sábado, 4 de febrero de 2017

Los empresarios al poder…


La empresa privada juega un papel importante en el crecimiento y desarrollo de cualquier país. Además, es un derecho inalienable de los ciudadanos si así lo desean y cumplen con la ley, constituirse en empresarios.

En estos últimos años se está viendo una marcada tendencia en los empresarios a participar en política partidista.   La mayoría que llega a ocupar puestos públicos de gran importancia, a pesar de la falta de experiencia política, realizan una labor aceptable. No obstante, grandes casos de corrupción en América Latina y en otras regiones, de una u otra forma se relacionan con las ambiciones desmedidas de empresarios que han llegado a la presidencia y a otros cargos estatales.

El caso Odebrecht en Brasil, que reveló una gigantesca telaraña de corrupción a nivel internacional; es una contundente prueba del terrible mal que le pueden causar a la nación entera los malos empresarios que asaltan el poder político…

La mayor fuente de negocios para los empresarios –por lo menos en Latinoamérica-  son los que se hacen con el Estado. En cualquier obra civil pública o prestación de un servicio a una institución estatal, un empresario se puede ganar buena suma de dinero y excelentes referencias.

No obstante, el dolor de cabeza para el sector empresarial está en competir; es decir, participar en una licitación en la cual se establece por ley una serie de requisitos iguales para todos. Este torneo legal obliga a los empresarios a bajar sus costos lo más posible, sin afectar la calidad del servicio,  para ser más competitivos y bajar el precio, de manera tal que puedan ganarse la licitación.

Frente a esta complejidad, los malos empresarios han ideado dos inteligentes estrategias para vencer el gran obstáculo de las licitaciones. 

Las estrategias han sido “demasiado efectivas”, pues, han tocado y fortalecido la baja moral que caracteriza a la sociedad actual: la ambición por el dinero fácil, la vanidad y el abuso de poder.

¿Y cuáles son estos planes malévolos? Repartir dinero a funcionarios estatales, con la finalidad de obtener favores. Es preciso aclarar que cualquier funcionario público -independientemente de su posición- que reciba dinero para ejecutar una acción fuera de sus funciones de acuerdo a la ley o para dejar de cumplir sus deberes comete un delito y aquel bien que recibió se convierte en  “coima”.

La otra idea genial es asaltar el poder, tal como lo hicieron las dictaduras militares casi a finales del siglo XX. La diferencia es que en lugar de armas, los empresarios han usado millones de dólares provenientes de toda clase de fuentes para comprar votos, partidos políticos y de forma muy sutil influir en las autoridades electorales, sobre todo en los conflictos post-electorales (denuncias e impugnaciones).

Desde que nuestros países latinoamericanos recuperaron la libertad de expresión y la democracia, son muchos los empresarios que le han ganado la presidencia a los políticos tradicionales.

Algunos de estos malos empresarios están procesados o en la cárcel. Otros, aún libres, arropados con el manto de la impunidad; deambulan por los lugares más exclusivos con la falsa imagen de la decencia. 

Lo cierto es que la presión ciudadana (llámese SOCIEDAD CIVIL ORGANIZADA) es el único modo – no hay otro- para exigir a las autoridades que investiguen, procesen y condenen a todos los corruptos. En el caso de Panamá, se debe una vez más formar la CRUZADA CIVILISTA. Si ésta se enfrentó sin miedo a la dictadura militar y la derrotó; igual y con mayor ímpetu puede enfrentarse al cáncer llamado CORRUPCIÓN, que ya está bien avanzado y fuertemente arraigado en las instituciones públicas…Y VENCERLO… 

Ahora mismo la bandera de los sindicatos, comerciantes, industriales, profesores, universitarios, abogados, ingenieros, arquitectos, transportistas, iglesias, periodistas y sociedad en general: debe ser una sola bandera “ACABAR CON EL CANCER DE LA CORRUPCION PUBLICA”.


Por: Eric Enrique Aragón