sábado, 19 de abril de 2014

Una persona excepcional

Desde corta edad demostró su interés en las cosas espirituales.  El hecho de que una vez se extraviara y posteriormente, sus padres lo encontraran en el templo (iglesia), orando y hablando de Dios; es una evidencia contundente de su vocación divina.

Enseñó a los jóvenes el respeto por la familia y la importancia del trabajo.  El mismo realizó la labor de carpintero y siempre honró a sus padres, María y José.

¡Cuánta falta hace en nuestros días que los mozalbetes, lleven a la práctica este mensaje!  Esta generación de jóvenes lo quiere todo regalado, sin esfuerzo ni trabajo.   Prefieren robar y matar a sus propios padres para obtener dinero fácil, antes que estudiar o trabajar.

Si en el año 1 de la Era Cristiana –hace poco más de 2 mil años- la gente necesitaba palabras de motivación; en la actualidad se requiere más que nunca, a la velocidad del rayo… El planeta Tierra implora por la intervención divina.

La generación del siglo 21, en su gran parte joven, no cree en nadie ni en nada; la unidad familiar no existe, sólo de nombre.  No se tiene consideración por la raza humana ni por la naturaleza.  La solidaridad y la bondad quedaron en el pasado. Los seres humanos se destruyen unos a otros.  Carecen de motivación y el valor que le dan a la vida es nulo.

Los seres humanos con frecuencia, pasamos por momentos críticos en los cuales esperamos que alguien nos regale palabras de aliento… ¡Difíciles de encontrar! Sin embargo, este ser humano, protagonista de esta columna periodística; sin importar su origen, tenía palabras de estímulo para todas las situaciones.

“Felices los que lloran, porque recibirán consuelo”.  "Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados”.  “Felices los compasivos, porque alcanzarán misericordia”.  “Felices los de corazón limpio, porque verán a Dios”.

Una persona excepcional, con el extraordinario don de la Misericordia. “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en adulterio.  Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres…”. El maestro respondió: “El que no tenga pecado, tire la primera piedra”.  “Yo tampoco te condeno, le manifestó Jesús. ¡Vete!  No peques más”.   
“Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas”

¡Gran personaje! Jesús le respondió a la samaritana: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: «Dame de beber», tú misma le hubieses pedido de beber… y Él te habría dado agua viva».     

¡Es cierto que hay muchos mensajeros! Pero, no todos tienen la autoridad ni el poder de convencimiento de aquél que dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”.

“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no la doy como el mundo la da; no se turbe vuestro corazón ni tenga miedo”.

No cabe la menor duda. Cuando Jesús estuvo en la tierra fue una persona excepcional. ¡Y ahora lo es más, pues, venció la muerte para mostrar a la humanidad el camino correcto!



Por:

Eric Enrique Aragón