Es una palabra fácil de pronunciar, tanto así que
todos los días es pronunciada en la mayoría de idiomas. Tiene un poder igual o
superior a los ejércitos más poderosos creados por el hombre; sin embargo, no
necesita armas para quitar y poner gobiernos, acabar en minutos con empresas
multinacionales o para condenar y salvar vidas.
Habría que preguntarle a la recién separada presidenta
de Brasil, Dilma Rousseff y a decenas de expresidentes que tuvieron la misma
suerte –algunos condenados por corrupción- si la palabra TRANSPARENCIA no es poderosa…
Practicar la transparencia es la única forma de
pasearse por el mundo entero sin crear suspicacia o peor aún si es un
funcionario público o empresario, que lo puedan señalar como una persona
corrupta o como un “lavador de dinero”.
Transparencia no significa que las personas deben
revelar su vida íntima o privada a los demás, pero, si exige que cada cual, ya
sea persona natural o jurídica, empresario o funcionario público, demuestre con
sus acciones que cumple con las leyes y con los principios morales.
Lo opuesto a la transparencia es aquello que está
escondido o disfrazado. Es el arte de
engañar con fines siniestros. Los traficantes de drogas, de armas ilegales,
prostitución, terrorismo, órganos humanos, evasión de impuestos y otros delitos
más, son expertos en el arte de engañar y buscan con toda la fuerza que da el
dinero mal habido, la extorsión y las amenazas, destruir todo lo que se parezca
a la transparencia.
Luchar contra los mercaderes de la muerte cada vez se
hace más difícil. Es más rápido que la gente reciba el dinero fácil –sin
trabajar honradamente. Lo triste de esta historia, es que este dinero mal
habido procede del asesinato de gente inocente, destrucción de la familia,
prostitución de niños y niñas… En otras palabras, es un dinero cuya única marca
es la sangre de inocentes.
TRANSPARENCIA, es sinónimo de paz, honestidad, valores
morales, unidad familiar, mejor educación, juventud soñadora y emprendedora. Y
es el único camino para que las naciones alcancen un verdadero crecimiento y
desarrollo económico, y consoliden de una vez por todas sus instituciones jurídicas y democráticas.
Por:
Eric Enrique Aragón