Y lo irónico es que cuando se pensaba que estaba bajo
control, comenzó el virus (Coronavirus) a atacar con todo su “arsenal”, llevando
nuevamente a la humanidad a situaciones iguales o peores que las que se vivieron.
Lo cierto es que la población mundial y los gobiernos por
fin han comprendido que la enfermedad no se va a ir, por lo menos en un par de
años más.
También se ha entendido que una paralización de todas las
actividades económicas y del confinamiento total de la gente como se hizo en un
principio, en la actualidad no es la solución a la crisis; al contrario agravaría más el problema financiero de las empresas y el desempleo que ya está
por las nubes.
En medio de este sombrío panorama los mortales tienen que
seguir “luchando” por alcanzar mejores días. Nadie debe “quebrarse”… el que
está sin trabajo, tiene que seguir buscando ese anhelado empleo sin desmayar;
los jóvenes tienen que estudiar y ahora más que nunca, ya que la competencia
será mayor en el futuro. Los que han perdido sus casas y otros bienes, deben
levantarse de las cenizas “como el ave Fénix”… Aquellos que aún conservan sus
trabajos, ahora deben esforzarse más por ser competentes y serios en sus
trabajos…
El mensaje claro y alto es que todos deben
seguir con sus ideales o fijar nuevas metas de superación. No es fácil en medio
de la “Pandemia”, pero tampoco imposible. La clave es llenarse de la fortaleza
y motivación necesaria para no caerse, y si se cae, pues, poder levantarse y
seguir en ese camino tan difícil de la superación.
¿Tiene el ser humano esa fuerza de voluntad que necesita?
Por supuesto que carece de ella. El único que puede hacer que esa corriente
de fuerza espiritual, emocional y física corra por todo el cuerpo de los
mortales es “Dios”
“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la
convicción de lo que no se ve. Porque
por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos”. Hebreos, capítulo 11 (La Fe).
Por: Eric Aragón