Durante la
Segunda Guerra mundial, la nación que más padeció el odio, la maldad y la
persecución de los nazis, fueron los hebreos, lo que se conoce como el “Holocausto”.
Este pueblo
prácticamente se constituyó en la obsesión de Hitler, a tal extremo que con la
persecución, la incautación de sus bienes y encarcelación no era suficiente; sino,
que había que exterminarlos.
De modo tal que los campos de concentración
fueron creados como la antesala del exterminio de niños, ancianos, mujeres y
todo lo que fuese hebreo.
Este pueblo sintió
en carne propia los peores sufrimientos que puede tener un ser humano; porque
ni los asesinos más diabólicos que ha tenido la humanidad han sido objeto de
tanta maldad.
Las familias hebreas
que sobrevivieron al Holocausto de Hitler,
que ya iban a quedar marcadas para toda la vida, solo deseaban casi a
gritos, llegar a una tierra donde pudieran vivir en paz y salir adelante a
pesar de todo lo vivido.
Es cierto que ya
había gente viviendo en Palestina, cuando poco a poco llegaron los israelitas;
si embargo, no llegaron masacrando ni matando a nadie, solo querían un pedazo
de tierra para vivir en paz y ver crecer a sus nietos.
El solo hecho de
haber sufrido tanto, como ningún otro pueblo en la Segunda Guerra Mundial, era
suficiente razón para darles una oportunidad de vida a los sobrevivientes y a sus
descendientes.
Allí hubiesen
estado viviendo en paz con sus vecinos; pero, como ocurre siempre, existen grupos
y seres humanos que no desean la buena convivencia ni el Trabajo ni la
superación, simplemente, desean hacer mucho daño a quienes se esfuerzan por una
mejor calidad de vida.
Un ejemplo de que
los pueblos si pueden vivir en paz, es la República de Panamá. En este pequeño
país, acogedor y cuya gente es en su mayoría de buen corazón y de mucha fe cristiana;
además, de los nacionales, viven árabes, palestinos e israelitas, y todos se
llevan bien, porque cada uno respeta el espacio del otro…
Tal vez no le
guste a todos, pero, la humanidad tiene un compromiso de apoyar a Israel en
estos momentos difíciles, pues además de que fueron masacrados en la Segunda
Guerra Mundial, toda la fe que profesa la mayoría de gente del mundo, gira en
torno a esa nación elegida por Dios en un momento de la historia.
Israel ha
reaccionado como lo haría cualquier mortal, si asesinaran a su familia de la
manera más horrible.
Hay que orar por
ellos, para que Dios los ilumine y les dé sabiduría, para buscar nuevamente el
camino de la paz, porque en las guerras nadie gana. Mueren niños, mujeres,
ancianos y familias enteras que no han hecho nada malo.
Estados Unidos,
como el líder del mundo, defensor de los Derechos Humanos y de la Paz, debe
utilizar toda su influencia y estrategia para que no haya un conflicto regional
en el Medio Oriente; ya que sería apocalíptico para la humanidad.
Dios bendiga a
Israel y le lleve consuelo a las familias y sobre todo a los niños, que están
muriendo en este momento, en ambos lados.
Por: Eric Aragón