lunes, 29 de abril de 2019

¿Cómo ser felices con lo poco que tenemos?


En primer lugar se debe comprender que significa “ser feliz” para un ser humano. El concepto felicidad se puede definir como: “satisfacción, alegría y paz mental”.

Pero no se trata de aquella satisfacción y alegría, que sienten las personas cuando están en una fiesta, consumiendo bebidas alcohólicas, utilizando drogas; realizando acciones en forma desenfrenada, sin orden ni ley, comprando todo lo que vean o haciendo todo aquello que les da la gana… 

“NO”, ésta no es la verdadera felicidad. Es un engaño, ya que se trata de una alegría efímera –aparece y desaparece como la neblina- y al final sólo trae amargura, enfermedades y destrucción a la familia.

La verdadera felicidad es lo opuesto al gozo que se encuentra en la vida mundana. Es aquella que todos los días se debe buscar y cuidar, porque así como se halla con mucho esfuerzo, es fácil, casi en un abrir y cerrar de ojos que desaparezca.

La felicidad más que una meta, es un proceso que va a durar hasta el último día de la existencia de los mortales. La verdadera felicidad proporciona buena salud mental, física, espiritual y emocional -ésta es la verdadera “paz mental”-, asimismo, trae amor, comprensión y unidad a la familia. Y una Fe Cristiana más sólida, como las rocas milenarias.

La felicidad duradera no es tener dinero, bienes materiales o vivir sin límites. Es algo que va más allá… Se trata de sentirnos cómodos con nosotros mismos. Saborear una inmensa paz espiritual, de modo tal que nada ni nadie nos perturbe. Este equilibrio en nuestro ser es el que nos lleva a tolerar, comprender, valorar y amar todo aquello que nos rodea, empezando con nuestra familia… Lo material ni el dinero jamás proporcionan la felicidad y paz que hace al hombre y a la mujer vivir mejor en este complicado mundo.

Por supuesto, usted debe esforzarse por medio del trabajo honesto, para tener todas las comodidades que pueda, siempre y cuando mantenga la unidad familiar, no pierda la Fe Cristiana, no perjudique a los demás ni deje de ser solidario con los más necesitados.

Recuerde siempre que la felicidad no depende de los bienes materiales ni del dinero, sino de usted mismo.

Empiece con darle valor a la oración todos los días y ame a su familia a pesar de todo… procure siempre que sus pensamientos e ideales estén de acuerdo con los principios cristianos y morales… Estudie y trabaje duro para vivir como Dios manda…


Por: Eric Enrique Aragón





miércoles, 10 de abril de 2019

Gente con buena suerte…


Millones de personas en el mundo repiten una y otra vez que la buena suerte no existe. Que aquellos que les va bien es porque han trabajado con mucho esfuerzo, son ahorrativos o tienen gran capacidad para los negocios… y a esas cualidades se debe la buena suerte que tienen. Es decir, cada uno de nosotros podemos crear nuestra “buena suerte”.

Pues, permítame objetar esta teoría con hechos reales. La mayoría de los seres humanos en el planeta, que pertenecen a la clase trabajadora y sin recursos, el 70 % más o menos, morirán en las mismas condiciones que tienen; algunos mejorarán un poco su situación trabajando muy duro -sacrificando parte de la familia y la felicidad a la cual tiene derecho todo ser humano- y otros se harán profesionales y así lograrán comprar una casa bonita, un carro, tener tarjetas de crédito, enviar a sus hijos a escuelas de prestigio; pero, al final será una gran ilusión; ya que estarán toda la vida trabajando para pagar los préstamos que solicitaron a los bancos y financieras, para llevar este nivel de vida.

Y no me vengan a decir un poco de conferencistas y motivadores que los seres humanos si quieren pueden vivir en palacios, ser ricos o tener todo lo que desean. La gran parte de estos excelentes oradores son unos manipuladores de las emociones de las personas, se aprovechan de la ignorancia y desesperación; juegan con la vanidad, arrogancia y materialismo de los humanos.

Analicen bien si hay personas con suerte en este mundo. Por ejemplo, los hijos de ricos, desde que nacen ya son dueños de empresas, gerentes, presidentes de juntas directivas, recorren el mundo, van a las mejores escuelas y compran lo que les da la gana… explíqueme usted si estos seres a veces arrogantes, perversos y que no tienen ningún grado de bondad ni justicia hacia los demás: trabajaron duro, con esfuerzo y temple… Simplemente lo heredaron todo, les cayó del cielo.

Si nos detenemos a observar bien a la gente que nos rodea, nos daremos cuenta que hay personas perversas que les va bien en todo; otros se han ganado un millón y más en loterías ¿Dígame si esto no es buena suerte?

Entonces el asunto no es aseverar a la ligera que no hay gente afortunada en este mundo, si los hay. Lo que debemos pregonar y explicar, sobre todo a las nuevas generaciones, es que la paz y la felicidad la lograremos día a día, cuando aprendamos a aceptar lo que somos, lo que tenemos y hasta dónde podemos llegar. 

Claro que, si podemos capacitarnos mejor y trabajar duro para mejorar nuestro nivel de vida, si podemos amar a nuestra familia, ahorrar para viajar, aunque sea en bicicleta; darles la mejor educación a los hijos -que comienza con la Fe Cristiana y el amor a la familia. Esta es la verdadera felicidad en este complejo mundo.


Por:  Eric Enrique Aragón