Desde
que estábamos en la escuela primaria se nos hacía mucho énfasis en el
cumplimiento de ciertas normas, tales como, el respeto a las persona mayores,
sentarse bien a la mesa, vestirse correctamente, divertirse sanamente y otras
reglas más…
Los
maestros explicaban con mucha sabiduría y ejemplos que el cumplir con estas normas
era necesario, para que la convivencia entre seres humanos fuese más agradable
y se pudieran enfrentar y superar todos los problemas que fuesen apareciendo,
como parte normal del proceso de la vida humana.
Una
buena imagen que se proyectara iba a tener mucha influencia en los demás y le daría
a la persona mucha autoridad y liderazgo.
Así
era la enseñanza de los grandes educadores de hace unas décadas. Hoy día es
otra la historia. Las corrientes modernas del pensamiento, han cambiado esta
enseñanza del pasado. Por todos los canales de comunicación tratan de cambiar
estos valores en nombre de los derechos humanos y de la tesis de que la época
actual requiere otras reglas que vayan más acorde con los tiempos.
Existen
valores que jamás podrán cambiar por más que traten de tergiversarlos. Primero,
porque las consecuencias de las prácticas opuestas a estas reglas tan sencillas
como el diálogo, la unidad familiar y el respeto, se están viendo. Los líderes
mundiales y la diplomacia no pueden ponerse de acuerdo, porque no practican el
diálogo como debe ser; la conducta adecuada sin desenfreno y la buena
inteligencia ya no forman parte de las cualidades que deberían tener los
gobernantes actuales y las familias como las conocíamos ya están desapareciendo (por mencionar algunas). Y en segundo lugar, los mismos seres humanos cuando ya se
dan cuenta de que la corrupción y desenfreno en todos los sentidos de la vida
humana sólo traen muerte, destrucción e infelicidad: empiezan a clamar a un
Dios que los ayude y a buscar el amor de la familia como la estableció la
propia naturaleza.
La
enseñanza de nuestros abuelos y maestros del pasado nunca pasará de moda, por
más que traten de destruir este legado. Las personas que practican estos
valores, en la actualidad tienen una vida mejor que aquellos que se dejan
confabular por las corrientes modernas de corrupción y desenfreno.
Por: Eric Aragón