martes, 7 de junio de 2011

Barack Obama, el hombre de ideales

A pesar de que el señor Barack Obama, pertenece a la clase media; y es hijo de un economista de origen keniano y una antropóloga de origen irlandés; lo rodean cualidades dignas de imitar.

Indudablemente, los de izquierda, los extremistas y los que utilizan toda clase de argumentos para atacar la fe cristiana (ateos), no estarán de acuerdo con esta opinión; pero, ¡gracias a Dios! Ellos son unos pocos, de otra manera el mundo estaría en total oscuridad.

El señor Obama, en cierta forma nació en cuna de oro; sin embargo, llegar hasta la presidencia de los Estados Unidos de América, requiere un esfuerzo, sacrificio y una voluntad extraordinaria… ¡Bueno! Usted diría que muchos mandatarios norteamericanos lo han hecho y tiene toda la razón, por ejemplo, Abraham Lincoln… ¡Y qué excelente ejemplo! Pero, tal vez olvida algo. Barack Obama, es de color. Y nos referimos a un país que en años anteriores, persiguió a muerte a las minorías raciales, sobre todo, a la gente de color. Esta es la nación más poderosa del mundo, gobernada tradicionalmente por blancos.

De modo que si vemos el asunto desde otra perspectiva, para que una persona de color llegara a gobernar este país, necesitaría –como decía alguien en forma jocosa- “Ser de otro planeta”. El señor Obama, demostró sin lugar a dudas, que con un buen plan, sacrificio y esfuerzo; fe en uno mismo y en Dios. Y con una “voluntad inquebrantable”, se puede escalar y conquistar la montaña más alta… Como lo hizo el señor Barack Obama, actual presidente de los Estados Unidos de América.

Además de las cualidades que lo adornan, tiene un ideal que debe servir de gran ejemplo, para todos nosotros, y que constituye su soporte más importante: La Unidad Familiar. En las Sagradas Escrituras se hace referencia al valor supremo que tiene la familia para Dios. Se establece que el equilibrio para los seres humanos y el fundamento del amor, se halla en la familia –no fuera de ella- y Nuestro Señor Jesucristo, el hijo de Dios, así lo demostró. El nació en el seno de una familia y amó a ésta. El amor total de Dios, se manifiesta en la familia unida por el amor y por las cualidades que deben profesar los verdaderos creyentes en la Fe Cristiana.

No obstante, se debe tener en cuenta que nada es perfecto(solo Dios)y muchas familias, que han sido un lindo ejemplo para la humanidad -más para los jóvenes- han terminado en desastres… Por eso, todos los días, debemos levantarnos al amanecer, y agradecer a Dios y a Nuestro Señor Jesucristo, por todo lo que nos da. Y que siempre podamos contar con su sabiduría, fortaleza, dirección y amor, para no apartarnos nunca del buen camino ni de los lindos ideales…






Por: Eric Enrique Aragón
7 de junio de 2011

sábado, 4 de junio de 2011

El poder corrompe

Con la expresión “El poder corrompe” ¡Y por cierto! Una frase muy conocida desde hace mucho tiempo; no se pretende señalar que sea malo el ejercicio del poder.

Todos los seres humanos, en algún momento de la vida, ejercen el poder; ya sea económico, político, laboral, familiar, intelectual, etc. Incluso, este fenómeno comienza desde los primeros años de vida. Observe a un grupo de niños y se dará cuenta de que siempre hay uno –por su habilidad, fuerza física o cualquier otra razón- que controla o ejerce mayor influencia sobre los demás.

¡Claro! En todas las sociedades humanas debidamente organizadas, llámese nación o estado, están los que siempre ejercen el poder o tienen el privilegio de contar con él por más tiempo que el común de los mortales. Por ejemplo, los empresarios, aquellos que nacieron en cuna de oro (ricos); los políticos que siempre están en el gobierno; los profesionales y jefes exitosos, los intelectuales, entre otros.

Ejercer el poder debe verse como un don o privilegio, para hacer cambios positivos en las personas que están bajo esa autoridad o influencia. Los padres deben utilizar todo su poder para educar correctamente a sus hijos y la disciplina impartida debe ser con moderación y sabiduría. El empresario debe ser equilibrado y justo en el trato a sus colaboradores (trabajador) y las sanciones que aplique deben ser conforme a las leyes laborales y sin excesos. El maestro deberá siempre practicar los preceptos morales y cristianos, y ofrecer la mejor enseñanza a sus alumnos.
Lo que se desea demostrar con simples hechos, que usted puede observar o quizás, ya es partícipe de los mismos; es que ejercer el poder no es malo ni debe corromper a nadie.

El problema es que muchos individuos, de todas las clases sociales –sin excepción alguna- cuando saborean el poder no lo quieren soltar. Realizan toda clase de crueldades y acuerdos oscuros, con tal de mantener el poder. Son capaces hasta de entrar en negociaciones con el mismísimo diablo (ocurre con frecuencia).

Ejercer el poder va de la mano con los principios morales, la justicia, los derechos humanos, la libertad de expresión; la solidaridad, el amor por la familia y los hijos, la práctica de la fe cristiana, y el amor al prójimo… ¡Qué le parece! Un poco complicado… ¡No, de ningún modo!

Ejercer el poder –ya sea de forma permanente o temporal- es un don de Dios o un medio para llevar paz, justicia, libertad, democracia, distribución equitativa de la riqueza; buena educación, eficiencia y motivación; etc.

De modo tal, que si una persona carece de la orientación moral adecuada, o nunca la ha tenido; es obvio, que utilizará el poder para enriquecerse ilegalmente y destruir todo lo bueno y sano –que hoy día es poco- que tenga el estado o la sociedad en general. Y sobre todo, el tesoro más preciado: “El futuro de los niños y adolescentes”.

Por lo tanto, los ciudadanos en forma individual o colectiva, deben estar siempre vigilantes de que el ejercicio del poder, en todos los ámbitos (social, político y económico) se haga mesuradamente.

¡Y por favor! ¡Por el bien de ustedes y de vuestra familia! Seleccionen a los mejores candidatos a puestos públicos; igualmente, hagan lo mismo, en los gremios, sindicatos y otras agrupaciones.









Por: Eric Enrique Aragón
4 de junio de 2011

miércoles, 1 de junio de 2011

Israel, no se puede destruir…

El Dios que hizo allí habitar su nombre, destruya a todo rey y pueblo que pusiere su mano para cambiar o aniquilar la casa de Dios, la cual está en Jerusalén. Libro de Esdras, Antiguo Testamento.

A pesar de que el Dios Yahveh, Dios del cielo, es infinito y habita en todas partes del universo; le ordenó a la nación hebrea construir un templo (casa de Dios), para que ofrecieran sacrificios y alabanzas agradables a Él. No se debe olvidar que la nación de Israel fue escogida por Dios, para mostrar su grandeza y llevar la luz divina al resto de la humanidad.

La casa de Dios estaría en Jerusalén, capital actual del estado de Israel; de modo tal, que esta tierra se convertiría, inmediatamente, en un lugar Sagrado para todo el mundo, sin excepción. Sus habitantes, los de origen hebreo, serían siempre protegidos por Dios.

En nuestros días, la protección y bendición que Dios le prometió a los patriarcas de la nación hebrea y sus descendientes, sigue vigente para los que residen en el Israel, del siglo XXI. Debe aclararse que esta protección y bendición divina, abarca a los diversos grupos étnicos y religiosos, que habitan en el estado de Israel. También, a los visitantes y turistas que colocan sus pies en Tierra Santa (Israel).

Aquellos intelectuales, líderes mundiales y gobernantes de Europa, América y Asia, principalmente, deben entender que no se puede desafiar a la naturaleza. El Dios del cielo le dio al ser humano: una gran inteligencia -¡Bendito sea Dios por eso!- y con ésta ha realizado grandes inventos, en el campo científico y tecnológico; pero, jamás ha podido ni podrá enfrentarse a los fenómenos de la naturaleza; como el tsunami, ocurrido en Japón (uno de los países más industrializados del mundo); o los tornados, huracanes, terremotos y otros desastres naturales, que han hecho mucho daño en el país más poderoso, Estados Unidos de Norteamérica.

Si no se puede contra la naturaleza, entonces ¿Cómo pretenden algunos seres humanos destruir a Israel, la casa de Dios? A lo largo de la historia del hombre, muchos reinos poderosos, se han atrevido a atacar y saquear a Israel –y de hecho lo lograron-; no obstante, todos terminaron destruidos por la propia ira de Dios. ¡Quien ataca a Israel, lo hace contra el mismísimo Dios Yahveh! ¡Aquí está su casa…! !Tierra Sagrada!

Aquellos que reconocieron la grandeza del Dios del cielo, recibieron bendiciones. Por ejemplo, en la antigüedad, los reyes persas: Ciro, Darío, Artajerjes y Asuero, no sólo permitieron al pueblo hebreo construir la casa de Dios, en Jerusalén; sino, que ellos mismos aceptaron el poder del Dios Yahveh.

El rey Ciro, decía: “…Jehová, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra y me ha ordenado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá…”

Yo, Darío, he dado el decreto: “Dejad que se haga la obra de esa casa de Dios… Para que ofrezcan sacrificios agradables al Dios del cielo y oren por la vida del rey y por sus hijos…”

Todos estos reyes de Persia (Irán) y otros personajes que habitaban en las regiones cercanas -que hoy día son: Egipto, Irak, Siria, Palestina y otras naciones árabes- que de una u otra forma, reconocieron al Dios de los cielos; tuvieron la dicha de sentir la protección divina.

El Dios de Israel, es un Ser poderoso que busca mostrar su poderío de amor, unidad, fraternidad, solidaridad y prosperidad, a todos los pueblos del mundo; especialmente, a las naciones vecinas. Sin embargo, para que se logre tal evento: “Los palestinos, árabes e israelíes, deben dar el paso sincero hacia una relación de respeto, paz y armonía”. Se debe buscar y fortalecer aquellos aspectos de unidad y no de discordia…

Tampoco debe permitirse que grupos con intereses negativos, tomen el control y la iniciativa, en las relaciones árabes-israelí.










Por: Eric Enrique Aragón
1 de junio de 2011

viernes, 27 de mayo de 2011

El liderazgo actual de la juventud…

Si algo debe quedar bien claro es que las nuevas generaciones, juegan un papel fundamental y contundente, en los cambios que están ocurriendo en muchas regiones del mundo.

Tal es el caso de los países del Medio Oriente, donde en estos momentos se realizan fuertes enfrentamientos entre los gobiernos autoritarios y los movimientos populares, que buscan una sociedad más democrática y con plenas libertades.

Las protestas populares en Libia, Bahrein, Yemen, Jordania, Irak, Siria; además, de las que hubo en Egipto, que terminaron con la salida del poder de Hosni Mubarak; tienen un común denominador: “las nuevas generaciones”, es decir: “la juventud”, que en su mayoría no pasa de los 35 años, y que cada vez tienen un mayor liderazgo en los cambios sociales y políticos, en las distintas regiones del mundo; sobre todo, en aquellas naciones en desarrollo, dónde la mayoría de la población es joven.

Por ejemplo, en América Latina, podríamos estimar la población menor de 35 años, en un 70%. Entonces, frente a esta realidad sería poco sabio desconocer el poder que tienen los grupos juveniles. No obstante, a muchos políticos únicamente les interesa el voto de los jóvenes; pero, cuando llegan al gobierno, lo que menos les quita el sueño, es la preocupación de solucionar los problemas más apremiantes de la sociedad.

Y tampoco es que vamos a sostener que los gobiernos tienen que proveerles todo gratis a las comunidades; sin embargo, los que ejercen el poder político, si tienen la responsabilidad –por eso la gente los elige- de crear las condiciones necesarias (mediante leyes y acciones adecuadas) para que la población en general, mejore su calidad de vida.

No se puede perder de vista, que la juventud -económicamente activa- puede en un momento determinado sentirse frustrada; si no ven las oportunidades que ellos esperan, para tener un futuro halagador.

Todo lo que observan en el horizonte son nubarrones y fuertes tormentas, que se traducen: en una pésima educación, desempleo galopante, altísimos índices de violencia, familias desintegradas, elevados precios de la canasta básica familiar; y otros factores negativos; acompañados de una enorme corrupción gubernamental, indiferencia y desprecio de la clase dominante hacia los sectores vulnerables, y las violaciones de los derechos humanos.

En fin, frente a este oscuro panorama, no sería extraño que aparezcan jóvenes intelectuales, que utilizando todos los medios modernos y sofisticados de comunicación –tal como sucede en el Medio Oriente- sepan unir a esa juventud frustrada de una nación, y conducirlos por el camino de las protestas –que pueden ser pacíficas o violentas- con el propósito de hacer fuertes cambios estructurales, en el campo social, económico y político.

Lo peligroso de todo este asunto, es que los jóvenes que liderizan estos movimientos, no tengan la suficiente madurez ni sabiduría, para impulsar los cambios que realmente espera la sociedad en general; y que se fundamentan en el respeto de la libertad de expresión, los derechos humanos, la democracia y los valores morales. O que sean susceptibles (los jóvenes) a concepciones radicales y se pase de un sistema malo a uno peor…

La enseñanza que deben aprender los gobiernos y los demás protagonistas de la sociedad, es que no pueden ser indiferentes a las necesidades de la gente joven. En otras palabras, todos juntos, gobernantes, empresarios y sociedad civil -sin excluir a los educadores, padres, madres y tutores- tenemos el sagrado deber de ofrecerles a los muchachos, buenos ejemplos morales y cristianos. Al igual que una excelente educación pública, que la puedan utilizar como herramienta para mejorar, de una u otra forma, las condiciones de vida.

De esta manera, le estaremos dejando a la juventud, el mejor tesoro: que ellos, desde corta edad, entiendan el gran significado y la importancia de practicar los principios tales como: la tolerancia, la libertad de expresión, la democracia, la solidaridad, la unidad familiar, el esfuerzo, el sacrificio y el duro trabajo; la honradez y la decencia en todos los actos de la vida, el amor y la fe cristiana, entre otros muchos principios; que serán el marco de referencia para el diario vivir de los millones de jóvenes, que controlarán el mundo, por medio de un proceso lógico y natural: “las viejas generaciones se acabarán y darán paso a los nuevos líderes y a las sociedades, formadas por todos los niños y jóvenes, que en este instante se multiplican -por miles- a cada minuto, y a veces de una forma desproporcionada y sin ninguna planificación familiar, como está ocurriendo en los países con economías deficientes y altos grados de pobreza (por ejemplo: América Latina).










Por: Eric Enrique Aragón
26 de mayo de 2011

sábado, 21 de mayo de 2011

Israel, legado de fe para Oriente y Occidente

Millones de personas que profesan las religiones monoteístas –tanto en Occidente como en Oriente- asisten masivamente a sus respectivos templos, por lo menos, un día de la semana. Realizan toda clase de actos y hasta sacrificios, con tal de evidenciar la fe que practican. Nos referimos a los católicos, protestantes, ortodoxos, anglicanos y a otros grupos religiosos que creen en un solo Dios –sin excluir a los árabes musulmanes-.

Sin embargo, sería interesante preguntarles a estos creyentes: ¿Cuántos están conscientes o entienden, que la fe monoteísta que adoptaron, en algún momento de sus vidas, gira en torno a la historia de la nación hebrea? En otras palabras: “Sin Israel no habría ningún Dios Yahveh, ni Jesucristo, ni Alá"; puesto, que la razón de ser de estas creencias, es precisamente el hecho de que el Dios Monoteísta, escogió a la nación hebrea (Israel), para mostrarle al mundo entero su poderío en justicia y amor.

Esta maravillosa historia empezó hace 4 mil años. No solo la del judaísmo; sino, también, la del mundo entero que nos enorgullecemos de adorar a un solo Dios, a través de todas las religiones monoteístas, que se profesan en casi todo el planeta Tierra.

Desde aquel instante en que el Dios (Yo soy el que soy), cuyo trono es el cielo y el estrado de sus pies, la tierra; le dice a Abram –aún no se le había cambiado el nombre a éste-Vete de tu tierra y de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, te bendeciré, y engrandeceré tu nombre y serás bendición…” (Génesis, capítulo 12). Comienza a consolidarse la fe monoteísta, llámese: fe cristiana, el judaísmo, o la de los árabes musulmanes… No importa si algunas de estas religiones tuvieron sus inicios hace miles de años, en la Edad Media o en años más recientes; el asunto es que todas giran alrededor de la historia hebrea.

Dios apartó a Abraham, de su casa y de su tierra -ubicada en lo que hoy día se conoce como Irak- para que junto a su hijo Isaac y su nieto Jacob, formaran la gran nación hebrea (Israel), que sería utilizada por Dios como modelo de Fe y salvación para la humanidad entera (sin excepción).

Y así esta nación compuesta por doce tribus (los doce hijos de Jacob); inició su desarrollo en condiciones difíciles; ya que estaban bajo el cautiverio del imperio Egipcio. Aquí empiezan las grandes batallas de fe y las manifestaciones de Dios, a través de los profetas, líderes y heroínas de la nación hebrea. Dando origen y vida a nuestra profesión de fe y a las religiones monoteístas, cuyos seguidores se cuentan por millones, en los países occidentales y en las naciones árabes: cristianismo, judaísmo y el islam.

Todos los que practicamos la religión monoteísta, tenemos la responsabilidad de orar con mucha fe y sinceridad, para que los líderes de la nación Israelí y sus vecinos Árabes, encuentren el camino de paz, que tanto los beneficiará a ellos y traerá bendiciones al resto de la humanidad…







Por:
Eric Enrique Aragón
21 de mayo de 2011