Resulta demasiado complicado para las personas que pasan por serias dificultades, mantener una confianza plena en las palabras bíblicas de Fe.
Imagínense ustedes un vecino que perdió el empleo
hace tiempo y por más que busca no encuentra nada, no tiene comida y está a
punto de quedar en la calle; ya que no tiene dinero para pagar el alquiler… y
como si fuese poco, tiene una edad madura que lo coloca en desventaja para
competir por un trabajo con gente joven que también busca empleo.
Este es
uno de tantos casos traumáticos por los cuales pasan muchos mortales, y ahora
con la Pandemia, los problemas sociales, económicos y emocionales se han
multiplicado a la velocidad de la luz.
¿Qué hacer en medio de un panorama así? Sólo queda
una cosa por hacer: “Empezar a clamar a Dios día y noche”. No hay otra opción.
El ser humano que tiene problemas puede recorrer
cielo y tierra, tocar todas las puertas del mundo, pedir ayuda a sus semejantes,
hacer mil cosas terrenales; sin embargo, el único que nos puede indicar el
camino correcto, sostener en medio de la desesperación y abrir las puertas es Nuestro
Señor Jesucristo.
Todo parece fácil, pero no lo es. La mayoría de
personas se derrumban cuando son atacadas por la desesperación y la angustia; cuando
todas las puertas se cierran y se ve oscuridad por todas partes. Sólo queda el
llanto y los pensamientos negativos.
Parece irreal, pero es cierto, si en medio del
llanto y desesperación la persona sigue clamando a Dios por ayuda, ésta llegará…
¿Cuándo? No lo podemos saber. Dios es el que manda y conoce el momento
oportuno. Lo cierto es que Él Creador no va a dejar abandonado a ningún mortal que
le busca en todo momento, aunque sea nada más en tiempos de calamidades…
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”
Por: Eric Aragón