domingo, 19 de abril de 2015

¡Cuidado! Ángeles podrían estar entre nosotros…

Hace poco, por casualidad me encontraba conversando con una amable señora en una iglesia muy famosa, aquí en la ciudad de Panamá.  Era una conversación muy corta; sin embargo, en cuestión de segundos, quedó la señora prácticamente haciéndome una serie de preguntas, como si yo estuviera en un interrogatorio.

¿De dónde es usted? ¿Qué hace aquí? ¿Dónde vive? Y otras preguntas más. Ahora recuerdo que la conversación giraba en torno al poder de Dios y cómo éste gran, único  y poderoso personaje mira a los seres humanos sin hacer distinción de nada; tan sólo basta que los mortales sean sinceros con él.

Dios me ha llevado a realizar distintos trabajos, como el de profesor de historia y uno de los pueblos antiguos que más me impactan, es precisamente, la del pueblo hebreo. Y de hecho escribo bastante sobre personajes bíblicos y otros aspectos más que tienen que ver con el poder motivador y restaurador de Dios.

El punto es que yo le respondía a la señora en broma y en serio, que yo podría ser un ángel de Dios, que camina sobre la tierra. Y todo el asunto cómo que se ajustaba bien a mi condición de vida; pues, no tengo familia en este país, y si alguna vez tuve, desde hace tiempo dejaron de existir. Yo era el más pequeño, un hermano rumano –por parte de padre- que me seguía, me llevaba más o menos 50 años de diferencia.  Perdí a mis padres desde muy pequeño –una gitana española y un aventurero rumano- y como si fuese poco, también, perdí a la única familia que formé, pues me abandonaron, por estar yo más preocupado por las cosas materiales de este mundo que son efímeras, que por mi bella y bendecida familia (¡Gracias a Dios están todos bien…!).

No es un cuento, en los evangelios, por ejemplo, en el libro de Mateos (cap.25), Jesús se refiere a la importancia de ayudar a las personas verdaderamente necesitadas; ya que si se les rechaza, Él (Jesús), hará lo mismo con todos aquellos que han desconocido la solidaridad y la bondad hacia los demás.

Piense un momento, incluso, analice bien la biblia y llegará a la conclusión de que Jesús y los ángeles que le sirven se pasean entre nosotros. ¡Quién sabe cuántas veces han tocado nuestra puerta! Y lo hemos rechazado por nuestro duro corazón…

Cuando tenemos la oportunidad de ayudar a otros y no lo hacemos, estamos cerrándole la puerta a Jesús.  No lo haga. Aún está a tiempo de enmendar su camino. ¡Dios bendiga a su familia y a usted!



Por:                                                                                                                    Eric Enrique Aragón

domingo, 29 de marzo de 2015

¿Quién representa a los niños marginados de este país?

¿Quién no quiere alimentar a los niños de este país?                                     
Palabras de la exviceministra de la Presidencia, investigada por el presunto delito de peculado. Véase La Prensa, 28 de marzo de 2015, Panamá.

El supuesto negociado entre funcionarios del gobierno anterior y empresarios, gira en torno al contrato de suministro de alimentos deshidratados a los estudiantes de todo el país.

Causa dolor y al mismo tiempo indignación creer que hay gente de tan duro corazón, que no les importa la miseria en la cual viven muchos niños que asisten a la escuela pública; tal vez con la única ilusión de comer algo.

En base a la información que se conoce públicamente del caso, se puede apreciar en forma clara una serie de elementos, que nos llevan a pensar si alguna vez estas personas con poder político y económico; consideraron los graves daños que pudieron ocasionar a la salud de los niños.

Configurar un contrato tan sensitivo, como lo es el suministro de comida a las escuelas públicas de Panamá, obliga a los que intervienen en el mismo, a ver cada detalle con una lupa. No se requiere un título de Harvard, ni siquiera de una escuela de primaria, para entender por lógica lo delicado del tema; puesto que se refiere a Salud Pública y los Derechos del Niño.

¡Increíble! Se hizo un contrato de comida con una empresa fantasma, sin domicilio ni referencias; y que luego de ser beneficiada con millones de dólares desaparece (antes de concluir el contrato). Le compra la comida a otra compañía que no está en Panamá, sino en Brasil; y para terminar con broche de oro, los alimentos que se distribuyeron carecían de Registro Sanitario (supuestamente). Con razón muchos estudiantes rechazaron estos alimentos y otros se enfermaron… Sin embargo, a ningún funcionario del Ministerio de Educación  le interesó la salud de los alumnos, como para protestar en forma enérgica por esta grave situación.

No sólo los hijos de todos los que estuvieron vinculados a este contrato son sagrados y merecen el cuidado de los adultos; también, aquellos pobres niños que van a la escuela pública, sobre todo, los de las regiones más apartadas de la nación, merecen el mismo trato y son hijos de Dios.


Por:
Eric Enrique Aragón                                                                                                                  

viernes, 27 de marzo de 2015

Servidores públicos “politiqueros”

La Real Academia de la Lengua Española, define la palabra politiquear, de la siguiente forma: intervenir o brujulear en la política; tratar de política con superficialidad o ligereza; hacer política de intrigas y bajezas.

Usted respetado lector, puede hacer la siguiente aseveración, con toda la seguridad (100%), que no se equivocará. “Muchos candidatos a puestos públicos -alcaldes, representantes, diputados y otros, incluyendo, a los presidenciales- politiquearon y después de ganar las elecciones, un considerable número de afortunados, se esmeran en seguir politiqueando”.

Lo que sí No le puedo asegurar es que un día cualquiera, quizás el día más feliz de su vida, un politiquero le presente una denuncia por “calumnia e injuria”; y si usted carece de recursos económicos, entonces, llore porque la tierra se lo tragará, gracias a estos "grandes funcionarios que son ejemplos de moral y transparencia".

Convertir el área Oeste (distritos de Arraiján, La Chorrera, Capira, San Carlos y Chame), en una provincia llamada Panamá Oeste, la número 10 de la República de Panamá, no es mala idea. El problema en este país es que las decisiones se toman en base a la politiquería barata; y lo más grave en mi opinión, es cuando los pueblos se acostumbran a ser tratados como cualquier cosa. Peor que los vasallos y los esclavos; ya que algunas comunidades de estos grupos, que vivieron en siglos pasados, gozaban de mejores condiciones de vida, que gran cantidad de gente, en Panamá, que no tiene lo más elemental: "agua potable", en pleno Siglo 21.

¿Cómo es posible que los dos principales distritos por su economía y población de la recién estrenada Provincia de Panamá Oeste, tengan graves problemas relacionados con el suministro de agua potable y de luz?

Es inaudito que tanto los gobiernos locales como el gobierno central, no le hayan dado la prioridad que se merece este asunto. En un país donde se está procesando penalmente a funcionarios públicos y empresarios por varios delitos contra el Estado, principalmente, por el robo descarado de millones y millones de dólares y dónde los gobiernos se pelean por el mejor índice de crecimiento económico y megaproyectos, se debería mandar a la cárcel a todos aquellos funcionarios que tienen en sus manos el poder para resolver estos problemas, que pasan de gobierno a gobierno, sin que nadie haga algo serio... La falta de agua potable atenta contra la vida humana y es una violación a los Derechos Humanos.

El agua, un elemento vital para la vida humana; y en la misma capital cerca de los tres “grandes poderes”, del Estado panameño, hay barriadas cuyos moradores llaman todos los días a los medios de comunicación para rogar, como mendigos, que por favor alguna autoridad resuelva el problema del agua. A veces los moradores de alguna barriada afectada, se arriesgan a cerrar las vías; sin embargo, rápidamente, la policía arremete contra ellos con una efectividad del 200% . Pero, las autoridades que deben resolver este gravísimo problema que atenta contra la vida humana, ni por enteradas se darán y su eficiencia será del 0%.

¡Por favor Dios de Abraham, Isaac y Jacob, ten misericordia de los panameños; y envíales aunque sea un político honesto, transparente y que piense en los más necesitados y en los niños…!



Por:                                                                                                                   
Eric Enrique Aragón

sábado, 7 de marzo de 2015

Los poderosos también caen…

La sociedad actual, totalmente absorbida por los teléfonos celulares y las redes sociales, tiene dos grandes problemas morales: la ambición desenfrenada por el dinero y la soberbia.  Ambos están causando mucho daño a la población en general, sobre todo, a la unidad familiar y a nuestra juventud que tomará el liderazgo de las naciones en el futuro.

La total ausencia de valores morales y cristianos que deberían regir la conducta diaria de cada individuo, ha distorsionado el razonamiento humano: asignándole un valor muy alto a los bienes materiales y efímeros; y a sentimientos negativos, como la soberbia que lleva a los que la padecen, a creerse superiores a sus semejantes.

Tanto el apego desmedido al dinero como la soberbia, son dos elementos dañinos a la propia persona, a su familia y a la sociedad; puesto que, motivan a cometer toda clase de actos delictivos: hurto, robo, corrupción, falsedad, engaño, blanqueo de capitales, lavado de dinero, enriquecimiento injustificado, hasta asesinatos.

La expresión bíblica: “…los pecadores serán atrapados en su pecado”, contenida en el capítulo 11, del libro de los Proverbios, es una regla invariable, que a través de los tiempos ha demostrado ser verdadera.  Y si usted lo duda, entonces, pregúntele a un montón de ex presidentes latinoamericanos, por mencionar algunos nada más, que han sido denunciados y en buena parte declarados culpables, por una variedad de delitos. 

Ex presidentes como Rafael Ángel Calderón Fournier, José María Figueres Olsen, Miguel Ángel Rodríguez de Costa Rica; Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños de Nicaragua; Alejandro Toledo, Alan García y Alberto Fujimori de Perú; Mireya Moscoso de Panamá; Federico Franco de Paraguay y Alfonso Portillo de Guatemala, tienen algo en común: Todos han sido denunciados por casos de corrupción. Algunos recibieron sentencia de culpabilidad y los demás conocen perfectamente lo que significa estar en el “banquillo de los acusados”. Por supuesto, existe una larga lista de altos funcionarios, empresarios, profesionales “supuestamente exitosos”, vinculados a delitos. En la república de Panamá recientemente condenaron a 60 meses de prisión, a un ex magistrado de la Corte Suprema de Justicia, por los delitos de enriquecimiento injustificado y falsedad de documentos públicos.

“El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto…”Eclesiastés, capítulo 5, verso 10.

El amor al dinero trae malas consecuencias para los que cometen delitos con el afán desmedido de tener cada vez más poder adquisitivo y bienes materiales. Cuando el dinero se obtiene por medio del trabajo y otras fuentes lícitas; es decir, honradamente, tal como lo establecen los preceptos cristianos y los valores morales, todo marcha bien y la familia es feliz. Sin embargo, cuando el amor desenfrenado por los placeres que da el dinero, conducen al individuo a cometer actos delictivos, se perjudica a sí mismo y dolorosamente, arrastra a sus familiares a la destrucción de la familia.

Si usted ama en verdad a su familia, NO les haga daño. Los seres humanos somos débiles y fácilmente nos dejamos arrastrar por lo malo y perverso; es por ello, que debemos reconocer a Dios en nuestra vida cotidiana y pedirle a Él mediante oración que nos guíe siempre. Las tentaciones siempre estarán en el camino; pero, la diferencia entre unos y otros, es que aquellos que oran a Dios diariamente, leen los salmos y están unidos a la familia, tendrán la fuerza para decir No a las tentaciones.

Libro de Daniel, capítulo 4, verso 37 “Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia.”

Otro elemento que acompaña a los que ocupan altas posiciones en la administración pública y privada, que buscan llenarse los bolsillos de forma deshonesta, es el pecado capital, llamado “Soberbia”. Esta es la creencia que tiene una persona que es superior a los demás, porque posee poder económico, intelectual, político, social o de otra índole. Y esta falsa idea la lleva a avasallar a los demás, jurando que jamás puede ser alcanzada por la justicia. 

Nabucodonosor representa un rey poderoso de la Edad Antigua, tan lleno de soberbia, que además de hacer con los súbditos lo que su capricho le dictara, fue tan temerario que se atrevió a desafiar al mismo Dios. Al final le ocurrió lo mismo que les está pasando a todos los altos funcionarios públicos y empresarios que roban al pueblo y se creen todopoderosos. La justicia terrenal y divina castigó al rey Nabucodonosor. Éste como muy pocos hacen hoy día, reconoció su falta, cambió su conducta y reconoció a Dios en sus caminos.




Por:
Eric Enrique Aragón                                                                                                                       




martes, 24 de febrero de 2015

La frágil justicia vence en Panamá

Todos los periódicos de este bello país, destacaron el día de hoy la trascendental noticia de que el día de ayer –Lunes, 23 de febrero de 2015- el separado magistrado de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), Alejandro Moncada Luna, se declaró culpable de los delitos de enriquecimiento injustificado y falsedad de documentos públicos. 

A pesar de que aún se considera el sistema de justicia panameño endeble, ya que la impunidad se pasea por todas partes como una gran reina; y se alimenta del tráfico de influencia, de los malos políticos y del poder económico: se debe resaltar la gran victoria que obtuvo la sociedad panameña y la administración de justicia con el hecho de que el propio Alejandro Moncada Luna, haya aceptado que si cometió delitos contra el Estado panameño, en función de su cargo como magistrado de la más alta institución de justicia (CSJ).

La población panameña cansada de tanta burla y abusos que han sufrido por parte de muchos altos funcionarios durante los últimos años y que nada se haya hecho, tienen toda la razón de no sentir tanta satisfacción por este caso. A través de los medios de comunicación y las redes sociales, expresan su inconformidad con tal acuerdo; sin embargo, este acuerdo lo permite la ley, por tanto debe respetarse.

Con que el separado magistrado de la CSJ, se haya declarado culpable es una victoria. Nadie podía garantizar que hubiese ocurrido en un ente político como la Asamblea Nacional de Diputados de Panamá, si el caso llega a juicio.

La sociedad panameña debe sentirse motivada a seguir luchando por un Panamá mejor. Alcanzó una victoria y ésta puede ser el inicio de una gran limpieza de todos los órganos que componen el Estado.

La culpabilidad del señor Moncada Luna, demuestra que si son ciertas: las denuncias constantes de la sociedad civil de que hay corrupción en la administración pública y de aquella célebre frase, por los años 80, del recordado magistrado de la Corte Suprema de Justicia, el Doctor Camilo O Pérez: “La Corte Suprema de Justicia es un Potrero de Garrapatas”.

Ahora le toca a los gremios, sindicatos, asociaciones, iglesias, electores; en fin, a toda la sociedad civil organizada y no organizada, decente y respetuosa de la ley, que somos la mayoría: EXIGIR que se lleven al banquillo de los acusados a todos los piratas que han atracado el tesoro nacional y han infringido la ley como servidores públicos.

Si a la gente común se le conduce a la cárcel por el hurto de una gallina, entonces, cuánto más deben estar presos estos malos panameños, que le han robado millones a los niños, ancianos, huérfanos, enfermos, a los más necesitados…

 ¡Sí! Cuando un funcionario y empresario le roba a Panamá, está robando el dinero que se debería utilizar en atender las necesidades de la población… 

¡Se podrán escapar de la justicia humana, pero, de la justicia divina JAMÁS!



Por:
Eric Enrique Aragón