sábado, 17 de septiembre de 2016

Podemos matar con el prejuicio…



El prejuicio nunca ha sido un buen amigo y jamás lo será; ya que emerge de la oscuridad como un gran depredador, que sólo puede causar sufrimiento y a veces hasta la muerte.

El prejuicio es aliado de la falta de control emocional y del trastorno de las capacidades mentales; y es parte inalienable de los seres humanos.  Lo más que podemos hacer es tratar de minimizar el impacto.

Todos nosotros –sin excepción- en algunos momentos de nuestra vida cotidiana, somos engañados por este mal. Actuamos sin pensar en las consecuencias o el mal que le podemos causar a gente inocente.

´´Las apariencias engañan´´. ´´A veces las cosas no son lo que parecen´´.  Estas expresiones son milenarias y ciertas. Siempre caemos en el error de juzgar a los demás en forma rápida y emotiva, sin darle oportunidad a la ´´razón´´ para que busque la verdad.

Frente a un hecho que involucra a una persona, debemos actuar con mucha prudencia, ya que nos podemos equivocar al emitir una opinión o una acusación contra un semejante. Lo fundamental es recabar todos los elementos de juicio, de modo tal que tengamos pruebas suficientes antes de opinar. Incluso, existen casos que con todas las evidencias, se han cometido errores. Aunque se tengan las pruebas hay que tener mucha sabiduría y malicia para evaluar la validez de cada una…

La justicia humana es imperfecta, porque condenamos con frecuencia a gente inocente o nos excedemos con el castigo. Sería aún peor si no tuviéramos cuidado con los prejuicios…

Hagamos de la sabiduría y la prudencia nuestros mejores aliados…



Por:                                                                                                                 
 Eric Enrique Aragón