domingo, 18 de agosto de 2013

Un mundo rebelde…

Sería interesante hacer un alto en nuestra agitada vida, para buscar un sitio alejado de todo ruido e interrupciones humanas, que nos inspire a reflexionar –aunque sea por breves minutos- sobre nuestra vida y todo aquello que nos rodea.  Lo más seguro es que no seamos tan agudos como el filósofo griego Platón; sin embargo, de una u otra forma, llegaremos a la misma conclusión: “El mundo no es tan negativo ni complejo como aparenta ser…”. 

Más bien es un mundo terco, rebelde, que no atiende la razón ni los buenos consejos; un mundo desordenado, que siente placer en buscarse tantos problemas como pueda.

Algunos de ustedes dirán: ¿Y qué tiene que ver el mundo conmigo? ¡Pues! Permítame aclarar su error.  El mundo somos nosotros. Es como un gran rompecabezas. Cada ser humano representa una pieza valiosa. Lo increíble es que este juego no tiene fin.  Cada pieza (humano) que desaparece físicamente, es reemplazada casi de inmediato (recién nacidos)...

“Si cada mortal es una pequeña pieza del mundo, entonces, de cada individuo depende la calidad de la pieza”. Los buenos artesanos no menosprecian ningún material, aunque éste se vea horrible; ya que ellos saben perfectamente, que con la paciencia, cariño y manos adecuadas se puede obtener de lo ordinario una bellísima obra de arte.

Todos los días se deben tomar decisiones. Incluso, aquellas personas que no hacen nada interesante con su vida, también, toman decisiones. ¿Cuál? Esa misma… “No hacer nada” “Ser como una hoja que el viento la lleva para dónde quiere y recibir los desprecios que al mundo se le ocurra”. 

“SÍ, el mundo es rebelde, terco…”  ¡O mejor dicho! “Cada uno de nosotros es un “rebelde sin causa”.

A las nuevas generaciones se les explica a toda hora y por todos los canales, que se debe tomar agua. ¿Y qué hacen? Precisamente lo opuesto: “Tomar jugos, cervezas, refrescos, colorantes… Menos agua.  

 El líquido vital para la vida humana y que libra a chicos y grandes de las enfermedades de los riñones  -tan comunes en nuestros días- es el líquido llamado agua. Y como algo insólito, es el elemento que más se desprecia.  

Con cierta gracia, miles de jóvenes expresan que no “pasan el agua”.  Prefieren tomar medicamentos para los riñones…

Y para aumentar tal indiferencia por este regalo de vida que nos proporciona la madre naturaleza, los habitantes del planeta, se esmeran en depositar la basura en los ríos y océanos.   ¡Qué pobreza mental!   ¡Qué Dios nos ayude!

Igual situación ocurre con miles de conductores en las principales ciudades.  Se utilizan todos los recursos posibles, hasta se hacen representaciones gráficas durante los desfiles, para crear conciencia que no se debe utilizar el vehículo cuando se ha ingerido bebidas alcohólicas… Pareciera que el entendimiento estuviera al revés. Ya que los accidentes por esta causa, van en aumento.

La mamá, casi de rodillas, les pide a sus hijos que estudien. Es tal el amor por sus hijos que trabaja sin descanso las veinticuatro horas del día y soporta más de lo que un hombre aguantaría, con tal de mandar a sus bebés (para la mamá los hijos nunca crecen) a la escuela.  No cabe la menor duda, de que hace malabarismos para conseguir el dinero necesario para la subsistencia de sus vástagos.  No pregunten por el papá. El irresponsable se fue y le dejó el paquete a ella…  Por supuesto, para la mamá es un lindo paquete…

¿Y cómo pagan los hijos? Son pocos los que agradecen este sublime amor.  La mayoría no estudia ni aprende un oficio. ¡Siguen el rumbo equivocado!

A pesar de todo existe una buena noticia.  Haga una oración de Fe al Dios Creador del cielo y de la tierra.  Pídale que le dé la fuerza necesaria para alejarse de todo lo negativo que rodea su existencia… ¡Vale la pena seguir este consejo! No se arrepentirá… Su mundo será mejor… 




Por:
Eric Enrique Aragón