El apóstol San Pablo le advierte al joven Timoteo, que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos (2-Timoteo, cap. 3).
La humanidad ya comenzó a vivir estos tiempos peligrosos, a los que se refería el apóstol Pablo. ¡Y esto no es nada, comparado con lo que viene…!
Hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos. Sin afecto natural, implacables, calumniadores, crueles, aborrecedores de lo bueno. Traidores, amadores de los deleites más que de Dios. Gente con apariencia de “piedad”; pero, su interior es un semillero de maldad.
No se trata de que el pasado fuera mejor que la época actual. Desde que el hombre apareció sobre la faz de la tierra, trajo consigo emociones y pensamientos dañinos, que muchos no pudieron controlar. Lamentablemente, con el desarrollo y crecimiento de los pueblos, también, la maldad se multiplicó.
Irónicamente, el extraordinario avance de la ciencia y la tecnología, no ha podido frenar los males de la sociedad. Ha ocurrido lo opuesto: “las prácticas inmorales y el rechazo a las cosas de Dios, se han tomado por asalto al mundo”.
Aunque parezca inverosímil, las fuerzas del mal o satánicas: utilizan todos los medios (televisión, prensa, radio, cine, internet y otros) para grabar en la mente de los seres humanos –sobre todo niños y jóvenes- que la inmoralidad y la blasfemia contra la Fe Cristiana: son buenas prácticas y aceptables por la sociedad. ¿Cuál sociedad? Una sociedad que ha destruido las cosas más bellas y preciadas: “El amor, la familia y la fe en Dios”.
Por ejemplo, los mensajeros satánicos, le hacen creer a las mujeres que ciertos hábitos son correctos: acostarse con cualquier hombre idiota y perverso (mil disculpas), sin tomar en cuenta el verdadero amor ni las buenas intenciones; ingerir licor y fumar cigarrillos (y quién sabe qué más…) a la par de los varones; ser una despiadada esposa y mamá; llegar al matrimonio sin pureza y mostrar una exagerada máscara de sustancias químicas (menos la belleza natural, que Dios le regaló a las hermosas damas). ¡Colosal engaño…!
Y los hombres no se escapan. Ellos son engañados con más facilidad. ¡Se les hace creer: “que cuánto más practican lo malo, más hombres son!” (el famoso machismo de América Latina). Con este cuento, caen en lo más bajo sin darse cuenta. Son rudos con sus madres ¡Qué dolor!; maltratan a las esposas y novias; a sus propios hijos (muchos se han convertido en asesinos). Son vagos, superficiales y la única aspiración que tienen es tomarse toda la cerveza del mundo; utilizar drogas y tatuarse hasta los ojos ¡Qué ignorancia y estupidez más grande del mundo! (¡Gran lavado de cerebro han hecho los mensajeros del mal!).
Únicamente una voluntad inquebrantable, el deseo de cambiar y la fuerza de la fe cristiana, puede mejorar la conducta de los seres humanos. ¡Haga el intento por su bella familia y por usted mismo! ¡No se arrepentirá, pues, aprenderá a ver un mundo mejor!
Por:
Eric Enrique Aragón