viernes, 27 de mayo de 2011

El liderazgo actual de la juventud…

Si algo debe quedar bien claro es que las nuevas generaciones, juegan un papel fundamental y contundente, en los cambios que están ocurriendo en muchas regiones del mundo.

Tal es el caso de los países del Medio Oriente, donde en estos momentos se realizan fuertes enfrentamientos entre los gobiernos autoritarios y los movimientos populares, que buscan una sociedad más democrática y con plenas libertades.

Las protestas populares en Libia, Bahrein, Yemen, Jordania, Irak, Siria; además, de las que hubo en Egipto, que terminaron con la salida del poder de Hosni Mubarak; tienen un común denominador: “las nuevas generaciones”, es decir: “la juventud”, que en su mayoría no pasa de los 35 años, y que cada vez tienen un mayor liderazgo en los cambios sociales y políticos, en las distintas regiones del mundo; sobre todo, en aquellas naciones en desarrollo, dónde la mayoría de la población es joven.

Por ejemplo, en América Latina, podríamos estimar la población menor de 35 años, en un 70%. Entonces, frente a esta realidad sería poco sabio desconocer el poder que tienen los grupos juveniles. No obstante, a muchos políticos únicamente les interesa el voto de los jóvenes; pero, cuando llegan al gobierno, lo que menos les quita el sueño, es la preocupación de solucionar los problemas más apremiantes de la sociedad.

Y tampoco es que vamos a sostener que los gobiernos tienen que proveerles todo gratis a las comunidades; sin embargo, los que ejercen el poder político, si tienen la responsabilidad –por eso la gente los elige- de crear las condiciones necesarias (mediante leyes y acciones adecuadas) para que la población en general, mejore su calidad de vida.

No se puede perder de vista, que la juventud -económicamente activa- puede en un momento determinado sentirse frustrada; si no ven las oportunidades que ellos esperan, para tener un futuro halagador.

Todo lo que observan en el horizonte son nubarrones y fuertes tormentas, que se traducen: en una pésima educación, desempleo galopante, altísimos índices de violencia, familias desintegradas, elevados precios de la canasta básica familiar; y otros factores negativos; acompañados de una enorme corrupción gubernamental, indiferencia y desprecio de la clase dominante hacia los sectores vulnerables, y las violaciones de los derechos humanos.

En fin, frente a este oscuro panorama, no sería extraño que aparezcan jóvenes intelectuales, que utilizando todos los medios modernos y sofisticados de comunicación –tal como sucede en el Medio Oriente- sepan unir a esa juventud frustrada de una nación, y conducirlos por el camino de las protestas –que pueden ser pacíficas o violentas- con el propósito de hacer fuertes cambios estructurales, en el campo social, económico y político.

Lo peligroso de todo este asunto, es que los jóvenes que liderizan estos movimientos, no tengan la suficiente madurez ni sabiduría, para impulsar los cambios que realmente espera la sociedad en general; y que se fundamentan en el respeto de la libertad de expresión, los derechos humanos, la democracia y los valores morales. O que sean susceptibles (los jóvenes) a concepciones radicales y se pase de un sistema malo a uno peor…

La enseñanza que deben aprender los gobiernos y los demás protagonistas de la sociedad, es que no pueden ser indiferentes a las necesidades de la gente joven. En otras palabras, todos juntos, gobernantes, empresarios y sociedad civil -sin excluir a los educadores, padres, madres y tutores- tenemos el sagrado deber de ofrecerles a los muchachos, buenos ejemplos morales y cristianos. Al igual que una excelente educación pública, que la puedan utilizar como herramienta para mejorar, de una u otra forma, las condiciones de vida.

De esta manera, le estaremos dejando a la juventud, el mejor tesoro: que ellos, desde corta edad, entiendan el gran significado y la importancia de practicar los principios tales como: la tolerancia, la libertad de expresión, la democracia, la solidaridad, la unidad familiar, el esfuerzo, el sacrificio y el duro trabajo; la honradez y la decencia en todos los actos de la vida, el amor y la fe cristiana, entre otros muchos principios; que serán el marco de referencia para el diario vivir de los millones de jóvenes, que controlarán el mundo, por medio de un proceso lógico y natural: “las viejas generaciones se acabarán y darán paso a los nuevos líderes y a las sociedades, formadas por todos los niños y jóvenes, que en este instante se multiplican -por miles- a cada minuto, y a veces de una forma desproporcionada y sin ninguna planificación familiar, como está ocurriendo en los países con economías deficientes y altos grados de pobreza (por ejemplo: América Latina).










Por: Eric Enrique Aragón
26 de mayo de 2011

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