domingo, 8 de junio de 2014

¿Por qué debo confiar en Dios?

¡Una pregunta difícil de responder! Cuando las personas están bien; es decir, no tienen ningún serio problema, les da igual pensar en Dios o en su hijo Jesucristo, asistir a la iglesia o no hacerlo; orar o pasar por alto la oración. ¡Quizás sea mejor que las personas no piensen en Dios, si no lo hacen de corazón! Usted ve el gentío en las iglesias o haciendo alarde de cuánto puedan, para demostrar ante los semejantes que tienen fe o son verdaderos creyentes en Dios; pero, la realidad de las cosas, es que se trata de un gran engaño.

Creer en Dios o ser cristiano es más que asistir a la iglesia todos los domingos o expresar públicamente la creencia en Jesús. Se trata de un sistema de vida diferente o un cambio en el interior de las personas. Sus pensamientos y acciones deben ir siempre de la mano. Tampoco es sentirse fuerte espiritualmente o jactarse de la fe que se tiene; tal como lo hacen aquellos que se pasean por todas partes con una biblia debajo del brazo o no paran de hablar del evangelio…

El verdadero creyente en Dios está consciente de su debilidad humana; entiende que por más demostraciones de fe que haga, aunque sean sinceras; puede caer en el pecado o en malas prácticas en el momento que menos lo espera o está totalmente desprevenido. Porqué así es. La misma biblia lo enseña (los evangelios): las fuerzas del mal no descansan, siempre están al acecho y crea que cuando más se descuide usted –algo natural en los mortales- allí estará el mal. 

Sin embargo, el peor enemigo de uno es el propio “yo”. La mente es un constante campo de batalla, entre los pensamientos negativos, que a veces parecen atraernos más y los pensamientos positivos o aquellos que están de acuerdo con los principios cristianos,  la moral y el bien de la sociedad.

Existen muchas razones para confiar siempre en Jesús. Cada uno de nosotros debe aprender a encontrar esas razones, y si no puede, entonces, pídale a Dios que le dé la sabiduría necesaria para descubrir los motivos para confiar en Jesús. Casi siempre esas razones están frente a nosotros, pero, no las podemos ver ni sentir, ya que siempre procuramos ver lo espiritual desde nuestra propia perspectiva o punto de vista. ¡Aquí está el gran error! Para apreciar la presencia divina en la naturaleza, en la sonrisa de un niño, en la lluvia, el sol o en una simple conversación con los semejantes, se requieren ojos espirituales y éstos únicamente los concede Dios; al igual que el deseo de leer algún pasaje bíblico y sentir como la lectura nos purifica en nuestro interior –sólo Jesús puede darnos esta concesión.

Es muy duro pedirle a las personas que confíen en Dios, cuando están llenas de problemas, en la miseria, enfermos o han perdido seres amados.  Debe creer que Nuestro Señor Jesucristo, nos puede dar esa sabiduría, que no es humana, sino espiritual, para entender que una situación difícil en la vida de cualquier ser humano, podría ser un medio de Dios para bendecir.

La gracia de Dios o su Bendición, no se puede comprar con nada de este mundo… En serio que es duro creer esto. Pero, el sufrimiento purifica el alma humana, nos acerca más a Dios y nos hace personas con mejores sentimientos.

“Hubiese yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Dios”



Por:
Eric Enrique Aragón

jueves, 5 de junio de 2014

¿Y ahora qué harás? ¡Afligirte o seguir tu camino…!


Lo más probable es que una persona por muy fuerte que sea, frente a las críticas negativas y constantes, se sienta profundamente humillada y acongojada  o tal vez con el deseo de cometer una locura.  Esto  le puede pasar a un adolescente; como también, a una persona adulta, que se supone que ha desarrollado un carácter fuerte y sabe exactamente lo que quiere.

La burla afecta gravemente a los adolescentes, por ello es necesario que los padres o tutores aprendan a motivar a sus hijos cuando estén en la mira de los individuos desalmados, que viven del sufrimiento de los demás.  ¡Gracias a Dios! Los niños y jóvenes pueden superar estas críticas sin mucho trauma, si cuentan con la ayuda adecuada de los padres y  maestros.

¿Cómo se sentiría ante las críticas negativas un ser humano de mediana edad, cuyas fuerzas ya casi lo abandonan, sin el apoyo familiar, sin casa, casi en la miseria total; pero, que está haciendo su mayor esfuerzo físico y emocional, para salir adelante?

¡Un duro golpe! Qué alguien a quien se le ha confiado ciertos eventos familiares, y que se suponía una persona seria, profesional y equilibrada, arremeta contra uno diciendo: –más bien vomitando las palabras- que es un fracasado en la vida, sus hijos no lo quieren, su familia extranjera lo trajo a este país y lo abandonaron como un… No tiene casa, ni jubilación y nadie le da trabajo, porque es un viejo, jamás se podrá acomodar, su tiempo ya pasó, es un cadáver viviente… Sin embargo, lo más triste es saber que en cierta forma tiene toda la razón, y lo más seguro es que la gente que lo rodea a uno piensa igual…

¡Qué difícil pretender lograr lo que se debió conseguir a lo largo de la juventud! En estas condiciones están cientos de miles de adultos, en todo el mundo. Tristemente, tiraron a la basura sus mejores años mozos… La juventud es sinónimo de fuerza mental, física y emocional; de manera tal, que aquello que deseen hacer o tener los individuos en sus mejores años de vida, como por ejemplo una vivienda, una profesión, una familia unida, un buen trabajo, un carro, una vida espiritual y física totalmente sana: lo podrán conseguir, ya que la juventud significa poder, poder y poder…

Con el dolor en el alma, tengo que manifestar que las estadísticas sociales, revelan que una gran parte de estos adultos terminan muy mal: frustrados, abandonados, en la miseria, despreciados por la familia, sumergidos en el alcoholismo, en la calle como muertos vivientes…

Regresamos al título de este artículo. Si tú estás ahora mismo pasando por este problema: ¿Y ahora que harás? Sólo existen dos caminos: te dejas arrastrar al abismo donde están las almas infelices y fracasadas; o sigues tratando de mejorar tu existencia… Por supuesto, como el alimento que necesitas diariamente, todo estará en tu contra; pues, recuerda que tu tiempo ya pasó. ¡Tú dejaste que pasara sin hacer nada por tu vida! 

No obstante, si hay algo que puedes hacer todos los días y nadie te lo puede arrebatar, ni siquiera el tiempo: “Confiar en Jesús”   “Creer en su bondad”.

“Hubiese yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Dios”




Por:
Eric Enrique Aragón













domingo, 1 de junio de 2014

¿Quién tiene la última palabra?

El gerente de una empresa estaba preparado para presentar y sustentar un excelente plan para incrementar las utilidades y reducir los costos; pero, lo que no imaginaba, a pesar de que había tenido ciertas diferencias con la junta directiva de la empresa, es que ésta no se reuniría para discutir la propuesta; sino para separarlo del cargo de gerente.  ¡Qué golpe más duro! La presión se le subió, casi le da un infarto.  Todo su mundo económico se le derrumbaba… ¿Cómo pagaría sus deudas, la escuela de los hijos, la letra de la casa o compraría comida para sus seres queridos?  Toda la familia dependía de este señor.

La señora no sabía cómo contener su gigantesca felicidad, pues su hijo se le graduaría de sexto año –último año de secundaria. Por fin llegó el tan anhelado día de la graduación.  Estaba sumamente emocionada, ya que tenía varios hijos y parecía que este joven era el más formal en los estudios. Su futuro era muy prometedor… Lo que no le pasó jamás por la mente a la mamá, es que ese día de la graduación sería el último día de su hijo en el mundo de los seres vivos… Ese mismo día en la noche se fue a celebrar con unos amigos, pero, jamás llegaría a su destino.  El joven que manejaba el vehículo en el cual iban todos, perdió el control; el carro dio varias vueltas. Todos sus ocupantes murieron por el fuerte impacto. La mamá del joven cuando supo la noticia, se derrumbó, entró en un estado nervioso incontrolable, y a los minutos falleció.

Un hombre enamorado, de unos 30 años, recién nombrado profesor en un colegio católico de mucho prestigio y que estaba aprendiendo a conducir; se le ocurrió la “brillante idea” de alquilar un carro para llevar a su enamorada y a la hijita de ésta de 2 añitos, al otro extremo del país. Cuando venían de regreso, después de comprobar la joven que el caballero no manejaba bien y de estar un poco temerosa… ¿Qué creen ustedes que sucedió? Igual como lo señala el título de la novela del escritor colombiano, Gabriel García Márquez: “La crónica de una muerte anunciada”. El joven perdió el control en una curva, ya que iba a mucha velocidad; el carro dio varias vueltas y finalmente cayó por un precipicio… Antes de que llegaran al fondo del abismo donde los esperaba un poco de rocas y que probablemente nadie saldría con vida, un pequeño árbol; pero, muy fuerte, detuvo el carro… Irónicamente, como en un cuento de hadas, los tres ocupantes del vehículo, que fue pérdida total, salieron caminando. Sólo a la joven señora se le hizo un pequeño rasguño en la frente; unos meses después no quedaría ni la más leve cicatriz. Hasta la niña de 2 años, había superado el trauma. Una señora que vivía enfrente de donde ocurrió el accidente, a la orilla de la carretera; contó: que en esa curva había siempre muchos accidentes –era la curva de la muerte- y que ella no se explicaba cómo estas personas estaban ilesas.

¿Quién tiene la última palabra? Una pregunta interesante y que debería motivar a las personas a analizar si en verdad somos los seres humanos quienes decidimos que pasará el día de mañana o somos simplemente “insignificantes” en este mundo. Podemos hacer todos los planes del mundo y hacer el máximo esfuerzo para que se cumplan; pero, si no estamos conscientes de que todo se puede derrumbar el día de mañana o en cuestión de minutos; entonces, estaremos a la deriva siempre; perdidos en el espacio; nunca estaremos preparados para nada…

El ser humano jamás podrá controlar el futuro, si lo hiciera sería Dios.

 En medio de las declaraciones que ofreció el joven que se salvó del accidente -recuerdan a la enamorada y a la niña de 2 añitos- dijo: “Qué antes de salir del hotel, oró a Dios con todo su corazón, como siempre lo hace. Le pidió que guardara su camino…”     ¡Bueno!  No cabe la menor duda de que Dios lo hizo…




Por:
Eric Enrique Aragón