Conforme a la ley de Moisés, los
padres del niño llamado Jesús, le trajeron al templo en Jerusalén para ser
presentado al Señor Dios. Esta ceremonia se acompañaba con el sacrifico de un
par de tórtolas o dos palominos.
En Jerusalén habitaba un hombre
llamado Simeón, justo y de gran fe. A
éste el Espíritu Santo le había revelado, que no conocería la muerte antes de
que viese al Ungido de Dios (Jesús).
Guiado por el Espíritu Santo,
llegó al templo en el preciso momento que llegaría el niño en brazos de sus
padres, José y María. Simeón tomó en sus
brazos al niño, lo bendijo y elevó una oración, diciendo:”Ahora, Señor, deja
que tu siervo descanse en paz, pues he visto con mis ojos tu salvación”. Además, a la madre del niño, María, le
manifestó:”He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos
en Israel, y para señal que será contradicha”.
Evangelio según San Lucas, cap.2,
verso 21-38.
Jesús vino al mundo a mostrar el
único camino que lleva a la salvación del alma. Nada complejo. El profeta más
grande de todos los tiempos, se dedicó durante unos breves años, a explicar de
la manera más clara y convincente, la doctrina cristiana o los mandamientos (reglas)
que debe practicar cada ser humano en su vida cotidiana.
Lo maravilloso de todo, es que no
se tiene que esperar el premio mayor –la salvación- para sentir la felicidad;
sino, que la práctica de cada mandamiento que ofreció Jesús nos ayuda a vivir
bien y en armonía con nuestros semejantes y la naturaleza.
Por ejemplo, las familias hoy día
están desintegradas, porque no se respeta el hogar. El hombre es infiel a su
esposa y prefiere estar con sus “supuestos amigos” tomando bebidas alcohólicas;
cuando debería estar con su esposa e hijos. Igual ocurre si la mujer es la que
irrespeta a su cónyuge y a sus vástagos. En ambos casos el desenlace es el
mismo: una familia destruida.
Si un hijo no sigue los buenos
consejos de sus progenitores (padres), ni de sus maestros de escuela; y menos
le gusta llevar una vida sana, conforme a los valores morales y cristianos,
difícilmente su conducta será aceptable. Lo más seguro es que siempre estará
metido en problemas y ni siquiera termine la escuela secundaria.
La clave del éxito en la vida de
uno, es tratar de que la conducta diaria esté de acuerdo con los valores
morales y cristianos. Iniciar el día con una oración a nuestro Creador,
trabajar con honestidad o ser un buen estudiante; respetar a las personas, ser
solidario con el prójimo, no hacerle daño a nadie y amar a nuestra familia,
podría ser un buen comienzo para mejorar nuestra existencia.
En aquella época en la cual vivió
Jesús causó mucha división por sus mensajes. Los que estaban acostumbrados a usar
el poder económico y político de acuerdo a sus intereses, obviamente, lo
atacarían con todo; igualmente, lo haría la gente acostumbrada a vivir sin
orden ni reglas o que se aprovechaban de los demás pregonando doctrinas
falsas. Sin embargo, las personas que
anhelaban la aceptación divina escucharían sus palabras.
Actualmente, las cosas no han
cambiado mucho. Los mensajes cristianos siguen causando muchas contradicciones.
Están las personas que desean una vida mejor e intentarían realizar cambios positivos en su modo de vida; de manera tal, que escucharían con placer los consejos de Nuestro Salvador Jesús. Y por otra parte, los mortales que desean
continuar con sus malas prácticas y jamás irían por la senda del cristianismo.
Lo
cierto es que la gente que hace el intento por seguir a Jesús le irá mejor,
aquí en la vida terrenal y en la otra vida.
De usted depende, la decisión que
tomará…
"Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece”
Por:
Eric Enrique Aragón
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