sábado, 4 de junio de 2011

El poder corrompe

Con la expresión “El poder corrompe” ¡Y por cierto! Una frase muy conocida desde hace mucho tiempo; no se pretende señalar que sea malo el ejercicio del poder.

Todos los seres humanos, en algún momento de la vida, ejercen el poder; ya sea económico, político, laboral, familiar, intelectual, etc. Incluso, este fenómeno comienza desde los primeros años de vida. Observe a un grupo de niños y se dará cuenta de que siempre hay uno –por su habilidad, fuerza física o cualquier otra razón- que controla o ejerce mayor influencia sobre los demás.

¡Claro! En todas las sociedades humanas debidamente organizadas, llámese nación o estado, están los que siempre ejercen el poder o tienen el privilegio de contar con él por más tiempo que el común de los mortales. Por ejemplo, los empresarios, aquellos que nacieron en cuna de oro (ricos); los políticos que siempre están en el gobierno; los profesionales y jefes exitosos, los intelectuales, entre otros.

Ejercer el poder debe verse como un don o privilegio, para hacer cambios positivos en las personas que están bajo esa autoridad o influencia. Los padres deben utilizar todo su poder para educar correctamente a sus hijos y la disciplina impartida debe ser con moderación y sabiduría. El empresario debe ser equilibrado y justo en el trato a sus colaboradores (trabajador) y las sanciones que aplique deben ser conforme a las leyes laborales y sin excesos. El maestro deberá siempre practicar los preceptos morales y cristianos, y ofrecer la mejor enseñanza a sus alumnos.
Lo que se desea demostrar con simples hechos, que usted puede observar o quizás, ya es partícipe de los mismos; es que ejercer el poder no es malo ni debe corromper a nadie.

El problema es que muchos individuos, de todas las clases sociales –sin excepción alguna- cuando saborean el poder no lo quieren soltar. Realizan toda clase de crueldades y acuerdos oscuros, con tal de mantener el poder. Son capaces hasta de entrar en negociaciones con el mismísimo diablo (ocurre con frecuencia).

Ejercer el poder va de la mano con los principios morales, la justicia, los derechos humanos, la libertad de expresión; la solidaridad, el amor por la familia y los hijos, la práctica de la fe cristiana, y el amor al prójimo… ¡Qué le parece! Un poco complicado… ¡No, de ningún modo!

Ejercer el poder –ya sea de forma permanente o temporal- es un don de Dios o un medio para llevar paz, justicia, libertad, democracia, distribución equitativa de la riqueza; buena educación, eficiencia y motivación; etc.

De modo tal, que si una persona carece de la orientación moral adecuada, o nunca la ha tenido; es obvio, que utilizará el poder para enriquecerse ilegalmente y destruir todo lo bueno y sano –que hoy día es poco- que tenga el estado o la sociedad en general. Y sobre todo, el tesoro más preciado: “El futuro de los niños y adolescentes”.

Por lo tanto, los ciudadanos en forma individual o colectiva, deben estar siempre vigilantes de que el ejercicio del poder, en todos los ámbitos (social, político y económico) se haga mesuradamente.

¡Y por favor! ¡Por el bien de ustedes y de vuestra familia! Seleccionen a los mejores candidatos a puestos públicos; igualmente, hagan lo mismo, en los gremios, sindicatos y otras agrupaciones.









Por: Eric Enrique Aragón
4 de junio de 2011

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