Desde corta edad demostró su interés
en las cosas espirituales. El hecho de
que una vez se extraviara y posteriormente, sus padres lo encontraran en el
templo (iglesia), orando y hablando de Dios; es una evidencia contundente de su
vocación divina.
Enseñó a los jóvenes el respeto por
la familia y la importancia del trabajo.
El mismo realizó la labor de carpintero y siempre honró a sus padres,
María y José.
¡Cuánta falta hace en nuestros días
que los mozalbetes, lleven a la práctica este mensaje! Esta generación de jóvenes lo quiere todo
regalado, sin esfuerzo ni trabajo.
Prefieren robar y matar a sus propios padres para obtener dinero fácil,
antes que estudiar o trabajar.
Si en el año 1 de la Era Cristiana
–hace poco más de 2 mil años- la gente necesitaba palabras de motivación; en la
actualidad se requiere más que nunca, a la velocidad del rayo… El planeta
Tierra implora por la intervención divina.
La generación del siglo 21, en su
gran parte joven, no cree en nadie ni en nada; la unidad familiar no existe,
sólo de nombre. No se tiene
consideración por la raza humana ni por la naturaleza. La solidaridad y la bondad quedaron en el
pasado. Los seres humanos se destruyen unos a otros. Carecen de motivación y el valor que le dan a
la vida es nulo.
Los seres humanos con frecuencia,
pasamos por momentos críticos en los cuales esperamos que alguien nos regale
palabras de aliento… ¡Difíciles de encontrar! Sin embargo, este ser humano,
protagonista de esta columna periodística; sin importar su origen, tenía
palabras de estímulo para todas las situaciones.
“Felices los que lloran, porque
recibirán consuelo”. "Felices los que
tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados”. “Felices los compasivos, porque alcanzarán
misericordia”. “Felices los de corazón
limpio, porque verán a Dios”.
Una persona excepcional, con el
extraordinario don de la Misericordia. “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida
en adulterio. Moisés, en la Ley, nos
ordenó apedrear a esta clase de mujeres…”. El maestro respondió: “El que no
tenga pecado, tire la primera piedra”.
“Yo tampoco te condeno, le manifestó Jesús. ¡Vete! No peques más”.
“Yo soy la luz del mundo, el que me
sigue no andará en tinieblas”
¡Gran personaje! Jesús le
respondió a la samaritana: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te
dice: «Dame de beber», tú misma le hubieses pedido de beber… y Él te habría
dado agua viva».
¡Es cierto que hay muchos mensajeros!
Pero, no todos tienen la autoridad ni el poder de convencimiento de aquél que
dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”.
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no
la doy como el mundo la da; no se turbe vuestro corazón ni tenga miedo”.
No cabe la menor duda. Cuando Jesús
estuvo en la tierra fue una persona excepcional. ¡Y ahora lo es más, pues,
venció la muerte para mostrar a la humanidad el camino correcto!
Por:
Eric Enrique Aragón