sábado, 17 de febrero de 2018

¿Es usted consistente con sus acciones?


Hubo un tiempo en que la palabra tenía gran valor. Bastaba con que se afirmara, negara o se dijera algo, para que los interlocutores creyeran que así sería.
El pensamiento “iba de la mano con las acciones”. Las ideas se materializaban en hechos muy concretos. Y para poner el toque final: “el respeto a los principios morales daba más autoridad a las palabras”.
Algunas prácticas positivas han quedado en el recuerdo y lo más seguro es que gran parte de esta nueva generación las olvide. En la actualidad –llámese tiempos modernos- la palabra de una persona es poco creíble, porque la distancia entre lo que se dice y hace cada vez es mayor. Este individuo no es consistente en su diario vivir.
Todos nosotros en algún momento de nuestra infancia, nos dejamos llevar por lindos sueños, que hubiésemos querido que jamás terminaran. Soñamos con ser pilotos de avión, bomberos, doctores, carpinteros… Y hasta con encontrar el verdadero amor… No existe para un niño límites... Todo lo puede en sus sueños. Esta es la cualidad que convierte a los infantes en seres privilegiados; tanto así, que El Salvador del mundo, nuestro señor Jesús los colocó en un sitial único y especial.
Algunos alcanzan sus sueños, otros lamentablemente No. El común denominador de aquellos que llegaron a sus metas o acumulan éxitos a lo largo del camino de la vida es la "consistencia".
Son personas que conocen sus fortalezas y debilidades, saben perfectamente hacia dónde quieren ir, y están dispuestos a trabajar muy duro para realizar sus sueños.
Vivir de acuerdo a los ideales de superación significa: trabajar, ser disciplinado, honrado, respetuoso con los semejantes, persistente, amar a la familia y respetar al Altísimo.
“Fije metas de superación, trabaje duro para alcanzarlas y sea consistente siempre en todos los actos de su vida diaria”.

Por: Eric Enrique Aragón