Seguro que mucha gente piensa que tener riqueza material es algo negativo, y en consecuencia, los que la poseen son crueles y despiadados. Pues, en cierta forma se expresan así, más que por un razonamiento filosófico, lo hacen porque viven en extrema pobreza, sus hijos padecen desnutrición, carecen de oportunidades para tener una mejor calidad de vida y son víctimas de las injusticias de los malos gobiernos y los ricos empresarios. ¿Qué ser humano en estas condiciones no va a odiar a los que más tienen?
En primer lugar permítame explicarle, con todo el respeto que usted se merece y sin pretender cambiar sus pensamientos, que el problema no está en que una persona tenga más dinero o riqueza que otra. No podemos creer que todos somos iguales… ¡Es imposible! Observe a su alrededor y usted podrá ver gente de diferentes tamaños, colores, habilidades, personalidades y caracteres, incluso, en su propia familia.
Esta diferencias por si solas no significan que unos sean malos y otros buenos… ¡Jamás! Igual, usted, no puede esperar que todos los mortales tengamos las mismas habilidades. Si una persona tiene más talento para los trabajos eléctricos, entonces es lógico y justo, que gane más dinero que los demás. Si un hijo de alguien -sea pobre o pudiente- se esfuerza y obtiene una excelente preparación universitaria, tendrá derecho a ganar grandes sumas de dinero… ¡Para eso se estudia! Y hay que aplaudir a la gente que se supera…
Igual si hay seres humanos que son hábiles para los negocios, honrados por supuesto, y acumulan bienes y dinero, por esto no tenemos derecho a tratarlos como demonios… Simplemente aprovecharon un talento y las oportunidades que se les presentaron. Igual si un padre o una madre les dejan a sus hijos tierras, bienes y riqueza, tampoco tenemos derecho a condenarlos por nacer en cuna de oro. Todos los seres humanos merecen respeto, sean ricos, pobres, estudiados o no, reyes y príncipes, gobernantes, políticos, empresarios, etc.
Para los que somos cristianos tenemos un gran ejemplo en las palabras de Nuestro Señor Jesucristo, cuando dijo: “dad al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios…” De estas palabras se desprende el principio del Respeto a los demás, sin hacer distinción de raza, posición social, política, económica o social. La lección más grande la dio Jesucristo, pues en ningún momento de sus años de noble vida, irrespetó a persona alguna ni siquiera cuando (Jesucristo) los criticaba por las malas acciones.
El problema que está sufriendo la humanidad y la naturaleza se debe a la conducta de las personas y en este caso específico de los que más tienen y no sólo me refiero a las posesiones materiales; sino también, a los talentos. Pareciera que en estos tiempos de tanta tecnología y conocimientos, cuánto más preparación académica y dinero alcanza una persona, se hace más cruel e inhumano.
Los empresarios deben aprender que si comparten una mínima parte de sus ganancias con los empleados, les irá mejor; ya que lograrán poco a poco, que muchos empleados sean más leales, eficientes y comprometidos con la empresa. ¿Cómo se logra esto? ¡Fácil! Invierta en capacitaciones periódicas para los trabajadores. Hágales regalos navideños de comida; establezca un fondo de becas para los hijos de sus colaboradores (sus empleados). Diseñe una política de aumentos salariales que beneficie a los trabajadores que se esfuercen por ganar tal aumento, y que no perjudique tampoco a la organización. Si se trata de una compañía grande, puede establecer un fondo o crear una pequeña financiera para hacerles préstamos a los trabajadores, a intereses más bajos.
Por otro lado, todas las empresas deben participar en programas de ayuda social, a través de fundaciones debidamente establecidas y que en verdad cumplan con el objetivo de mejorar la calidad de vida de la población. Me refiero a aquellas que ayudan a los niños huérfanos, ancianos, minusválidos, mujeres maltratadas, e igualmente, a las que cooperan con la capacitación de la gente más necesitada para conseguir un empleo. Y los más importante, ayudar de una u otra manera a las escuelas públicas para que éstas cumplan con el propósito de brindarle una educación integral o completa a nuestra juventud, que requiere más y mejores oportunidades en la vida para que la delincuencia no los atrape en sus garras, de las cuales jamás podrán salir; ya que su único final es la muerte y destrucción.
Por otro lado están las organizaciones que protegen el medio ambiente, que necesitan con urgencia ayuda económica y de recursos humanos, para crear conciencia en todos los sectores de la sociedad, que tenemos la obligación de cuidar la naturaleza; de modo tal que nuestros hijos –en un futuro cercano- no respiren contaminación ni beban aguas negras y puedan conocer ríos y mares hermosos; y árboles frescos, con abundantes ramas y hojas. Y que puedan en algún momento ver un lindo amanecer y atardecer…
Los gobiernos, los empresarios, los ricos, los políticos y la sociedad civil tenemos el gigantesco reto de hacer de este mundo, un lugar mejor para vivir. Y lo podemos hacer si cada uno de nosotros hace un esfuerzo –por pequeño que sea- en favor de nuestra población y de nuestro medio ambiente…
Por:
Eric Enrique Aragón
19 de septiembre de 2010
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