Cualquier ser humano pasa por un momento terrible. Siempre hay un día
que se caracteriza por una serie de eventos que originan tristeza, ira,
depresión, ansiedad y otros sentimientos que si no se controlan a tiempo podrían tener un efecto dañino en la salud mental, física y emocional.
Veamos algunos ejemplos de sucesos negativos: se saluda a un conocido y
no responde o lo hace con grosería, se derrama el café sobre la camisa o el
pantalón, ocurre un resbalón, caída o tropiezo. Se percibe cierta agresividad de
parte de algún familiar o el cónyuge; no se puede hacer bien un trabajo que siempre se ha realizado.
Se siente el cuerpo pesado o un desánimo fuera de lo común. Tal vez las
personas no tengan las mismas situaciones; sin embargo, puede estar seguro que
todos los eventos negativos se pueden identificar.
Si es importante aclarar que no son problemas que ocurren como
consecuencia de malas decisiones o actitudes negativas de parte de los mortales.
En este caso es válido que se cumpla el antiguo adagio: “Lo que se siembra se
cosecha”.
Son esos días en los cuales “todo sale
mal” sin causa justificada. Por más precaución que se tenga o esmero con que se
haga una labor “ese día” se vuelve negativo.
Es completamente normal en la existencia humana, que transcurran días malos
y días buenos. Así pasan los años de todos los habitantes de la tierra, no importa
si son reyes, príncipes, jefes de estado, millonarios o gente común. Es una “Ley de Vida”. Lo importante es
actuar con prudencia y sabiduría, cuando vengan los inevitables días malos.
Un buen consejo para usted en los días
malos: realizar actividades y desplazamientos que sean estrictamente necesarios;
al igual, los contactos humanos deben limitarse para evitar un malentendido o
discusión. La malicia, prudencia, tolerancia y paciencia serán los mejores
aliados. En cuanto a tomar decisiones: ¡EVÍTELAS!
Las decisiones más inteligentes se toman, cuando se tiene un estado mental y emocional óptimo.
Por: Eric
Enrique Aragón
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