Toda la escuela estaba “metida de cabeza” en los preparativos del reinado que se celebraría el día viernes. Sólo faltaban cuatro días para tal evento. Realmente se trataba de una serie de actividades orientadas a resaltar el aniversario del centro educativo.
A medida que se acercaba la fiesta, las clases se daban con menos intensidad. Existía una razón. Los alumnos tanto de grados inferiores como superiores, se dedicaban, previa autorización de la dirección del plantel, a practicar las danzas que se iban a presentar durante el reinado.
La escuela cuenta con representantes de diversos grupos étnicos, de modo tal que habría una variedad de danzas. Por ejemplo, la danza de las jóvenes hindúes (India); de los indígenas, de la comarca Guna Yala; y por último, los nacionales. Cada grupo se ubicaba en distintos lugares para realizar sus ensayos.
Por otro lado, estaban los varones deportistas que hacían sus entrenamientos de fútbol. El equipo contrario estaría formado por algunos agentes de una unidad especial de la Policía Nacional. Esta unidad está capacitada para atender, orientar y dictar charlas a los estudiantes, con la finalidad de que entiendan que el mal camino no trae nada bueno.
¡Por fin llegó el tan deseado día…! Sin embargo, las cosas no empezaron bien. La celebración según el programa, iniciaría a las nueve de la mañana, con la izada de la bandera y un pequeño acto protocolar; cuyo invitado especial, sería un destacado diputado. Ni el invitado llegó ni se realizó ningún acto protocolar.
La mamá y la afortunada niña (la reina), hicieron su aparición con un retraso de dos horas. Toda la programación se alteró. El juego que debió ser el último punto, comenzó a primeras horas de la mañana. Así se mantenía ocupada a la gente, sobre todo, a los jóvenes inquietos, y se minimizaba un poco la molestia; que ya era evidente en el rostro de algunos…
El único punto que se cumplió a la hora prevista, fue la excelente charla que dictó el grupo especial de la policía, a los alumnos de la pre-media y media. El tema se refirió a las consecuencias dañinas del uso de drogas.
¡Lo peor…! Aún estaba por llegar… El juego se suspendió para dar paso a las danzas y a la coronación de la reina (una niña de 7 años). Por fin se logró reunir a todos en el lugar establecido –al aire libre, pero con un buen techo- para que vieran la serie de danzas, que darían inicio al reinado. Había pasado nada más unos cuántos minutos y las hindúes con su danza, compuesta por exóticos movimientos y bellos trajes, tenían a toda la gente con la boca abierta…
¡Los presentes no lo podían creer…! Se había desatado un incendio en el apartamento de un edificio, ubicado a un costado de la escuela. Una angosta vía separaba ambos inmuebles. En cuestión de segundos, el humo negro y tóxico, cubría todo el plantel escolar. La gente desesperada como es lógico en estos casos, corría buscando la salida…
Gracias a Dios, el incendio se controló a tiempo. El temor de todos era que se extendiera por varios edificios. ¡Y lo más importante! No hubo pérdidas de vidas humanas y ningún estudiante resultó afectado. El desalojo fue rápido y ordenado. La presencia de la policía y la responsabilidad con que actuaron los colaboradores de la escuela, fue vital en el manejo positivo de la situación.
¡Tanto dinero invertido! ¡Tiempo! ¡Invitaciones! ¡Noches de desvelo! Todo se esfumó en un abrir y cerrar de ojos. –Decía la mamá de la niña con lágrimas en los ojos.
El ser humano puede diseñar el mejor plan, trabajar fuerte, sin descanso, o tener todo el poder económico del planeta; sin embargo, jamás podrá controlar el futuro…
Lo esencial en la vida es encomendar a Dios todo lo que se haga; estar en paz con uno mismo y con la familia… ¡Dios se ocupará de todo!
Por:
Eric Enrique Aragón
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