¨Humanizar la economía¨ no es un
concepto nuevo. Desde el siglo XVIII, cuando inició la Revolución Industrial,
surgieron las primeras luchas para exigir mejores condiciones de trabajo.
El uso de máquinas en el proceso de fabricación y
transporte de productos y personas (Revolución Industrial), trajo como
resultado la aparición de nuevas clases sociales: el proletariado,
es decir, la mano de obra industrial y del campo; y la burguesía- propietarios
del capital y gran parte de los ingresos (hoy día los grandes empresarios y los ricos).
Desde esa época hasta nuestros
días, aún continúan los reclamos por parte de la clase trabajadora (y media) por
más beneficios. Las ventajas logradas por parte de los trabajadores han sido muchas; pero, si se hace una comparación entre el
tiempo transcurrido entre un beneficio y otro... y las nuevas necesidades
producto de la actualidad (que van en aumento), llegamos a la conclusión, de que todavía hay
mucha distancia por recorrer.
Lo cierto es que el ¨proletariado
moderno¨, se educa y aprende en forma rápida todas las nuevas tecnologías, que han llevado a las empresas exitosas, al nivel que tienen. Y la prueba la tenemos en medio de la PANDEMIA, ya que son los técnicos, profesionales, médicos, laboratoristas, enfermeros, científicos y otros profesionales, los que están al frente de la lucha contra el COVID-19. Y el 90% pertenecen a la clase trabajadora y clase media !Qué orgullo para la humanidad!
No se trata de hacer diferencias,
lo que se busca es que se incorporen a los sistemas económicos, los principios
sociales. Tiene que existir un equilibrio entre las utilidades -que son
exageradas para grandes grupos empresariales- y la distribución justa de un porcentaje -por
medio de los salarios y otros beneficios- a los colaboradores. También, es sumamente importante, la inversion social que haga la empresa.
Debe prevalecer un punto de
equilibrio entre los empresarios y los trabajadores. Pero, este equilibrio va más allá del
análisis tradicional y académico que siempre se ha hecho. En la década de los
60, 70 y hasta mediados de los 80, el mundo estaba dividido entre dos fuerzas
que se enfrentaban, cada una pregonando la búsqueda del bien para la población;
sin embargo, ambos extremos eran ¨malos¨. En la actualidad está demostrado que la estrategia más eficaz en cualquier campo es: ¨el diálogo y ponerse de acuerdo¨.
¨La responsabilidad social
empresarial¨, es un concepto impulsado desde la ONU, que gran cantidad de
empresas a nivel mundial incorporaron a sus políticas. Las organizaciones comerciales tienen el
deber moral e histórico de hacer aportes al bienestar de las comunidades, de
donde han obtenido su mano de obra barata, recursos naturales y riquezas.
Cuanto mayor sea la inversión
social de la empresa, aumentarán sus probabilidades de alcanzar un desarrollo y
crecimiento económico sostenido.
El principio de ¨SOLIDARIDAD¨ se hace
gigante en medio de la PANDEMIA causada por el CORONAVIRÚS.
Las empresas tienen la
oportunidad, en este periodo de crisis, de demostrar la RESPONSABILIDAD SOCIAL
(solidaridad) hacia sus trabajadores, clientes y comunidad en general. No
tengan la menor duda de que cuando pase la crisis de PANDEMIA, sus clientes y
colaboradores les darán la evaluación que merecen.
Se entiende perfectamente, que
muchas empresas pequeñas están en una situación crítica en estos momentos, casi
al borde de la quiebra si el Estado no las ayuda. Pero, un número considerado,
para no decir la mayoría, cuenta con alguna reserva o pueden aguantar más con
ciertos ajustes de crisis. Esto implica que deben pagarles a sus trabajadores o
pactar con ellos un mecanismo de pago justo para ambas partes y elaborar el
plan apropiado para proteger la vida de sus colaboradores.
Los Decretos Ejecutivos
que se han emitido en materia laboral y las leyes (Código de Trabajo) que se
ocupan de los despidos por causales externas, no previstas (por ejemplo,
PANDEMIA), NO deben interpretarse como ¨vía libre¨ para terminar la
relación de trabajo sin ningún ¨motivo válido¨ y menos para no pagar a los
empleados. Esto ya está ocurriendo de una forma arbitraria y desconsiderada
hacia los trabajadores. Ciertas empresas se están aprovechando para no pagar ni
siquiera un abono a sus empleados.
Aquellas empresas que tienen
recursos para pagar los salarios o pueden hacer un arreglo de pago con los
colaboradores, deben hacerlo; esto es lo correcto y solidario. El empresario
debe sacrificarse un poco por sus trabajadores, que representan el factor más
importante de la producción de bienes y servicios.
Por: Eric Aragón