En
una pequeña lámina que estaba tirada en la vía peatonal: sucia, casi desteñida
y sin aparente importancia, para el común de los mortales que por allí
caminaban; se alcanzaba a distinguir el siguiente escrito: “Simeón dijo a
María: He aquí, éste está puesto para que todos en Israel caigan y se levanten…”
(Se refería a Jesús). Fuente: Evangelio según San Lucas, cap.2, versos 34-35.
No
obstante, creer o no creer depende de cada individuo. No se puede obligar a nadie. Igual que en los
estados modernos donde se defienden los
derechos humanos y la libertad de expresión; Nuestro Señor Jesucristo, abogó
por la libertad de cada ser humano, para tomar sus propias decisiones… ¡Y lo
sustentó con creces…! Pues, jamás le impuso su voluntad a los demás, ni siquiera
obligó a aquellos que recibieron un milagro a seguirle…
Una gran cantidad
de hombres y mujeres, aparentan ser felices; pero, no es cierto. Cuando se les analiza, nos damos cuenta de
que simplemente, son apariencias… Nada más “apariencias…” Detrás de esa falsa
imagen que proyectan, existe una familia (si así se le puede llamar) totalmente
destruida y un mundo interior que es un caos, lleno de vicios, odios, rencores,
envidias… ¡Bueno! Y para que seguir… ¡Quizás nos topemos hasta con una cloaca…!
¡La
verdad es que si beneficia la muerte de Jesús! Cuando se está agobiado por tantos problemas y sufrimientos, buscar a
Jesús con lágrimas en los ojos se convierte en un desahogo y en nuevas
esperanzas de vida… Y como expresan algunos: “Nuevamente se cargan las baterías
y a seguir luchando…”
Por:
Eric Enrique Aragón