tan real como bañarse todos los días. Millones de personas en el mundo no están metidas en iglesia alguna, ni se la pasan saltando, ni con una biblia debajo del brazo; sin embargo, cuando han estado frente a una dificultad muy grave a la cual no le pueden hacer frente o sus fuerzas se han ido, en la intimidad le han pedido ayuda a Dios, hasta con lágrimas en los ojos. “Esta es una acción real y no tiene nada que ver con religiones ni iglesias". Los seres humanos por excelencia son espirituales, aunque no lo crean o lo nieguen.

Por ejemplo, si un esposo que maltrata a su familia, un hijo que se está dejando llevar por las drogas, un político que no está haciendo bien su trabajo o cuando se está en medio de una situación complicada, le solicitan a Jesús por medio de la oración (que no es otra cosa que hablar con Él), que haga descender el Espíritu Santo y que Éste tome control de sus mentes, emociones y problemas… crean que van a tener un punto de vista diferente, más entendimiento y fuerzas para enfrentar el problema y salir de alguna forma victoriosos…

Por: Eric Aragón