viernes, 26 de noviembre de 2010

Noble gesto de solidaridad

Desde que escribí el artículo titulado “Nos pide ayuda a gritos ¡Sálvela!” que se refiere a la importancia y aún más que todo, a la urgente necesidad de practicar la SOLIDARIDAD; he sentido el deseo de compartir con ustedes –apreciados lectores- algo más sobre el tema…

He procurado imaginar aquella escena donde Jesús se preocupó por la necesidad de las personas que diligentemente lo acompañaban –en este caso era un problema material-. Tome unos pocos minutos de su laborioso día para leer este pasaje del evangelio según Marcos, capítulo 8, versículos 1 – 10. Le aseguro que únicamente serán unos diez minutos –el texto es corto-.

Jesús se preocupó por el hecho de que aquella gente que ya se iban, carecían de alimentos para comer durante el trayecto a sus respectivos hogares. Imagínense ustedes, que esta multitud tenían que recorrer grandes distancias (días) para llegar a sus casas, además estaban en ayunas. ¡Serio problema que tenían…! ¿Verdad?

Tal vez en ese momento hubo muchas murmuraciones en favor y en contra –actitud propia de los mortales- o quizás algunos le decían a Jesús: ¡No te preocupes, no es nuestro asunto! ¡Vámonos, pues, el viaje es largo…! Lamentablemente, una gran cantidad de mortales actúan de esta forma negativa. No ven ni les interesa las necesidades de los que están alrededor de ellos y peor aún, de sus propios familiares…

Todos nosotros sin tener un linaje divino como Nuestro Señor Jesuscristo, tenemos la oportunidad de ayudar, en algún momento de nuestra breve existencia, a un ser humano que tenga una necesidad.

Obviamente, en este mundo existen personas con mayor poder económico, político o de liderazgo, que deberían sentirse felices, porque tienen el privilegio de hacer una mayor contribución a la solución de los problemas de la gente marginada de las comunidades.
No tenemos que ir muy lejos a buscar a los necesitados de comida, vivienda, trabajo, educación, agua potable, apoyo emocional o de un buen consejo… ¡Aquí están...! ¡En mi comunidad, barrio, país, vecindario, área de trabajo o a mi lado…!

Mire a su alrededor y verá a los niños huérfanos, desnutridos, sin amor y sin una oportunidad escolar; a las mujeres maltratadas y a la familia desintegrada; a los que realmente desean trabajar con honradez y no hallan empleo; a los ancianos abandonados; al enfermo que no tiene recursos económicos para los medicamentos; a los jóvenes desorientados por falta de buenos ejemplos morales; en fin, la gente necesitada está cerca de usted…

¡Haga un esfuerzo de voluntad y ayude a uno, aunque sea! ¡Dios lo recompensará…! ¡Él conoce sus necesidades! ¡Las de usted...!

Por:
Eric Enrique Aragón26 de noviembre de 2010












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