En esta Navidad 2015 creo que sería oportuno y le
haría bien a nuestro ser interior, dedicar unos minutos a reflexionar sobre el
significado del cristianismo.
Millones de personas en todo el mundo, se van a
congregar en las distintas iglesias para recibir la Navidad… ¡Y no está mal! Terminar el año que se va y empezar el nuevo
año reunidos en un templo cristiano es maravilloso –y si está toda la familia,
aún mejor. Con esta acción estamos invitando a nuestro Creador a formar parte
de nuestra vida.
La Navidad que nace gracias a la venida de Nuestro
Señor Jesucristo al mundo, allá en Belén, hace más de 2 mil años, no se
fundamenta en los bienes materiales; sino, en el sentimiento más puro del amor;
es decir, sentir el dolor de los demás y ayudar a los más necesitados; sobre
todo, a los niños que no tienen comida ni casa ni pueden ir a la escuela… ¡Y lo
más triste! No conocen la bondad…
El verdadero cristiano no es aquel que asiste a una determinada
iglesia, guarda un sábado o un domingo, va de puerta en puerta hablando de su
doctrina o carga una biblia debajo del brazo todo el día… ¡No! ¡No! Lo más
importante de la Fe Cristiana es entender que lo único y más grande que hizo,
que un Dios Todopoderoso, sacrificara a su hijo por la humanidad que no lo
merecía, fue el “AMOR”.
El amor que demostró Jesús cuando dio su vida por
todos nosotros, que somos perversos, fue el amor desinteresado. En otras
palabras, jamás le dijo a un ser humano: yo te ayudaré o daré mi vida por ti,
si tú me sigues, vas al templo donde yo voy o necesito conocerte más para
ayudarte… ¡No! ¡Jamás se comportó de esta manera! En todo momento demostró
misericordia, desinterés y bondad…
Nosotros si somos miserables… Muchas veces podemos
darle la mano a nuestros semejantes y no lo hacemos… Buscamos todas las excusas
para no ayudar, incluso, algunos utilizan la biblia; por supuesto, hacen
referencia a los pasajes bíblicos que convienen; tanto así, que descalifican a
los que se atreven a citar un pasaje bíblico distinto o expresar una opinión
contraria…
Muchos líderes “que se hacen llamar pastores,
apóstoles, profetas o utilizan otros nombres llamativos”, engañan a sus seguidores
haciéndoles creer que sólo en la iglesia de ellos: existe la salvación del alma
y se interpreta la Biblia correctamente… ¡Esta conducta no es la de un
verdadero creyente en Dios! Es la de una persona que se aprovecha de la
ignorancia y de la fe de los demás, y pretende hacer el papel de Dios.
Dios es el único que puede juzgar a los seres humanos
y dar el perdón… ¡Nadie más!
Hagamos un alto en estas fiestas de Navidad 2015, para
pedirle a Jesús que nos ayude a ser personas bondadosas y a darle a Él el
respeto que merece…
Por: Eric
Enrique Aragón