sábado, 24 de abril de 2010

Factores externos que no podemos controlar…

Recuerdo el caso de una persona que había planeado, con esmero y mucha fe, tomar una serie de cursos para aprender una lengua extranjera –específicamente el idioma inglés-; pues, estaba totalmente convencido de que aprendiendo lo necesario de esta lengua, podría tener más oportunidades de trabajo; sobre todo, como profesor o instructor en algunos centros de enseñanza del idioma inglés (nivel básico).

Esta persona investigó cada detalle de su plan: fecha de inicio, costo, horario adecuado, horas de estudio; en fin, hizo todo lo que se debe hacer para elaborar un buen plan, incluso prever algunas imprevistos, como por ejemplo, calcular que la fecha de pago del curso coincidiera con el ingreso de él como profesor (tiempo parcial) en un instituto que dicta cursos de técnico superior en administración, contabilidad, turismo, hotelería, etc.

¿Qué le pasó a esta persona optimista y con deseos de superación?

Le ocurrió la misma situación que les ocurre a todos los mortales… A veces no podemos controlar los eventos externos y éstos nos afectan… El pago que tenían que hacerle por sus servicios profesionales, no se le hicieron en la fecha indicada; siempre había un atraso en el pago. Ésta situación se consideró en el plan. Pero, no se podía saber que esta vez habría un problema financiero o administrativo, que ocasionaría problemas en los pagos a los profesores.

¡Imagínese la desilusión y frustración de esta persona que había hecho todo su esfuerzo y depositado su confianza en que todo le saldría bien! Y sencillamente perdió la inscripción, empezaron los cursos y el simplemente se quedo mirando desde lejos, como aquel que pierde la oportunidad a una vida mejor… ¡El dolor y la frustración que se siente es inmenso y agudo, cuando se desea la superación…!

¿Cuántos seres humanos han acabado con su deseo de luchar o de vivir por un fracaso que no se podía evitar?

¿Cuántos seres humanos se han tirado al abandono y a llevar una existencia sin valores, sin esperanza, sin metas, por algún evento negativo que les ocurrió y que realmente no podían evitar?

Siempre tengo presente las palabras de ese gran pensador y filósofo griego Aristóteles: “La mejor educación es la que te prepara para los tiempos malos…”

Debemos entender que somos simples mortales, que estamos sujetos a los ataques de muchos factores externos que no podemos controlar y ni siquiera, muchas veces, imaginar que ocurrirán.
Lo importante es cultivar e incrementar cada vez más la fortaleza interna de nuestro ser. ¿Cómo se logra esto? Practicando siempre la buena lectura, llevando una dieta sana, haciendo ejercicios físicos moderados al aire libre; practicando los buenos valores morales, fortaleciendo la unidad familiar, buscando siempre los buenos consejos, ejemplos y conversaciones positivas de superación… y lo más importante, la fe Cristiana.

Si no entendemos ni aceptamos que a veces estaremos abajo y otras veces arriba; que los proyectos saldrán bien y otras veces mal; que a veces ganaremos y tras veces perderemos; que a veces estaremos tristes y otras veces alegres; en resumen, si no aceptamos que la vida está llena se altibajos y sinsabores y no aprendemos a vivir con estos factores negativos, entonces, si estaremos en problemas serios. Necesitaremos con urgencia un cambio radical de nuestra forma de ver la vida…

Lo importante es fortalecer nuestro ser interior y que nuestro modo de ver la vida sea siempre con optimismo…

Autor:
Eric Aragón
24 de abril de 2010

martes, 6 de abril de 2010

La crueldad contra los niños

Eric Aragón
PROFESOR

La grabación presentada por Telemetro Reporta, el día martes 21 de julio del presente año, en la que se muestra cómo un hombre agredía físicamente a un niño, de aproximadamente tres años de edad, revela una diabólica escena que viven los niños y adolescentes a diario, a lo largo del país. Actos de crueldad físicos y emocionales, protagonizados, no sólo por un padrastro –como es el caso citado aquí- sino, también, realizados por tíos, sobrinos, hermanos mayores, conocidos, y por los propios progenitores.

Este caso se hizo público, gracias a la intervención inmediata de algún vecino, que con sabiduría y prudencia supo utilizar una tecnología tan valiosa, como lo es la cámara del celular, para filmar tan aberrante acción. Persona desconocida para el resto de los nacionales; sin embargo, para ese niño fue su ángel de la guarda.

La participación ciudadana es vital para frenar los actos delictivos y sobre todo el maltrato infantil. Pero, aún existe el dilema: … ¡lo hago o no lo hago…! Y con justa razón. Primero, por temor a las represalias; y segundo, por los procesos legales que exponen a los testigos y no sancionan a los culpables. Se ha visto muchas veces que en pleno proceso legal, los acusados amenazan a los testigos.

Todos los panameños debemos entender que no debe ser un dilema, alzar la voz para denunciar los actos violentos contra los niños, las mujeres y los ancianos; mas bien es un deber moral y cristiano. En ese momento nos convertimos en mensajeros de Dios y podríamos estar arrebatándole una vida inocente a la muerte.

Las leyes actuales le permiten a los ciudadanos denunciar cualquier acto delictivo e intervenir directamente, mediante la denuncia, cuando se observe a una persona maltratando a un menor de edad o llevándolo por caminos impropios (drogas, sexo, mendicidad, delincuencia, pandillerismo, etc,).

Les corresponde a las autoridades de policía, ofrecer charlas en las escuelas, hospitales, Juntas Comunales, empresas y a grupos organizados, sobre cómo usar la tecnología y los instrumentos que se tengan para dar la voz de alerta, en caso de amenaza delictiva; cómo prevenir o evitar todo aquello que atrae a los maleantes y ponerle difícil la realización de las maniobras delictivas. Así como la prudencia y sabiduría que se debe tener para denunciar un delito, sin que ello incida negativamente en el denunciante. Y no menos importante, estar seguro del acto sospechoso; pues debemos en todo momento respetar la “presunción de inocencia”.

Por otro lado, las autoridades judiciales deben ser más enérgicas en la aplicación de las penas, una vez que se ha comprobado la culpabilidad del imputado. Es común en la calle oír a la gente decir: “para que voy a denunciar… si a la vuelta de la esquina el maleante sale libre… y toma represalias contra mí o contra mi familia…”

Y esto está ocurriendo… ! No cabe la menor duda que un trabajo en equipo y coordinadamente, entre la comunidad, La Policía Nacional, las autoridades judiciales; y por supuesto, el apoyo de los educadores, padres de familia y los medios de comunicación; como lo ha hecho en este caso Telemetro Reporta, debe reducir significativamente, los niveles de criminalidad y el maltrato a los menores de edad y a la familia –base de la sociedad.

Fuente:
Diario El Panamá América
Columna Opinión
fecha:24/07/2009

aragon044@yahoo.com

Juventud Rebelde


Reflexión.

Hace unos días se detuvo a una persona que tenía en su poder un arma de fuego, sin la debida autorización exigida por las autoridades panameñas. Sin embargo, lo grave de esta situación es que se trata de un menor de edad -cursaba el noveno grado-, y cuyo decomiso del arma se hizo en el aula de clases.

Se da cuenta usted, estimado lector, de lo alarmante de este hecho, y que, irónicamente, la sociedad panameña se está acostumbrando a ver eso como algo normal. ¿Y por qué lo digo? ¡Porque de los debates sobre el tema no pasamos! No nos sentimos aludidos, pues, no nos toca directamente. No hacer nada es uno de los peores errores que podemos cometer como sociedad.

En mi opinión, a veces nos orientamos más a resolver los demás problemas y no hacemos el esfuerzo en conjunto para enfrentar los problemas de la juventud panameña, sobre todo, los que se refieren a las pandillas, drogas y armas.

Todas las instituciones que componen el Estado, ya sean privadas, públicas, sociales, lucrativas, políticas, etc., giran en torno al ser humano; en otras palabras, son las actuaciones humanas las que perfeccionan las instituciones o entorpecen el desarrollo de éstas. Llámese Caja de Seguro Social, transporte público, partidos políticos, sistema educativo, y demás. Todo depende, desde mi punto de vista, en primera instancia, de la formación moral-cristiana, familiar y educativa que tengan los individuos que formarán y administrarán todas las estructuras que componen una nación.

Debemos darle gracias a Dios, porque hasta el momento nuestro país goza de una excelente estabilidad económica a nivel de la región latinoamericana y, hasta cierto punto, aunque muchos difieran, podemos aún transitar libremente por la mayoría de las calles del país, sin temor alguno. Esto no se puede hacer en ciertos países de América Latina.

Una fruta jugosa, un árbol fuerte y lleno de vida o un jardín hermoso, depende del cuidado que se le dé en sus primeros años de existencia, comenzando con el semillero. La juventud representa el semillero de la sociedad. Si queremos dentro de unos treinta años tener una sociedad podrida por las drogas, la criminalidad, la inmoralidad, la superficialidad, la destrucción del ecosistema, la falta de familias unidas, la inconsciencia y otros elementos más que vemos hoy día y que en el futuro harán miserable nuestra vida humana, entonces señores gobernantes, políticos, educadores, padres de familia, empresarios, ricos y famosos, ciudadanos: no hagamos nada... Pero, cuando veamos todo estos males, no nos quejemos, pues será demasiado tarde.

Recuerde que todavía -Gracias a Dios- estamos a tiempo y tenemos todos los recursos humanos y económicos para hacer una cruzada para mejorar nuestro mayor activo: la juventud panañeña, que tantos modelos de superación y moralidad.

Autor
Eric Aragón
Fuente:
Columna Opinión
fecha:24/05/2009