Mi bella experiencia con la onda corta…
Recuerdo mis primeros pasos...
Si mi memoria no me falla, corría el año 1979 (yo era un mozalbete de dieciocho años), cuando me inicié en la actividad conocida como la onda corta.
Recuerdo mis primeros pasos...
Si mi memoria no me falla, corría el año 1979 (yo era un mozalbete de dieciocho años), cuando me inicié en la actividad conocida como la onda corta.
Todo empezó con el vecino a quien se le arrendaba un cuarto de la casa, a dónde en ese momento vivía el autor de este relato.
Siempre me daba cuenta por el ruido que hacía el vecino, cuando se levantaba todos los días en la madrugada o se quedaba hasta tarde, buscando las noticias que daban las emisoras internacionales, tales como:
La BBC de Londres, La Voz de América, Radio Exterior de España, La Voz de Alemania, Radio Berna de Suiza, Radio Neverland de Holanda, Radio Francia Internacional, Radio Canadá Internacional; incluso, algunas de Latinoamérica, como La Voz de Los Andes (Ecuador), Radio Caracol (Colombia), Radio Reloj y la Monumental –todo noticia- (Costa Rica) y otras del mundo entero.
Cabe destacar que la mayoría de estas emisoras de radio a nivel internacional (onda corta), tienen la programación en distintos idiomas, durante las veinticuatro horas del día y los 365 días del año.
El vecino –de quién aprendí todo lo relacionado a la onda corta- se esmeraba en localizar noticias de gran impacto mundial, pues, tenía amistad con un señor dueño de una emisora de radio local, que le permitía periódicamente presentar un resumen de las noticias –frente a los micrófonos- que muchas veces eran primicias; es decir, que todavía no había llegado la información a los noticieros locales.
Podríamos pensar que se trataba de un vecino con bastante edad y un poco aburrido, que sacrificaba horas de sueño en las madrugadas, para oír radio. Sin embargo, no era tan mayor, pues, sólo me llevaba por delante, unos siete años. Lo cierto es que tenía un trabajo de ayudante, relacionado con las comunicaciones por radio, en una institución gubernamental. Estaba recién casado con una mujer mayor que él y ya tenían un pequeño retoño (niñita) de apenas un añito. A pesar de ser joven le gustaba oír las noticias internacionales o mejor dicho capturarlas antes de que llegaran a la pequeña ciudad (provincia), donde residía.
Realmente era emocionante ver la enorme satisfacción que sentía –el vecino- al estar pegado al radio, oyendo su onda corta; pues lo contagiaba a uno... Desde ese momento empezó mi gigantesco amor por esta labor, que se convirtió en uno de mis mejores pasatiempos y fuente de grandes conocimientos y motivaciones…
No recuerdo como obtuve un Radio Cassette, marca Sanyo, como se le llamaban en esa época. La música en esos años se grababa en cintas magnéticas (cassette), que era el medio de grabación popular... Para escuchar la música, se utilizaba el Radio Cassette, ya que éste tenía un compartimiento –casilla o sección- para colocar los cassette musicales.
Una emisora que oía con regularidad y se podía captar su señal en forma clara, los días domingos en la mañana, era la famosa Voz de América. Recuerdo el programa Club de Oyentes y con el cual intercambié cartas (correo). Aquí –en el Club de Oyentes- se comentaban los datos de todos los miembros del Club, de modo que los oyentes del mundo entero escuchaban el nombre, profesión –en ese momento yo era estudiante- dirección, aficiones y demás; y se interesaban, al igual que uno en el intercambió de cartas.
Era emocionante ir al correo y que el empleado le dijera, que tenía cartas de Estados Unidos, España, Africa, Alemania, Argentina, Chile, etc. ! Oh que emoción para un joven… ¡ Y las personas que atendían el correo, se hacían amigos de uno…
Pero, esto no era todo… las emisoras internacionales me enviaban revistas, libros, folletos, fotografías, calendarios, postales, y tanto material, como fuese posible, con información educativa y cultural. Con esta actividad aprendí a viajar y conocer muchas regiones y pueblos del mundo entero. Conocí mucha gente, incluso, hasta me enamoraba de las muchachas que me escribían. Gracias al intercambio epistolar, coleccionaba: billetes y monedas, postales, estampillas de correo, y otros artículos, de todos los continentes.
Los domingos me levantaba temprano para escuchar el programa que transmitía La Voz de América, que trataba de las biografías de escritores norteamericanos y sus famosas obras; las noticias, etc. Aún conservo en mi mente –treinta años después- la imagen de los que dirigían el Club de Oyentes, cuyos nombres se me escapan de la mente, pero, si recuerdo la imagen: un señor mayor; una dama, como de unos cuarenta años y un joven blanquito (gringo) que hablaba el español con dificultad…
Guardo en mi mente lindos recuerdos de las otras emisoras; y especialmente, de la Voz de Alemania, que me mandaba todos los años, sus famosos y atractivos calendarios, y cuánto material informativo le pedía…
¡Qué tiempos aquellos… únicamente quedan los bellos recuerdos para siempre…!
Autor:
Eric Enrique Aragón
1 de octubre de 2009
La BBC de Londres, La Voz de América, Radio Exterior de España, La Voz de Alemania, Radio Berna de Suiza, Radio Neverland de Holanda, Radio Francia Internacional, Radio Canadá Internacional; incluso, algunas de Latinoamérica, como La Voz de Los Andes (Ecuador), Radio Caracol (Colombia), Radio Reloj y la Monumental –todo noticia- (Costa Rica) y otras del mundo entero.
Cabe destacar que la mayoría de estas emisoras de radio a nivel internacional (onda corta), tienen la programación en distintos idiomas, durante las veinticuatro horas del día y los 365 días del año.
El vecino –de quién aprendí todo lo relacionado a la onda corta- se esmeraba en localizar noticias de gran impacto mundial, pues, tenía amistad con un señor dueño de una emisora de radio local, que le permitía periódicamente presentar un resumen de las noticias –frente a los micrófonos- que muchas veces eran primicias; es decir, que todavía no había llegado la información a los noticieros locales.
Podríamos pensar que se trataba de un vecino con bastante edad y un poco aburrido, que sacrificaba horas de sueño en las madrugadas, para oír radio. Sin embargo, no era tan mayor, pues, sólo me llevaba por delante, unos siete años. Lo cierto es que tenía un trabajo de ayudante, relacionado con las comunicaciones por radio, en una institución gubernamental. Estaba recién casado con una mujer mayor que él y ya tenían un pequeño retoño (niñita) de apenas un añito. A pesar de ser joven le gustaba oír las noticias internacionales o mejor dicho capturarlas antes de que llegaran a la pequeña ciudad (provincia), donde residía.
Realmente era emocionante ver la enorme satisfacción que sentía –el vecino- al estar pegado al radio, oyendo su onda corta; pues lo contagiaba a uno... Desde ese momento empezó mi gigantesco amor por esta labor, que se convirtió en uno de mis mejores pasatiempos y fuente de grandes conocimientos y motivaciones…
No recuerdo como obtuve un Radio Cassette, marca Sanyo, como se le llamaban en esa época. La música en esos años se grababa en cintas magnéticas (cassette), que era el medio de grabación popular... Para escuchar la música, se utilizaba el Radio Cassette, ya que éste tenía un compartimiento –casilla o sección- para colocar los cassette musicales.
Una emisora que oía con regularidad y se podía captar su señal en forma clara, los días domingos en la mañana, era la famosa Voz de América. Recuerdo el programa Club de Oyentes y con el cual intercambié cartas (correo). Aquí –en el Club de Oyentes- se comentaban los datos de todos los miembros del Club, de modo que los oyentes del mundo entero escuchaban el nombre, profesión –en ese momento yo era estudiante- dirección, aficiones y demás; y se interesaban, al igual que uno en el intercambió de cartas.
Era emocionante ir al correo y que el empleado le dijera, que tenía cartas de Estados Unidos, España, Africa, Alemania, Argentina, Chile, etc. ! Oh que emoción para un joven… ¡ Y las personas que atendían el correo, se hacían amigos de uno…
Pero, esto no era todo… las emisoras internacionales me enviaban revistas, libros, folletos, fotografías, calendarios, postales, y tanto material, como fuese posible, con información educativa y cultural. Con esta actividad aprendí a viajar y conocer muchas regiones y pueblos del mundo entero. Conocí mucha gente, incluso, hasta me enamoraba de las muchachas que me escribían. Gracias al intercambio epistolar, coleccionaba: billetes y monedas, postales, estampillas de correo, y otros artículos, de todos los continentes.
Los domingos me levantaba temprano para escuchar el programa que transmitía La Voz de América, que trataba de las biografías de escritores norteamericanos y sus famosas obras; las noticias, etc. Aún conservo en mi mente –treinta años después- la imagen de los que dirigían el Club de Oyentes, cuyos nombres se me escapan de la mente, pero, si recuerdo la imagen: un señor mayor; una dama, como de unos cuarenta años y un joven blanquito (gringo) que hablaba el español con dificultad…
Guardo en mi mente lindos recuerdos de las otras emisoras; y especialmente, de la Voz de Alemania, que me mandaba todos los años, sus famosos y atractivos calendarios, y cuánto material informativo le pedía…
¡Qué tiempos aquellos… únicamente quedan los bellos recuerdos para siempre…!
Autor:
Eric Enrique Aragón
1 de octubre de 2009