martes, 1 de marzo de 2011

¡Qué futuro dejamos a nuestros hijos…¡

Hace uno días, mi hija mayor –Mi Dios me ha regalado dos lindos hijos- me pidió que la ayudara a resolver una tarea que le habían dejado en el colegio. Ella está en el último año de la escuela secundaria y estudia Filosofía y Letras.

Se trataba de unas preguntas relacionadas con la familia, los valores morales y la sociedad. Recuerdo perfectamente las tres preguntas que me formuló: ¿Cómo influyen los valores morales en la sociedad? ¿Cómo la sociedad influye en la vida familiar? Y finalmente ¿Cuál es la raíz de la violencia intrafamiliar?

A continuación presento la explicación que le hice (a mi hija) en el mismo orden de las preguntas:

1. Uno de los mayores problemas de la sociedad actual, es que carece o no quiere respetar los valores morales, que representan la guía o el código de reglas que son necesarias para la mejor convivencia colectiva. En consecuencia, si no tratamos de conducirnos en nuestra vida cotidiana, tomando como referencia estas reglas morales o de conducta, estaremos viviendo en iguales condiciones que en aquellas etapas de la historia humana, donde prevalecía la violencia, la inmoralidad, y el libertinaje como forma de vida, sin medir los resultados de tales acciones.

2. En una empresa tiene que existir la buena comunicación, el respeto a los jefes y compañeros de trabajo; el cumplimiento del reglamento interno, las excelentes relaciones humanas y el buen trato a los clientes –que son la razón de la existencia de las organizaciones empresariales-. Esta práctica será uno de los factores importantes, para mantener a la empresa siempre competitiva, en un mercado cada vez más complejo. Igual ocurre con la sociedad y la familia. Ambas están unidas, de manera tal que una sociedad que rinde culto a todo lo negativo, será un mal ejemplo para la familia y sobre todo para los niños que serán parte de esa sociedad en el futuro.

3. La violencia intrafamiliar se origina precisamente en la falta de valores morales. Son éstos los que enseñan el gran valor de la unidad familiar, la tolerancia, la bondad, la solidaridad, la comprensión, el desprendimiento, el trabajo, la responsabilidad, la puntualidad, el esfuerzo y sacrificio; y el verdadero amor que debe existir en la conviviencia familiar. Y por supuesto, factores externos como las drogas y el alcoholismo, también hacen daño a la familia.


Si pensamos que no podemos hacer nada, porque la sociedad ya está dañada y pareciera que es la moda a nivel mundial; estaremos haciéndoles un gran daño a nuestros hijos y a los niños que tanto necesitan ayuda, a nivel mundial.

Me gusta repetir, en lo más profundo de mi mente, “No puedo cambiar el mundo, pero, si puedo cambiar mi conducta y hacer todo lo posible, empezando con el ejemplo de mi vida, para que mis hijos sean mejores seres humanos y cristianos.

Créanme que si podemos construir un mundo mejor para nuestros hijos…





Autor:

Eric Aragón

16 de abril de 2010

Un verdadero servidor público

¡Qué orgullo y satisfacción debería ser para un ciudadano ocupar un cargo público! Sin embargo, la realidad de muchos países es totalmente diferente. Todavía existen naciones donde no se ha superado la corrupción ni las ansias desmedidas de poder.

Para algunos participar en la vida política de un país, significa hacer "toda clase de negocios", abusar de la posición, perseguir a los opositores, acomodar las leyes, etc. Y para otros –la mayoría- es como una maldición.

Es lamentable que muchos políticos no entiendan la “gran oportunidad “y hasta el privilegio, que se les ha concedido para llevar salud, vivienda y educación a muchos sectores marginados; trabajar de la mano con la empresa privada, de modo que ésta se sienta comprometida a apoyar las políticas sociales y crear más fuentes de empleo. En fin, ser un facilitador de una mejor calidad de vida y participación ciudadana, debe ser la verdadera vocación del político.

Una excelente gestión pública es aquella que cumple con las leyes, que busca el beneficio de la mayoría y no de unos cuantos; que practica la honradez y se enorgullece de la buenas acciones; de manera tal, que todos los ciudadanos y sobre todo, la juventud –que es la heredera política- sientan que si vale la pena participar en la vida pública de la nación, porque ésta se rige por los principios morales y por el deseo de servir a los demás, como debe ser la verdadera política, ya sea partidista o aquella política más científica...

Recordemos ciertos extractos del discurso de Pericles, gran político y orador ateniense, que vivió aproximadamente, entre los años 495 a.C. y 429 a.C.

“Tenemos un régimen político que no emula las leyes de otros pueblos, y más que imitadores de los demás, somos un modelo a seguir. Su nombre, debido a que el gobierno no depende de unos pocos sino de la mayoría, es democracia...”

“En lo que concierne a los asuntos privados, la igualdad, conforme a nuestras leyes, alcanza a todo el mundo, mientras que en la elección de los cargos públicos no anteponemos las razones de clase al mérito personal, conforme al prestigio de que goza cada ciudadano en su actividad; y tampoco nadie, en razón de su pobreza, encuentra obstáculos debido a la oscuridad de su condición social si está en condiciones de prestar un servicio a la ciudad...”

“Si en nuestras relaciones privadas evitamos molestarnos, en la vida pública, un respetuoso temor es la principal causa de que no cometamos infracciones, porque prestamos obediencia a las leyes, y principalmente a las que están establecidas para ayudar a los que sufren injusticias y a las que, aun sin estar escritas, acarrean a quien las infringe una vergüenza por todos reconocida...”

Pericles fue un gran político, digno de imitación por parte de nuestros políticos contemporáneos. Promocionó la literatura y el arte. Convirtió a Atenas en un gran centro cultural y educativo; embelleció la ciudad, creó fuentes de empleo, defendió la democracia y libertad de expresión... “Esto si es querer al país...”


Por:
Eric Enrique Aragón
18 de enero de 2011


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El poder de la alabanza espiritual

¡Creer en lo que se hace…! ¡Tener confianza… Podemos llegar a la meta fijada…! Y lo que debería ser más importante para la vida de los seres humanos: “La fe cristiana”.

La fe, es sencillamente, de acuerdo al conjunto de libros que contienen la mayor sabiduría “Las Sagradas Escrituras”, una combinación de certeza y convicción, en la fuerza divina.

Exactamente, en el año 1974, llegó a mis manos un libro que no solamente llamó mi atención, sino, que me dediqué a leerlo… En esa época –a mis trece años de edad- no era muy amante a la lectura; sin embargo, como mi vida era un poco solitaria y aburrida, me entretenía, a veces, leyendo cualquier revista o libro que encontrara divertido…

Recuerdo que olvidaba el tiempo, pues siempre estaba solo en la casa, leyendo novelas de vaquero, acción o románticas (me refiero a las pequeñas novelas, que por donde uno mirara era un mar de letras, y en su mayoría traducidas del inglés al español)… Eran aburridísimas… No obstante, entre éstas y la soledad, prefería leerlas... Y así la soledad se hacía chiquita frente a la loca imaginación que volaba a su antojo…

De vuelta, nuevamente al libro que llegó a mis manos y que me impactó bastante –tal vez hayan otros mejores, pero, a esa edad me impresionó a tal extremo que aún recuerdo todas las emociones que sentí al leerlo y que definitivamente marcó mi vida para siempre-.

Si mi memoria no me falla, el libro se titulaba. ”El poder de la alabanza espiritual”. ¡No me pregunten por los autores…No recuerdo tanto…! El autor del libro explicaba los resultados que se alcanzan cuando, en secreto o mentalmente y en forma constante, se da gracias a Dios en medio de alguna dificultad que tengamos –no importa la magnitud-. Los efectos positivos que se lograban, los sustentaba con el testimonio de muchas personas, que mediante la acción de dar gracias a Dios o a Jesús –repito, en medio del problema- obtenían algún tipo de satisfacción.

“Una señora iba a ser sometida a una operación quirúrgica, para salvarle la vista. Según los médicos las probabilidades de que la intervención fuese exitosa, tomando en cuenta su edad; era de un 30 por ciento. Desde que la señora supo esto, en medio de sus lágrimas, empezó a alabar a Dios cada vez que podía… ¿Cuál fue el resultado? La operación salió mejor de lo que se esperaba…” Así eran los testimonios que presentaba el autor, con el propósito de sustentar el libro.

¡Bueno…! Tengo que admitir que desde que leí el libro, he puesto en práctica “la acción de dar gracias a Dios”, cada vez que tengo dificultades; y también, cuando todo sale bien… ¡Créanme! que verdaderamente existe: “ EL PODER DE LA ALABANZA ESPIRITUAL”.




Por: Eric Enrique Aragón
23 de febrero de 2011

¿Cómo quieres verte en el año 2011?

Escuchar hace un par de días a un vecino, quien le decía a otra persona, más o menos lo siguiente: “No cuentes conmigo para ese trabajo. Mañana será un día sagrado para mí…” (Se refería al último día del año), me hizo recordar dos aspectos de mi vida. Primero, retrocedí en el tiempo hasta finales de los años 60. Y después, hice una remembranza de aquel año, cuando vivía en la ciudad de San José, Costa Rica. Específicamente el año 1984.

El día 24 de diciembre, al igual que el último día del año (31 de diciembre), mis tutores me decían, o mejor dicho, me ordenaban que me bañara y me pusiera –quizás mi mejor vestido- un pantaloncito largo y una camisa estampada o de cuadritos, manga larga. Y me explicaban que lo correcto era estar en esos días, en horas de la tarde, bien arreglado para recibir la Navidad y el Año Nuevo, respectivamente. ¡Por supuesto! Siempre me dominaba el sueño antes de la medianoche. Lo que si me gustaba era la cena que teníamos, aproximadamente, a las 8 de la noche. Realmente, ésta consistía en una comida sencilla, unos dulces y las ricas frutas, que saboreaba como si la vida fuese nada más eso, “comer frutas y dulces”. Casi siempre algún vecino nos regalaba todo lo que se ponía sobre la mesa para comer.

Mi anhelo más grande al día siguiente, eran los juguetes. En esos años todavía se le hacía creer a los niños que los juguetes los traía el niño Dios, en horas de la madrugada. La gente adulta escondía los juguetes a los niños, para ponérselos sin que éstos se percataran, debajo del arbolito de navidad. En mi caso, me ponían los juguetes (que por cierto, con frecuencia eran pocos y muy sencillos) cerca de la cama; de manera tal, que al despertar los viera inmediatamente y en consecuencia, me volviera loco por la emoción –que siempre así ocurría-.

No me atrevo a decir si esta acción de ocultar la verdad a los niños, era buena o mala. Lo que sí puedo asegurar es que yo era feliz. ¡Y por cierto! Jamás… ¡Jamás! Hubo licor en la casa ni fiestas. Todo se limitaba a vivir y recordar sanamente lo relacionado a la Navidad. Estar en familia e ir a la iglesia (católica), aunque fuese a contemplar un rato, el nacimiento del Niño Dios, era lo importante para mí.

Tuve la dicha de estar con tutores, todas eran damas de cierta edad, que me inculcaron esta forma de vivir y entender la Navidad y el Año Nuevo. Mi madre era una española gitana, que huyendo del periodo franquista, se radicó en Costa Rica, por los años 50. Cuando nací se devolvió a España. Nunca en mi vida logré disfrutar unos minutos con ella. Y mi padre… Otro aventurero rumano. Éste ni la sombra me dejó. Por esa situación viví con muchos tutores… Definitivamente que después de muchos años de rebeldía y aventuras, mi vida cambió gracias a estas nobles personas; cuyos ejemplos y enseñanzas están bien guardados en mi mente y en mi corazón. ¡Alabado sea Dios por darme esta bendición…!

El otro bello recuerdo y que morirá conmigo, fue aquel momento en el cual leí un artículo, muy motivador, que se titulaba, “¿Cómo quieres verte a los 40 años?” En ese año tenía 23 años. El escrito se refería al hecho de que debemos preocuparnos por mejorar nuestras vidas y trabajar para alcanzar nuestros ideales, empezando desde este momento; de modo tal, que nuestro futuro a mediano y largo plazo sea mejor.

En otras palabras, “Debemos sembrar buenas semillas, el día de hoy, para cosechar excelentes frutos el día de mañana”.

El artículo terminaba con la frase lapidaria del gran pensador romano,
Marco Aurelio: “Nuestra vida es lo que nuestros pensamientos hacen de ella”.

Y la pregunta para ti: ¿Cómo quieres verte en el año 2011?



Autor:
Eric Enrique Aragón
31 de diciembre de 2010

Siempre daré un paso más...