Nadie le va a pedir a un gobernante que camine con una biblia debajo del brazo o que hable de sus creencias religiosas en un consejo de gabinete. Lo que si claman a gritos los pueblos es que sus dirigentes resuelvan sus problemas básicos de supervivencia.
Ante unos cuestionamientos sobre el tema, Jesucristo
de manera tajante dijo: ¨Dad a Dios lo que es de Dios, y al césar lo que es del
césar¨. No cabe la menor duda de que el Hijo de Dios, dejó bien claro el
concepto de la ¨separación que debe existir entre el Estado y la religión¨. En
otras palabras, el ciudadano común que forma parte de una iglesia o profesa una
creencia en Dios, debe cumplir con todas las obligaciones que le imponen las
leyes de su país, y al mismo tiempo respetar los mandamientos establecidos en
las Sagradas Escrituras para todos los creyentes.
En la mayor parte de las biografías de los presidentes
y líderes del mundo, sobre todo de Europa y América, se observa que pertenecen
a una iglesia o creencia religiosa, ya sea la fe católica, protestante,
judaica, ortodoxa o anglicana, por mencionar algunas.
Las creencias religiosas no impiden que se cumpla con
las responsabilidades diarias. Una nación alcanza mejores niveles de desarrollo
económico si su gente trabaja duro y honran las leyes. Éste es el deber que
tienen todos los habitantes de un país, desde aquellos que ocupan los cargos
más elevados, hasta la gente común y corriente.
Por otra lado, existe una realidad irrefutable, cuando
un ser humano profesa una creencia en Dios, por fuerza debe tener un cambio en
su conducta, sentimientos y forma de pensar. Dios hace un cambio en los
mortales cuando éstos le buscan de verdad, en caso contrario sería una farsa lo
de la fe que dicen tener.
Explicado lo anterior, entonces resulta incomprensible
que los presidentes de los países más poderosos del planeta Tierra, orienten
todas sus acciones a prolongar el conflicto en Europa del Este, en lugar de buscar
por todos los medios “ese puente de entendimiento entre Ucrania y Rusia” que
ponga fin a esa guerra o como se le quiera llamar, que solo está trayendo
muerte y destrucción a los millones de ucranianos que cada vez más caen en un
abismo sin retorno.
Les debe dar vergüenza que mientras pregonan por el
mundo que están enviando armas a Ucrania, por valor de miles de millones de
dólares, hay millones de niños que viven en la total miseria y cientos de miles
mueren cada año por hambre. ¡A qué degradación han llegado nuestros líderes
mundiales! Todos están actuando en contra de las leyes de Dios, sin excepción
alguna.
No debe existir ninguna justificación para hacer el
mal. Si Rusia es el malo, según Occidente, pues, no hagan lo mismo. Demuestren
al mundo, los gobernantes de los países de la Unión Europea, Estados Unidos Y
Canadá, que son más sabios y que respetan los valores morales y cristianos.
Busquen el diálogo y la paz en Ucrania, ustedes son más inteligentes. Piensen
en el bienestar de los niños, las familias y los seres humanos que sufren mucho
por estos conflictos armados. Ya está bueno… En nombre de Dios busquen la paz y
No más guerras…
Por: Eric Aragón