El
prejuicio nunca ha sido un buen amigo y jamás lo será; ya que emerge de la
oscuridad como un gran depredador, que sólo puede causar sufrimiento y a veces
hasta la muerte.
El
prejuicio es aliado de la falta de control emocional y del trastorno de las
capacidades mentales; y es parte inalienable de los seres humanos. Lo más que podemos hacer es tratar de
minimizar el impacto.
Todos
nosotros –sin excepción- en algunos momentos de nuestra vida cotidiana, somos
engañados por este mal. Actuamos sin pensar en las consecuencias o el mal que
le podemos causar a gente inocente.
´´Las
apariencias engañan´´. ´´A veces las cosas no son lo que parecen´´. Estas expresiones son milenarias y ciertas.
Siempre caemos en el error de juzgar a los demás en forma rápida y emotiva, sin
darle oportunidad a la ´´razón´´ para que busque la verdad.
Frente
a un hecho que involucra a una persona, debemos actuar con mucha prudencia, ya
que nos podemos equivocar al emitir una opinión o una acusación contra un
semejante. Lo fundamental es recabar todos los elementos de juicio, de modo tal
que tengamos pruebas suficientes antes de opinar. Incluso, existen casos que
con todas las evidencias, se han cometido errores. Aunque se tengan las pruebas
hay que tener mucha sabiduría y malicia para evaluar la validez de cada una…
La
justicia humana es imperfecta, porque condenamos con frecuencia a gente
inocente o nos excedemos con el castigo. Sería aún peor si no tuviéramos
cuidado con los prejuicios…
Hagamos
de la sabiduría y la prudencia nuestros mejores aliados…
Por:
Eric Enrique Aragón