La historia y la ciencia nos han demostrado que la mayoría de las cosas que nos rodean, han evolucionado con el pasar de los años; sin embargo, algunos principios que forman parte de la vida humana no cambian y no pueden cambiar, porque se han constituido en columnas que sostienen no sólo a la sociedad humana, sino también, al mismo planeta.
Por ejemplo, los principios que rigen la matemática, la física, la
electricidad, por mencionar unos pocos, no pueden cambiarse ¿Qué pasaría si cambiaran o de todos modos lo hiciéramos? Pues todo sería un caos…
Imagínense ustedes que se hiciera lo opuesto ¿Cuál sería el efecto? ¡Sencillo!
Los edificios se derrumbarían, los vehículos funcionarían mal, los celulares y
las computadoras se desajustarían… ¡y ni qué hablar de los aviones, satélites y
otros elementos más que han mejorado la vida humana en todos sus aspectos! Lo
cierto es que nada de esto se hubiese logrado sin esos principios “invariables”
que la misma naturaleza les ha proporcionado a las mentes humanas.
Igual existe un mundo emocional y espiritual que, aunque no se ve,
es importante que funcione en forma equilibrada en cada ser humano; puesto que
de esta armonía depende que los mortales logren todas sus metas en forma
satisfactoria.
Si no existe una verdadera paz mental y armonía con todo lo que
nos rodea, entonces no existe tal “satisfacción o felicidad”.
Al igual que los principios científicos, existen “principios” que
se relacionan con la conducta humana dados por la propia naturaleza que es
perfecta, porqué Dios está en ella. Si se violan estos principios, al igual que aquellos que han permitido el desarrollo científico y tecnológico de la humanidad, entonces, viene el “caos” en la vida humana…
El respeto a la familia es un principio “sagrado”, si se pasa por
alto o se pretende tergiversar, traerá consecuencias muy graves, que ya se
están observando en el diario vivir de la humanidad.
Por: Eric Aragón
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