Millones de personas en el mundo repiten una y otra
vez que la buena suerte no existe. Que aquellos que les va bien es porque han
trabajado con mucho esfuerzo, son ahorrativos o tienen gran capacidad para los
negocios… y a esas cualidades se debe la buena suerte que tienen. Es decir,
cada uno de nosotros podemos crear nuestra “buena suerte”.
Pues, permítame objetar esta teoría con hechos reales. La mayoría de los seres humanos en el planeta, que pertenecen a
la clase trabajadora y sin recursos, el 70 % más o menos, morirán en las mismas
condiciones que tienen; algunos mejorarán un poco su situación trabajando muy
duro -sacrificando parte de la familia y la felicidad a la cual tiene derecho
todo ser humano- y otros se harán profesionales y así lograrán comprar una casa
bonita, un carro, tener tarjetas de crédito, enviar a sus hijos a escuelas de
prestigio; pero, al final será una gran ilusión; ya que estarán toda la vida
trabajando para pagar los préstamos que solicitaron a los bancos y financieras,
para llevar este nivel de vida.
Y no me vengan a decir un poco de conferencistas y
motivadores que los seres humanos si quieren pueden vivir en palacios, ser ricos
o tener todo lo que desean. La gran parte de estos excelentes oradores son unos
manipuladores de las emociones de las personas, se aprovechan de la ignorancia
y desesperación; juegan con la vanidad, arrogancia y materialismo de los humanos.
Analicen bien si hay personas con suerte en este
mundo. Por ejemplo, los hijos de ricos, desde que nacen ya son dueños de
empresas, gerentes, presidentes de juntas directivas, recorren el mundo, van a
las mejores escuelas y compran lo que les da la gana… explíqueme usted si estos
seres a veces arrogantes, perversos y que no tienen ningún grado de bondad ni
justicia hacia los demás: trabajaron duro, con esfuerzo y temple… Simplemente
lo heredaron todo, les cayó del cielo.
Si nos detenemos a observar bien a la gente que nos
rodea, nos daremos cuenta que hay personas perversas que les va bien en todo;
otros se han ganado un millón y más en loterías ¿Dígame si esto no es buena
suerte?
Entonces el asunto no es aseverar a la ligera que no
hay gente afortunada en este mundo, si los hay. Lo que debemos pregonar y explicar,
sobre todo a las nuevas generaciones, es que la paz y la felicidad la
lograremos día a día, cuando aprendamos a aceptar lo que somos, lo que tenemos
y hasta dónde podemos llegar.
Claro que, si podemos capacitarnos mejor y trabajar
duro para mejorar nuestro nivel de vida, si podemos amar a nuestra familia, ahorrar
para viajar, aunque sea en bicicleta; darles la mejor educación a los hijos
-que comienza con la Fe Cristiana y el amor a la familia. Esta es la verdadera
felicidad en este complejo mundo.
Por: Eric Enrique Aragón