martes, 19 de agosto de 2014

Impactante noticia

Nadie desea hablar de la muerte. Este es un tema poco inspirador. Sin embargo, la muerte siempre está cerca. La ley de la naturaleza y la divina, establecieron que todo ser vivo que nace, al final de sus días debe morir.

La muerte de un familiar, incluso, de cualquier persona causa mucha impresión. ¡Por supuesto! Si esta muerte es trágica mayor es el dolor causado.

No podemos desconocer el hecho de que ciertas muertes a nivel mundial, impactan bastante; ya sea por la fama, nivel de influencia que proyectan o porque hay niños involucrados.  Si la muerte ha sido violenta o provocada, aún mayor es el dolor.

La noticia del suicidio del famoso actor Robin Williams, es una de estas muertes que ha impactado a nivel mundial; sobre todo, a aquéllos que vieron sus fabulosas películas, en su mayoría comedias.

Un actor que llevó alegría y esperanza a millones de personas, a través de sus comedias. Un personaje que siempre se mostró motivador y digno de imitar en sus películas. ¡Claro que causa mucha tristeza la muerte de Robin Williams!

En su vida real también fue un luchador. Durante varios años, se enfrentó como un valiente a enemigos muy poderosos: el alcoholismo y las drogas. Y como si fuese poco, le diagnostican el mal de Parkinson. ¡Oh qué enemigos!

Por último, la depresión invade su corazón. Lo más seguro es que hizo todo el esfuerzo humano para vencerla. Lamentablemente no pudo. Creyó que podía acabar con su angustia quitándose la vida; una decisión difícil, pero, equivocada.

No cabe la menor duda, de que este famoso personaje tenía un corazón noble.  Ningún actor puede representar tantos papeles motivadores como Robin Williams, si no hay pureza en el corazón. Así lo han declarado de una u otra forma, todos aquéllos que conocieron a Robin. ¡Qué Dios te guarde siempre Robin Williams!

No hay ninguna persona que no sea vulnerable a la depresión. Este es un mal muy propio de esta época moderna, saturada de sofisticada tecnología; a tal punto que los seres humanos han perdido un poco –para no decir casi todo- ese toque humano, de nobles sentimientos, que debe adornar el corazón, valorar a la familia y acercarnos más a Nuestro Creador.

Lo normal es que la depresión así como llega, sin que nadie la desee, se aleje; si persiste durante muchos días o viene con más frecuencia, se convierte en un mal crónico. En este punto la persona que la padece debe estar alerta, de manera tal que no incida negativamente en su mente.

La unidad familiar implica que los miembros de la familia deben apoyarse y cuidarse. Nunca deben faltar las expresiones de cariño. A veces las personas se dejan vencer por la depresión y la angustia, porque se sienten solos, sin cariño.

El amor vence cualquier enfermedad. Nunca olvidemos que nada puede estar completo en este mundo terrenal, si no incluimos a Nuestro Señor Jesucristo, en la vida cotidiana.  Haga una oración de Fe todos los días. Cuéntele sus problemas y pídale a Dios la fuerza necesaria para vencer la tristeza, la soledad, la depresión o la angustia que invade su corazón.


Por:                                                                                                                 
Eric Enrique Aragón

domingo, 8 de junio de 2014

¿Por qué debo confiar en Dios?

¡Una pregunta difícil de responder! Cuando las personas están bien; es decir, no tienen ningún serio problema, les da igual pensar en Dios o en su hijo Jesucristo, asistir a la iglesia o no hacerlo; orar o pasar por alto la oración. ¡Quizás sea mejor que las personas no piensen en Dios, si no lo hacen de corazón! Usted ve el gentío en las iglesias o haciendo alarde de cuánto puedan, para demostrar ante los semejantes que tienen fe o son verdaderos creyentes en Dios; pero, la realidad de las cosas, es que se trata de un gran engaño.

Creer en Dios o ser cristiano es más que asistir a la iglesia todos los domingos o expresar públicamente la creencia en Jesús. Se trata de un sistema de vida diferente o un cambio en el interior de las personas. Sus pensamientos y acciones deben ir siempre de la mano. Tampoco es sentirse fuerte espiritualmente o jactarse de la fe que se tiene; tal como lo hacen aquellos que se pasean por todas partes con una biblia debajo del brazo o no paran de hablar del evangelio…

El verdadero creyente en Dios está consciente de su debilidad humana; entiende que por más demostraciones de fe que haga, aunque sean sinceras; puede caer en el pecado o en malas prácticas en el momento que menos lo espera o está totalmente desprevenido. Porqué así es. La misma biblia lo enseña (los evangelios): las fuerzas del mal no descansan, siempre están al acecho y crea que cuando más se descuide usted –algo natural en los mortales- allí estará el mal. 

Sin embargo, el peor enemigo de uno es el propio “yo”. La mente es un constante campo de batalla, entre los pensamientos negativos, que a veces parecen atraernos más y los pensamientos positivos o aquellos que están de acuerdo con los principios cristianos,  la moral y el bien de la sociedad.

Existen muchas razones para confiar siempre en Jesús. Cada uno de nosotros debe aprender a encontrar esas razones, y si no puede, entonces, pídale a Dios que le dé la sabiduría necesaria para descubrir los motivos para confiar en Jesús. Casi siempre esas razones están frente a nosotros, pero, no las podemos ver ni sentir, ya que siempre procuramos ver lo espiritual desde nuestra propia perspectiva o punto de vista. ¡Aquí está el gran error! Para apreciar la presencia divina en la naturaleza, en la sonrisa de un niño, en la lluvia, el sol o en una simple conversación con los semejantes, se requieren ojos espirituales y éstos únicamente los concede Dios; al igual que el deseo de leer algún pasaje bíblico y sentir como la lectura nos purifica en nuestro interior –sólo Jesús puede darnos esta concesión.

Es muy duro pedirle a las personas que confíen en Dios, cuando están llenas de problemas, en la miseria, enfermos o han perdido seres amados.  Debe creer que Nuestro Señor Jesucristo, nos puede dar esa sabiduría, que no es humana, sino espiritual, para entender que una situación difícil en la vida de cualquier ser humano, podría ser un medio de Dios para bendecir.

La gracia de Dios o su Bendición, no se puede comprar con nada de este mundo… En serio que es duro creer esto. Pero, el sufrimiento purifica el alma humana, nos acerca más a Dios y nos hace personas con mejores sentimientos.

“Hubiese yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Dios”



Por:
Eric Enrique Aragón

jueves, 5 de junio de 2014

¿Y ahora qué harás? ¡Afligirte o seguir tu camino…!


Lo más probable es que una persona por muy fuerte que sea, frente a las críticas negativas y constantes, se sienta profundamente humillada y acongojada  o tal vez con el deseo de cometer una locura.  Esto  le puede pasar a un adolescente; como también, a una persona adulta, que se supone que ha desarrollado un carácter fuerte y sabe exactamente lo que quiere.

La burla afecta gravemente a los adolescentes, por ello es necesario que los padres o tutores aprendan a motivar a sus hijos cuando estén en la mira de los individuos desalmados, que viven del sufrimiento de los demás.  ¡Gracias a Dios! Los niños y jóvenes pueden superar estas críticas sin mucho trauma, si cuentan con la ayuda adecuada de los padres y  maestros.

¿Cómo se sentiría ante las críticas negativas un ser humano de mediana edad, cuyas fuerzas ya casi lo abandonan, sin el apoyo familiar, sin casa, casi en la miseria total; pero, que está haciendo su mayor esfuerzo físico y emocional, para salir adelante?

¡Un duro golpe! Qué alguien a quien se le ha confiado ciertos eventos familiares, y que se suponía una persona seria, profesional y equilibrada, arremeta contra uno diciendo: –más bien vomitando las palabras- que es un fracasado en la vida, sus hijos no lo quieren, su familia extranjera lo trajo a este país y lo abandonaron como un… No tiene casa, ni jubilación y nadie le da trabajo, porque es un viejo, jamás se podrá acomodar, su tiempo ya pasó, es un cadáver viviente… Sin embargo, lo más triste es saber que en cierta forma tiene toda la razón, y lo más seguro es que la gente que lo rodea a uno piensa igual…

¡Qué difícil pretender lograr lo que se debió conseguir a lo largo de la juventud! En estas condiciones están cientos de miles de adultos, en todo el mundo. Tristemente, tiraron a la basura sus mejores años mozos… La juventud es sinónimo de fuerza mental, física y emocional; de manera tal, que aquello que deseen hacer o tener los individuos en sus mejores años de vida, como por ejemplo una vivienda, una profesión, una familia unida, un buen trabajo, un carro, una vida espiritual y física totalmente sana: lo podrán conseguir, ya que la juventud significa poder, poder y poder…

Con el dolor en el alma, tengo que manifestar que las estadísticas sociales, revelan que una gran parte de estos adultos terminan muy mal: frustrados, abandonados, en la miseria, despreciados por la familia, sumergidos en el alcoholismo, en la calle como muertos vivientes…

Regresamos al título de este artículo. Si tú estás ahora mismo pasando por este problema: ¿Y ahora que harás? Sólo existen dos caminos: te dejas arrastrar al abismo donde están las almas infelices y fracasadas; o sigues tratando de mejorar tu existencia… Por supuesto, como el alimento que necesitas diariamente, todo estará en tu contra; pues, recuerda que tu tiempo ya pasó. ¡Tú dejaste que pasara sin hacer nada por tu vida! 

No obstante, si hay algo que puedes hacer todos los días y nadie te lo puede arrebatar, ni siquiera el tiempo: “Confiar en Jesús”   “Creer en su bondad”.

“Hubiese yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Dios”




Por:
Eric Enrique Aragón













domingo, 1 de junio de 2014

¿Quién tiene la última palabra?

El gerente de una empresa estaba preparado para presentar y sustentar un excelente plan para incrementar las utilidades y reducir los costos; pero, lo que no imaginaba, a pesar de que había tenido ciertas diferencias con la junta directiva de la empresa, es que ésta no se reuniría para discutir la propuesta; sino para separarlo del cargo de gerente.  ¡Qué golpe más duro! La presión se le subió, casi le da un infarto.  Todo su mundo económico se le derrumbaba… ¿Cómo pagaría sus deudas, la escuela de los hijos, la letra de la casa o compraría comida para sus seres queridos?  Toda la familia dependía de este señor.

La señora no sabía cómo contener su gigantesca felicidad, pues su hijo se le graduaría de sexto año –último año de secundaria. Por fin llegó el tan anhelado día de la graduación.  Estaba sumamente emocionada, ya que tenía varios hijos y parecía que este joven era el más formal en los estudios. Su futuro era muy prometedor… Lo que no le pasó jamás por la mente a la mamá, es que ese día de la graduación sería el último día de su hijo en el mundo de los seres vivos… Ese mismo día en la noche se fue a celebrar con unos amigos, pero, jamás llegaría a su destino.  El joven que manejaba el vehículo en el cual iban todos, perdió el control; el carro dio varias vueltas. Todos sus ocupantes murieron por el fuerte impacto. La mamá del joven cuando supo la noticia, se derrumbó, entró en un estado nervioso incontrolable, y a los minutos falleció.

Un hombre enamorado, de unos 30 años, recién nombrado profesor en un colegio católico de mucho prestigio y que estaba aprendiendo a conducir; se le ocurrió la “brillante idea” de alquilar un carro para llevar a su enamorada y a la hijita de ésta de 2 añitos, al otro extremo del país. Cuando venían de regreso, después de comprobar la joven que el caballero no manejaba bien y de estar un poco temerosa… ¿Qué creen ustedes que sucedió? Igual como lo señala el título de la novela del escritor colombiano, Gabriel García Márquez: “La crónica de una muerte anunciada”. El joven perdió el control en una curva, ya que iba a mucha velocidad; el carro dio varias vueltas y finalmente cayó por un precipicio… Antes de que llegaran al fondo del abismo donde los esperaba un poco de rocas y que probablemente nadie saldría con vida, un pequeño árbol; pero, muy fuerte, detuvo el carro… Irónicamente, como en un cuento de hadas, los tres ocupantes del vehículo, que fue pérdida total, salieron caminando. Sólo a la joven señora se le hizo un pequeño rasguño en la frente; unos meses después no quedaría ni la más leve cicatriz. Hasta la niña de 2 años, había superado el trauma. Una señora que vivía enfrente de donde ocurrió el accidente, a la orilla de la carretera; contó: que en esa curva había siempre muchos accidentes –era la curva de la muerte- y que ella no se explicaba cómo estas personas estaban ilesas.

¿Quién tiene la última palabra? Una pregunta interesante y que debería motivar a las personas a analizar si en verdad somos los seres humanos quienes decidimos que pasará el día de mañana o somos simplemente “insignificantes” en este mundo. Podemos hacer todos los planes del mundo y hacer el máximo esfuerzo para que se cumplan; pero, si no estamos conscientes de que todo se puede derrumbar el día de mañana o en cuestión de minutos; entonces, estaremos a la deriva siempre; perdidos en el espacio; nunca estaremos preparados para nada…

El ser humano jamás podrá controlar el futuro, si lo hiciera sería Dios.

 En medio de las declaraciones que ofreció el joven que se salvó del accidente -recuerdan a la enamorada y a la niña de 2 añitos- dijo: “Qué antes de salir del hotel, oró a Dios con todo su corazón, como siempre lo hace. Le pidió que guardara su camino…”     ¡Bueno!  No cabe la menor duda de que Dios lo hizo…




Por:
Eric Enrique Aragón




domingo, 4 de mayo de 2014

No se puede cosechar, lo que no se siembra

El hombre rural se esmera en preparar la tierra, procura conseguir buenas semillas y hace todo su mayor esfuerzo para que nada pueda afectar su siembra; aunque muchas veces por más cuidado que tenga, algo se le escapará de control, sobre todo, cuando se trata de fenómenos naturales. No obstante, los frutos que obtenga de su cosecha estarán de acuerdo al cuidado que tuvo con su siembra.

Los principios o reglas que se aplican en el sector primario de la economía; es decir, en el campo, tienen igual efecto en la vida personal de cualquier individuo. 

¡Qué lindo es soñar con hijos ejemplares!  Hijos que sean obedientes a su papá y mamá. Hijos que cumplan con las asignaciones escolares.  Hijos disciplinados, que ayuden en los quehaceres del hogar. Hijos que no pidan más de lo que se les puede dar. Hijos que no sean perfectos, pero, que llenen de orgullo a sus padres.

Gran dolor sienten los progenitores cuando ven que sus hijos no  respetan a nadie, ni siquiera a ellos… Su lenguaje está compuesto por palabras soeces, van muy mal en los estudios -si acaso asisten a la escuela.  Quieren estar todo el día chateando, metidos de cabeza en los juegos de video o escuchando canciones horribles. El razonamiento de ellos (los hijos) es totalmente nulo; su forma de hablar es pésima, desconocen lo que significa la superación o cuál es el valor de tener una excelente educación. Son tan torpes que imitan todo lo negativo sin preguntarse: ¿Será bueno o malo para mi vida?

¿Por qué actúan los mozalbetes así? Una pregunta fácil de responder; pero, difícil de cumplir.  Los hijos son rebeldes y muchos toman el camino de la perdición, porque carecen de motivación.  ¿Y qué les da a los niños y jóvenes el deseo de estudiar, aprender un oficio, practicar los preceptos morales y cristianos o ser cariñosos con sus padres?

El buen ejemplo y el cariño que reciben los hijos de sus padres, se transforma en la fuerza indestructible que tendrán (hijos) para no dejarse atrapar por lo negativo de la vida.

Sólo existe una oportunidad para la mamá y el papá de ofrecerles afecto, cuidados y el buen ejemplo. Compartir con ellos muchos momentos de la vida y escuchar con especial atención todo lo que deseen expresar, aunque nos parezca algo simple, tendrá un efecto poderoso en la vida de nuestros hijos. Visite la escuela de sus hijos, converse con los maestros y profesores; conozca a sus amigos. Acompáñelos a comer un helado… 

Si no practica todo esto con sus amados hijos –que por cierto es algo que llena de mucha satisfacción- llegará un tiempo que usted abrirá los ojos y se dará cuenta que hizo mal. Jamás se podrá recuperar de su dolor, porqué dejó escapar la oportunidad más hermosa de su vida. Y lo más triste y devastador es que sus hijos podrán estar perdidos en la vida por su culpa.



Por:

Eric Enrique Aragón